Cuando parecía que el dopaje era una historia de mal gusto superada en el mundo del deporte y que los únicos positivos que se citaban -afortunadamente cada vez menos- eran los de infección por covid, una estrella del tenis, la rumana Simona Halep, ha sido suspendida de forma provisional por hacer uso de un fármaco denominado roxadustat, de pronunciación extraña, pero que se trata de un avance de la medicina para evitar que las personas con problemas renales, que necesitaban inyectarse para estimular la EPO y combatir la anemia, puedan solucionarlo con una simple pastilla y así mejorar su calidad de vida.

De hecho, el deporte, o al menos los tramposos, ya conocieron este fármaco cuando todavía estaba en fase de prueba y en 2015 dos ciclistas, alejados de la fama y las victorias, fueron pillados con la 'nueva EPO' que no necesitaba de jeringuillas y sin necesidad de mantenerla en refrigeración, pero que enseguida se vio que resultaba mucho más fácil de identificar en un control antidopaje que la eritropoyetina tradicional.

Cuatro años de castigo en riesgo

Halep se arriesga a una suspensión de cuatro años, después de que la Agencia Mundial Antidopaje doblase las vulneraciones más graves al código ético. Por si fuera poco, la tenista rumana de 31 años, novena en la clasificación mundial y exnúmero uno del tenis, tiene muy complicada la defensa puesto que este medicamento está considerado como una sustancia “no específica”, lo que quiere decir que no ha llegado al cuerpo de forma accidental y sí por un consumo directo.

Por eso, está más que comprometida la carrera de una tenista que vivió en Wimbledon 2019 el punto culminante de su carrera cuando logró el título al derrotar en la final a Serena Williams con una gran exhibición. Curiosamente, Patrick Moratoglou, el entrenador de la estadounidense, también lo había sido de Halep.

El triunfo en Londres le llegó después de conquistar Roland Garros el año anterior, en una carrera en la que ha sumado 24 títulos, gracias, sobre todo, a la solidez de su juego y la capacidad de esfuerzo en la pista desde que comenzó en el circuito de la WTA en 2010. Además, entre octubre de 2017 y febrero de 2019, fue la número uno del circuito, hasta que cedió la ilustre posición a la japonesa Naomi Osaka tras ganar el Abierto de Australia.

Insinuó la retirada

La jugadora rumana disputó su último partido en el Abierto de Estados Unidos de este año cuando perdió sorprendentemente en primera ronda ante la ucraniana Daria Snigur (124ª mundial). Y de Nueva York, precisamente, procede el control antidopaje que ahora puede poner punto y final a su carrera deportiva. Y eso que en 2021 barajó la posibilidad de retirarse tras un parón de cuatro meses. “Dudaba de mí misma, de si mi cuerpo podía mantenerse al máximo nivel. Sí, probablemente estuve muy cerca de dejar el tenis. No tenía energía y tampoco confianza en poder estar en el circuito al máximo nivel", declaró por aquel entonces.

Ahora, evidentemente, defiende su inocencia, lo que no supone ninguna novedad en una deportista que ha dado positivo, y une su nombre al del último caso de dopaje conocido en el tenis femenino, el de Maria Sharapova. En 2016, la tenista rusa fue castigada 15 meses por hacer uso de meldonium, un medicamento distribuido principalmente en Rusia para combatir diversos problemas cardiacos y que luego se demostró que también mejoraba el rendimiento deportivo.

El caso de Valieva

Curiosamente, el positivo de Halep coincidió con la comunicación de la RUSADA, la agencia rusa antidopaje, que informó que mantenía la confidencialidad sobre la resolución del caso de la patinadora Kamila Valieva y su dopaje revelado durante los Juegos de invierno de Pekín, en febrero, al tratarse de una “atleta protegida” al ser menor de edad. Valieva, con 16 años desde abril, presentó en una muestra antes de la cita olímpica restos de un medicamento denominado trimetazidina, que se usa para tratar la angina de pecho, y que ella aseguró haber tomado por error. Era la medicación de su abuelo.