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Ellas también corren rallies: una ovetense y una gijonesa, referencias del motor en Asturias

“En el mundillo cada vez hay más mujeres”, dicen las pilotos asturianas Eva Suárez y Carla Álvarez

Eva Suárez y Carla Álvarez, en el taller Tino Manjoya. | | IRMA COLLÍN

Una es de Gijón y otra de Oviedo. Una empezó a competir a los 7 años y la otra a los 28. Una es más bien copiloto y la otra dice que eso de ponerse al lado del volante “ni de coña”. Se sacan once años de diferencia, aunque tienen varias cosas en común. Sus respectivas abuelas estaban manifiestamente en contra de que sus padres se metiesen en el mundillo de la velocidad. No consiguieron su propósito y en parte por eso ellas, Eva Suárez (Oviedo, 1985) y Carla Álvarez (Gijón, 1996), son hoy lo que son: dos de las representantes femeninas más notables del automovilismo asturiano, un deporte en el que cada vez hay más mujeres.

“El automovilismo de la región es como una gran familia”, coinciden las dos. Las suyas son dos de las muchas historias personales de cómo la presencia femenina se ha abierto paso poco a poco en un deporte muy masculinizado. Carla Álvarez, corredora desde que siendo una niña se subió a un kart, graduada en Telecomunicaciones, pone un ejemplo clarividente. “A veces me pasó. Lo típico, que vas a un taller a pedir una pieza, no te conocen y se extrañan al verte. Te miran como diciendo, ‘¿pero qué dirá está?’ y quieren demostrarte todo lo que saben. Cuando les dices que corres en rallies y carreras de montaña les da vergüenza y se quedan helados”, explica Carla con humor, aunque recalca: “Todo el mundo me trató siempre genial y los compañeros son un ejemplo”.

Eva Suárez, en el taller. | |

Es imposible que la anécdota anterior sucediese en el taller Tino Manjoya, en Oviedo. Allí lleva trabajando Eva Suárez desde que su padre se jubiló.

Su padre es el propio Tino Manjoya, uno de los pilotos asturianos más reconocidos de la década de los setenta, que todavía corretea por el taller y sigue el pie del cañón. “Cuando lo dejó mi hermano, que también compite, iba a llevarlo (el taller), pero se necesitaba otra persona y me vine. En el mundillo cada vez hay más mujeres”.

Irma Collín |

Eva siempre estuvo pegada al automovilismo –“crecí rodeada de coches–”, pero su padre tampoco insistió mucho en que corriese. “Se retiró en 1981, antes de que yo naciese, y pasaba bastante de todo el mundo del motor. Yo fui a ver algún rally y a alguna subida de montaña con mi amigo, Borja. Lo veía todo inalcanzable. No me veía compitiendo, pero pasaron los años y como piloto empecé hace varias temporadas en el rally de Tineo (se disputó este fin de semana)”, rememora la piloto, que también ejerce de copiloto. “Cambia mucho. Yo prefiero pilotar, pero estando al lado aprendes muchísimo”, asegura.

Carla Álvarez y Eva Suárez, con el Ford Escort. |

Carla estuvo corriendo en circuitos de karting desde los 7 hasta los 17 años. Luego empezó con los rallies y las carreras de montaña. Nunca olvidará cuando corrió el Princesa de Asturias. “Es un orgullo para cualquier asturiano”. Ahora compatibiliza su trabajo en una empresa de ingeniería con la velocidad. Las dos hacen balance de uno de los enemigos del automovilismo: el (poco) dinero. “Es un deporte caro. Empecé hace poco a jugar al pádel y la gente se queja de que una pala puede costar 100 euros. ¡Un neumático sin llanta puede costar 500!”, indica Carla. Eva la secunda. “Es un deporte muy caro y que exige mucho sacrificio. Necesitas tener el apoyo de tu familia y de tus amigos, si no estás perdido”. Las velocistas se lo piensan y recitan sus tres momentos favoritos en la competición. “Cuando salí en el rally de Tineo, la primera vez que corrí una subida de montaña, en el 2013 a Muncó. Fue una experiencia tremenda y la primera carrera que acabé. El último de mis momentos es cuando completé la temporada de carreras de montaña”.

Carla se piensa menos sus tres momentos “2003, empezar en Karting. 2015, la subida al Fito, y 2018, el Rally Princesa”. Ambas se despiden: “Queda mucho por correr”.

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