Las imágenes del piloto de Fórmula 1 francés Roman Grosjean ardiendo tras un espectacular accidente en el Gran Premio de Baréin disputado el pasado domingo han dado la vuelta al mundo y estremecido a más de un aficionado. El fuego y el estado en el que quedó el monoplaza, partido por la mitad, hicieron que muchos se temieran lo peor. No fue así porque todas las medidas de seguridad funcionaron y porque el traje que vestía el piloto estaba confeccionado con nomex, una fibra registrada por la compañía Du Pont y que se fabrica en la factoría que la empresa tiene en Tamón, en el concejo asturiano de Carreño.
El metal con el que se fabrica este producto es la meta-aramida, a partir de la cual se crean unos hilos con los que se hacen tejidos como los que llevaba Grosjean y que le permitieron estar 28 segundos ardiendo. “Es un tejido que también utilizan bomberos y militares, que resiste al fuego y evita que llegue a la piel”, explica Daniela Sacerdoti, del equipo de seguridad de Du Pont. Una de las razones por las que funcionó de una manera tan eficiente está en las tres capas de protección de este material que llevaba. Esta fibra que ha obrado el milagro es sintética y está hecha con una composición química pensada para que sea muy resistente al calor. Su eficacia ha quedado probada.
La factoría estadounidense trabaja de forma continúa con la escudería Renault, con la que el piloto ovetense Fernando Alonso va a regresar a la Fórmula 1, y el objetivo es ir mejorando la calidad y la seguridad de estos productos. “En doce o trece años hemos conseguido reducir el peso del traje de piloto un 40%”, explica Sacerdoti. Una labor que permite ir haciendo cosas que al inicio no eran tan sencillas, como teñir el traje con los colores de la escudería.
La precisión llega a tal punto que el traje de piloto que vestía Grosjean el domingo no solo estaba compuesto por este material de Du Pont, también estaba cosido con este hilo de nomex, algo que fue básico para que el fuego no entrase por ninguna parte y el piloto pudiera aguantar más tiempo fuera de peligro mientras los operarios llegaban en su ayuda.
Interesante también es el tema de los guantes, fabricados también con este material, pero con unas exigencias de seguridad diferentes. El hecho es que, en los dos días siguientes al accidente, lo que más dañado tenía el piloto francés eran precisamente las manos. La regulación de seguridad es diferente entre los trajes y los guantes, que solo llevan una capa de este producto, por lo que el fuego llega antes a la piel. La razón es que los pilotos necesitan tener sensibilidad en las manos. Este es otro de los campos en los que está investigando la compañía: “Estamos trabajando en el desarrollo de unos guantes con dos capas y con alta sensibilidad”, explica Sacerdoti, que reconoce que el domingo “todo funcionó muy bien”.
