Francia acogerá el mayor acontecimiento deportivo del fútbol europeo tras el respiro dado por el covid-19. París se prepara para acoger la final de la Liga de Campeones, en que se enfrentarán este sábado el Real Madrid contra el Liverpool. El desenlace final de la orejuda supondrá el desembarco en la capital francesa de unos 60.000 aficionados ingleses y poco más de 20.000 españoles. Tras una final a puerta cerrada en 2020 en Lisboa y con solo un tercio del aforo en Oporto el año pasado, el Stade de France acogerá la primera final de la Champions masculina pospandemia, con las gradas abarrotadas. Vuelve un gran noche del deporte rey, aunque esto también supondrá un reto para las fuerzas de seguridad. 

El principal desafío organizativo lo representan los 60.000 aficionados del Liverpool previstos en París. Aunque solo 22.000 de ellos tienen una entrada, varias decenas de miles volarán hasta la capital gala con la esperanza de comprar un billete en el último momento. O al menos vivir el ambiente in situ. 

Tras haberse agotado las entradas en los circuitos de compra oficiales, los precios en la reventa oscilan entre los 2.400, los 4.200 y hasta los 5.000 euros. Para acoger esta marea 'red', se ha creado un área específica en el bosque de Vincennes, en el sudeste de París, donde habrá una pantalla gigante.

Cerca de 7.000 policías desplegados

En cambio, los aficionados del Real Madrid podrán reunirse en el parque de la Legión de honor en Saint-Denis, cerca del Stade de France, en la periferia norte parisina. No habrá restricciones de ningún tipo por el contexto sanitario, tampoco en los transportes públicos se exige el uso de mascarilla. En la zona en los alrededores del estadio, con un aforo superior a los 80.000 espectadores, estará autorizada la venta de bebidas alcohólicas hasta las seis de la tarde. En otras ocasiones, como en la reciente final de la Copa de Francia, se había prohibido la venta de alcohol, pero esto tuvo efectos contraproducentes. Se desplegarán hasta 6.800 policías y gendarmes para hacer frente al acontecimiento deportivo más multitudinario en Francia desde la final de la Eurocopa en 2016.

Los seguidores del Madrid y el Liverpool serán los grandes protagonistas de este fin de semana en la capital francesa, marcada asimismo por el puente de la Ascensión (cuatro días festivos) y el éxodo de muchos de sus habitantes desde el jueves. La UEFA paga este dispositivo para acoger a los hinchas, mucho más ambicioso de lo previsto inicialmente al clasificarse un equipo inglés para la final. 

Sede inesperada por la guerra

La presencia del conjunto merengue también comporta su parte de morbo, al haberse convertido en las últimas semanas en el objeto de las iras —y luego burlas— de los aficionados del PSG por la operación Mbappé. Más allá de los insultos a principios de semana de aficionados del París contra el Madrid, no existe una especial rivalidad entre estas dos aficiones. No hay nada que haga pensar en posibles enfrentamientos entre seguidores parisinos y merengues.

Con la de este sábado, París habrá organizado seis finales del máximo torneo continental de fútbol. Este año se convirtió en la sede tras el estallido de la guerra en Ucrania. Inicialmente estaba prevista en San Petersburgo. La última de las finales parisinas tuvo lugar en 2006 y entonces el Barça de Rijkaard se impuso al Arsenal de Wenger (2-1). El Madrid ya había tocado la gloria en el Stade de Francia cuando ganó al Valencia en el 2000. Pero fue derrotado en la capital francesa en 1981 por el mismo Liverpool. Esta final, con las gradas llenas y sin restricciones, enfrenta a dos clubes con muchos quilates de fútbol y de historia.