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Derrota para aprender

¿Por qué se cabreó tanto Xavi en Múnich?

Siete razones por las que el entrenador del Barça se marchó enfadado de Alemania tras ser derrotado por el Bayern en Champions

Xavi, preocupado, tras encajar uno de los dos goles del Bayern en Múnich. EFE

En Múnich encajó el Barça la primera derrota de la temporada. Quedó frustrado Xavi porque su equipo no supo interpretar lo que demandaba el partido, desperdiciando una excelente primera mitad, sintetizada en la falta de acierto de Lewandowski.

Y como le ocurrió en la primera jornada ante el Rayo Vallecano (0-0) se quedó seco el Barça ante el Bayern, lo que le obliga a analizar, y con todo detenimiento, lo ocurrido en Alemania (2-0), que le deja sin margen de error en el doble duelo ante el Inter (el 4 de octubre en Milán y el 12 en Barcelona).

¿Por qué Xavi se marchó irritado de Múnich?

Porque el Barça desperdició una clara ocasión de "ganar de una vez por todas" en Múnich, según admitió el técnico, dolido como quedó porque no fue capaz de aprovechar su excelente juego. No se vio avasallado por el Bayern, pero sí fue superado en las áreas dejando al descubierto lógicas disfunciones de un Barcelona en proceso de construcción donde no se ha logrado la estabilidad defensiva necesaria.

Más que una derrota resultó un manual de instrucciones para lo que no se debe hacer. Fue "un aprendizaje duro", como confesó el propio Xavi, porque colocó a su Barça ante el espejo europeo, donde los despistes te llevan por el camino de la perdición. Pasó el técnico del "estoy enfadado porque era un día para ganar aquí” al “me voy cabreado porque no se puede perdonar tanto".

¿Por qué tan buen juego tuvo cero eficacia? 

Porque el Barça remató mucho (10 disparos en la primera mitad, algo que no recibía el Bayern desde hacía 14 años en Europa) y mal. Mal porque a Lewandowski, el símbolo de la eficacia azulgrana, se le quedó seco el grifo de los goles. Acabó el equipo de Xavi con 18 remates (siete fueron del polaco, el 39%) y tan solo cuatro a puerta (apenas el 22%).

El delantero centro del Barça, que llevaba nueve goles en los primeros seis partidos, se extravió. En su regreso a Múnich, tenía el punto de mira perdido, aunque protagonizó, con dos tiros a puerta, el 50% de la producción ofensiva del equipo.

Pero topó siempre con el cuerpo de Neuer, su antiguo compañero, el portero que minó anímicamente a los azulgranas. Y, sobre todo, a un desconocido Lewandowski. Disparó más que nunca y con menos acierto que nunca. 

"En la primera parte, el Barcelona tuvo mejores ocasiones que nosotros. Pero en la segunda nuestra eficacia marcó la diferencia", sentenció Nagelsmann, el técnico del Bayern Múnich, compartiendo el mismo diagnóstico que dio Xavi.

¿Por qué tuvo el Barça errores estructurales que provocaron su derrota?

No solo jugó bien, muy bien la primera parte, sino que el Barça también arrancó bien la segunda como prueba un peligroso remate de Raphinha, que se escapó bordeando el poste izquierdo de Neuer, el meta del Bayern. No había pasado ni un minuto desde que habían vuelto de los vestuarios.

Entró con energía el equipo de Xavi tras el descanso, donde Nagelsmann realizó solo un cambio, pero de enorme calado. Quitó a Sabitzer, que había visto una tarjeta amarilla (m. 19), y colocó a Goretzka para fortalecer aún con el medio campo, añadiéndole así la amenaza de un tiro lejano. Y de esa manera llegó la jugada del 1-0. Un disparo exterior del centrocampista fue repelido por Ter Stegen con una felina intervención. Era córner, el preludio del desastre, que delató la debilidad aún de la estructura defensiva azulgrana.

"En estos niveles acabas pagando los errores. Esto es la Champions", dijo molesto, dolido y hasta resignado Xavi. "Era un día para ganar aquí, no para empatar. Era para ganar y hemos perdido", admitió luego el técnico. "Hemos creado siete ocasiones clarísimas y no hemos hecho ni un gol. Se debe hacer, se debe hacer. Son muy claras, muy claras las ocasiones. Tiene que ser gol", exigió el entrenador.

¿Por qué defendió mal el córner del 1-0? 

La parada de Ter Stegen había evitado el gol. Pero llegó segundos más tarde cuando el Barça, que solo concedió cuatro saques de esquina en 90 minutos, cometió un grave error individual. Era el primer córner a favor del conjunto alemán.

Sacó Kimmich con exquisita precisión desde la izquierda del ataque alemán, y el balón, curvado y potente, se plantó en el área pequeña azulgrana tras superar una línea de hasta tres defensas y todos con excelente dominio del juego áereo: Lewandowski, el encargado de tapar el primer palo, Raphinha y Christensen.

Ninguno llegó a tiempo de interceptar el vuelo del balón y, además, Marcos Alonso, que había completado un excelente encuentro hasta ese momento, se despistó de tal manera que asistió como espectador de primera fila al cabezazo de Lucas Hernández. A Ter Stegen, que salió tarde, le dejó en mal lugar que el defensa francés rematara a metro y medio de la línea de gol.

Hasta seis defensas del Barça superpoblaban el área pequeña del meta alemán, pero sin leer adecuadamente la jugada. "El primer gol ha llegado por un error de marca", confesó Xavi sin querer poner nombre individual, pero sí colectivo a un Barça que no supo protegerse en esta decisiva acción a balón parado.

¿Por qué no supo frenar el gol de Sané, el 2-0?

Un córner precipitó el desplome del Barça, que jugaba en Múnich con una defensa tan nueva como inédita. Nunca habían coincidido en el once inicial Koundé (lateral derecho), Araujo (central diestro), Christensen (central zurdo) y Marcos Alonso (lateral izquierdo).

Era obvio, por lo tanto, que tendrían desajustes en su funcionamiento porque se estaban conociendo. Y, además, en el peor escenario posible: el Allianz Arena de Múnich, un estadio donde los azulgranas jamás habían ganado. "El segundo gol ha llegado por no parar contras. Ellos sí paran, ellos no nos dejan, ellos paran contras, paran transiciones, hacen faltas… Si es tarjeta, es tarjeta, pero eso también es competir".

Pues nada de eso hizo el Barça en la acción del 2-0 rubricado por Sané tras una larga jugada de ataque. Larga pero no detectada en ningún momento por el equipo de Xavi, que estaba achicando balones tras el cabezazo de Lucas Hernández. Un despeje a ningún lado de Marcos Alonso, con el Barcelona angustiado en su propia área, ejerció de despertador para el Bayern.

Busquets salió mal a la presión sobre el balón y la acción le pilló siendo, junto a Lewandowski, el azulgrana más adelantado. Sané y Mazraoui iniciaron en el flanco derecho una acción que no parecía peligrosa porque estaban rodeados por tres azulgranas: Pedri, Dembélé y Marcos Alonso.

Pero hallaron el atajo con suma facilidad para desgarrar a la defensa del Barça al conectar Sané con Musiala, mientras Gavi, tímido defensivamente, tocó la camiseta del extremo para tumbarlo. Era la falta que pedía después Xavi. La falta que no se hizo. Tocó Gavi, pero no derribó al chispeante extremo del Bayern.

Sané, como Pedro por su casa, cabalgó casi 50 metros, desde la derecha, junto a la línea del centro del campo, hasta la frontal del área pequeña para firmar el segundo tanto alemán aprovechando el boquete originado en el eje de la zaga donde ni Christensen primero ni Araujo después supieron taparlo. La correción del lateral Koundé tampoco llegó a tiempo de enmendar tan grave disfunción.

"Tenemos que aprender de nuestros errores. Nos salen por dentro", se quejó Xavi. "¡Y por dentro no nos pueden entrar, ¡En ningún momento! Lo habíamos trabajado, lo habíamos hablado", dijo mientras rememoraba que en apenas 33 segundos, el Barça se topó con los viejos demonios futbolísticos y hasta de espíritu que le impiden ganar en Múnich.

¿Por qué se desplomó tan rápido el Barça?

"Ellos son un equipo hecho y nosotros prácticamente estamos en el inicio", argumentó Xavi para explicar la diferencia de oficio que aún le separa del Bayern. No necesitó ni cuatro minutos el conjunto de Nagelsmann. Un equipo que huele la debilidad del rival. Y cuando lo tiene en sus manos, no perdona.

Solo tres minutos y 51 segundos transcurrieron entre el cabezazo de Lucas y el eslálon de Sané, culminado con un sutil toque con la pierna derecha. "Si queremos competir en la Champions debemos mejorar en las áreas", admitió Xavi,  "orgulloso" por lo que vio en la primera parte y "cabreado" por ese desplome en menos de cuatro minutos.

Orgulloso de la valentía y atrevimiento que exhibió su equipo para llevar el partido al territorio que le convenía, aunque de nada le sirviera. Y cabreado, al final, porque el propio Barça se autocondenó con esos dos errores conceptuales tan graves.

"El juego fue bueno, diría que excelente en la primera parte y luego dominando al Bayern en los últimos 25 minutos de la segunda mitad", explicó Xavi, recalcando que hasta en "términos de intensidad" supo estar bien su equipo. Pero no es suficiente.

No, tampoco es problema de correr. El Bayern, según los datos oficiales de la UEFA, recorrió 119,9 km; el Barça, 118,6. O sea, solo 1.300 metros menos los azulgranas. "Te vas con un 2-0 que no refleja para nada lo que se vio en el campo. ¡Pero esto es la Champions!".

Y volvió el Barça a casa con una derrota sobre la que debe reflexionar y analizar porque no puede cometer esos errores en Europa ya que le aguarda el doble duelo con el Inter (el martes 4 de octubre en Milán y el miércoles 12 en el Camp Nou) donde no puede cometer los errores de Múnich.  

¿Por qué las 'vacas sagradas' no salieron del banquillo?

Agotó los cinco cambios Xavi en Múnich, pero ni Piqué ni Jordi Alba aparecieron en el Allianz certificando que el cambio de rumbo en la gestión de la plantilla ya es una realidad. Busquets, sustituido por Kessié (m. 80), es el único de los cuatro capitanes en el que mantiene aún su confianza el técnico. Sergi Roberto fue, junto a Pablo Torre, uno de los dos futbolistas descartados ya que viajaron 25 a Alemania y solo 23 podían estar en la lista oficial de la UEFA.

Piqué, como ya se ha visto en el inicio de esta temporada, le corresponde el rol de quinto central. Ante el Bayern, Xavi usó a los cuatro que están por delante suyo: Koundé, que fue lateral diestro, Araujo y Christensen. Y en la segunda mitad, sacó al defensa danés y puso a Eric García (m. 70). No hubo, por lo tanto, rastro alguno de Piqué en el partido más importante de la temporada. Hasta ahora, claro.

Lo mismo sucedió con Jordi Alba, destinado a ser el tercer lateral zurdo de la plantilla. Apostó Xavi por situar a Marcos Alonso en el costado izquierdo de la zaga dándole, por vez primera, la titularidad y sentando así al joven Balde, que ha aparecido en el once inicial en tres de los siete partidos que ha disputado el Barça. Alba solo lo ha sido en dos encuentros: Rayo y Cádiz.

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