El FC Barcelona, ante la imposibilidad de afrontar una operación de la magnitud por Erling Haaland, ha realizado otras maniobras para potenciar la plantilla de la próxima temporada con el objetivo de consolidar el proyecto iniciado desde la llegada de Xavi Hernández al Camp Nou. Uno de los fichajes estratégicos es el de Robert Lewandowski, delantero polaco del Bayern Múnich.

El acuerdo con el jugador no supondría ningún problema debido al interés de Lewandowski por cambiar de aires y a las buenas relaciones entre el presidente Joan Laporta y el representante del jugador, Pini Zahivi, que cuida de sus intereses desde 2018, cuando dejó a Cezary Kucharski, agente que lo llevó al fútbol alemán en 2010. El Barça le ofrecería cuatro temporadas, hasta junio de 2026.

Por otra parte, el Barça le daría la posibilidad de liderar el que sería el primer proyecto inicial de Xavi en el banquillo azulgrana. El técnico egarense, aunque cuente ahora con Pierre-Emerick Aubameyang, que está ofreciendo un rendimiento inmediato, quiere un jugador de garantía contrastada ­–una estrella– para que finalice las acciones del talentoso centro del campo y del juego por las bandas que está moldeando para sacar el máximo rendimiento a su idea futbolística.

Rendimiento

En la entidad azulgrana entienden que Lewandowski puede rendir a nivel top dos años más (hasta junio de 2024) pero por su calidad y profesionalidad, es de aquellos jugadores focalizados en su carrera, podría alargar su rendimiento actual tal y como está haciendo desde hace años. Ahí están sus números, sostenidos en el tiempo: 339 goles en 366 partidos. Las últimas temporadas, por ejemplo, las finalizó con 40, 55, 48 y 45 goles.

El Barça, por otra parte, necesita una estrella y ha pensando en Lewandowski para que llene el vacío que quedó en la plantilla tras la marcha de Leo Messi al PSG en el verano de 2021. Con un jugador de nivel mundial en sus filas, además, el equipo barcelonista tendría una imagen más atractiva y global para sus patrocinadores.

Igualmente, Lewandowski no se ha distinguido nunca por ser un futbolista conflictivo ni problemático. Su actitud fuera y dentro de los terrenos de juego ha sido ejemplar y profesional. En Alemania solo fue expulsado con tarjeta roja directa en una ocasión, cuando defendía la camiseta del Dortmund en un partido contra el Hamburgo, en febrero de 2013.