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La ronda italiana y la historia

La cima del Giro que sepultó a Induráin

Este martes la prueba asciende el Valico de Santa Cristina donde el campeón navarro se despidió en 1994 de una tercera victoria en Italia por culpa de una pájara inesperada.

Miguel Indurain, en el Giro de Italia.

Las calas de las zapatillas de Miguel Induráin retumbaban como si fuera el peor de los dolores de cabeza sobre el suelo de madera del hotel de Aprica, domingo, 5 de junio de 1994José Miguel Echávarri, su mánager en el Banesto, con cara de circunstancias, atendía a dos periodistas, con el rostro tan fastidiado como el suyo, porque ese día, de no haberse cruzado el Valico de Santa Cristina, que se sube este martes, en el camino del corredor navarro, hoy tendría tres Giros en vez de dos en su palmarés.

“¡Vamos campeón! ¡Vamos, vamos!”. Echávarri abrió la puerta de la cafetería del hotel, donde no había siquiera el dueño del establecimiento, y se dirigió hacia la escalera que llevaba a las habitaciones. Por allí ascendía Induráin, entre peldaños de madera. No se había esperado a los actos protocolarios de un podio que lo aguardaba. Había perdido el Giro, pero había obsequiado con una de sus mejores exhibiciones ciclistas hasta que le entró la pájara en las rampas más duras del maldito Santa Cristina.

Etapa 16 del Giro 2022.

Hay montes traidores, porque no son famosos y no tienen pedigrí y porque no están llamados a fulminar a todo un campeón como era Induráin. Podía haber caído en el Stelvio, que se subió primero, o en el Mortirolo, que ya era conocido como el peor monte del Giro, ¿pero en el Valico de Santa Cristina? Qué no, que allí no podía sucumbir un Induráin que ya había ganado tres Tours y dos Giros.

Sin embargo, pasó. Y ocurrió cuando todos ya empezaban a apuntar su nombre como ganador del Giro de 1994, porque no se iba a dejar sorprender por dos jóvenes llamados Eugeni Berzin y Marco Pantani, al que todavía no lo conocían como ‘El Pirata’. El Valico de Santa Cristina, 13,5 kilómetros de subida, 1.078 metros de desnivel, un porcentaje medio del 8% y un máximo del 13%, pasó a la historia como la primera montaña que pudo con Induráin antes de que Hautacam enterrase las aspiraciones del campeón navarro de ganar un sexto Tour, en 1996, ante un Bjarne Riis que escalaba la cima de Lourdes con plato grande de forma increíble y con ‘fantasía’.

Este martes llega el Valico de Santa Cristina después de afrontar el Mortirolo, al igual que en 1994 pero por una cara distinta; la de este año, más suave que la que se encontró Induráin cuando decidió pasar al ataque e ir a la caza y captura de Pantani, con Berzin tocado y casi hundido. Induráin coronó el Mortirolo a 47 segundos del ciclista ruso para realizar un descenso que ponía los pelos de punta con su bici alcanzando los 100 kilómetros por hora en algunas rectas.

Fue el Induráin que en el primer paso por meta capturó a Pantani y se puso a tirar al inicio de Santa Cristina, sabedor de que solo le quedaban unos pocos segundos para vestirse virtualmente con la ‘maglia rosa’. Berzin ya no solo estaba tocado, sino hundido. Induráin brillaba para acallar las críticas que lo censuraban por ser menos aguerrido en la montaña y confiar siempre en las contrarrelojes; por cierto, en la del Giro de 1994 había fallado contra todo pronóstico.

Pero cuando llegaron las rampas intermedias, por encima del 10%, las que se encontrarán este martes los corredores del Giro, su ritmo empezó a decaer, Pantani, que circulaba a rueda, lo remató. Berzin, que iba peor que Induráin, nunca llegó a capturarlo, aunque Miguel llegó a la meta de Aprica a 3.30 minutos de Pantani y solo le sacó 36 insuficientes segundos a Berzin.

¿Qué pasó? ¿Por qué le entró la inesperada pájara? Lo explicó Vicente Iza, su masajista, en la biografía de Induráin (‘La estela de Miguel’, Cultura Ciclista) escrita por Carlos Tigero. “En la cumbre del Stelvio nevaba y yo avisé por radio a Eusebio Unzué (por aquel entonces director de Induráin). Le dije: ‘Hay que abrigar al niño’”. Miguel se puso perneras, guantes térmico, un chaleco y un gorro. Fue el único que subió los kilómetros finales con esa ropa. Cuando pasó por la cima la nieve y el mal tiempo desaparecieron por arte de magia y volvió la primavera al Giro. “Lo abrigamos tanto, que Miguel se deshidrató”… en Santa Cristina, la cima testaruda que se afronta este martes, en una de las grandes citas del Giro 2022.

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