La defensa de Luis Rubiales recurre al Instagram de Hermoso: “Que el beso no gustase a la jugadora no invalida el consentimiento”

La abogada Olga Tubau pidió al juez Central de lo Penal de la Audiencia Nacional, José Manuel Fernández-Prieto, la absolución del expresidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) Luis Rubiales, porque Jennifer Hermoso consintió el beso, como, en su opinión, acreditan varias pruebas, entre ellas, el directo que la propia jugadora colgó en Instagram, en el que según la defensa le preguntaron que "qué había dicho" y ella respondió con un "pues vale". "Si hubiera sido objeto de una agresión sexual, si lo hubiera vivido así, no puede contestar 'pues vale'”, argumentó la letrada, que más adelante también cuestionó que en su primera entrevista minimizara lo ocurrido y que bromeara sobre ello, si efectivamente hubiera sido víctima de una agresión sexual.

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El informe de conclusiones de la prestigiosa letrada se dividió en tres bloques para pedir la absolución por cualquiera de ellos. El primero consistió en considerar acreditado el consentimiento; el segundo, en reclamar que no se puede confundir "pecado y delito", porque se trató de "una manifestación incontrolable, ¿una conducta inadecuada? sí, ¿delictiva? no", aseveró. El tercero fue recordar al magistrado que en caso de duda sobre lo que realmente ocurrió tiene que absolverle por el principio de 'in dubio pro reo', por el que siempre se debe beneficiar al acusado. "Como mínimo estamos en una incertidumbre objetiva", afirmó.

El vídeo de Instagram en el vestuario, tras ganar el Mundial, será una de las claves de la sentencia que redactará el magistrado, que varias veces durante la vista oral que concluirá este viernes, ha advertido a las partes de que no hacía falta que le interpretaran unas imágenes que puede ver por sí mismo y sacar sus propias conclusiones. Para la defensa la jugadora respondía con un "vale" a la pregunta de "¿qué le has dicho?" y para las acusaciones lo hacía a "¿qué te dijo?"

Jennifer Hermoso también contestó con un "pero no me ha gustado" a las preguntas de sus compañeras, pero para la letrada eso "no es incompatible" con haber dado su consentimiento, porque "podía no haberle gustado el propio contacto físico o la repercusión que tuvo en los medios en España y el resto del mundo".

En su opinión, lo ocurrido "ni se vivió ni se interpretó por Jennifer Hermoso como una agresión sexual" en ese momento, porque no se habría aplaudido a un agresor sexual, ni se habría despedido en el pódium de él "con dos palmadas en la cintura y una sonrisa"; tampoco le habría quitado hierro en su primera entrevista. Solo concedió al ministerio público y las acusaciones que estaba destrozada porque se había cambiado el foco del éxito deportivo al beso.

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En esa línea de negar la mayor puso en duda la existencia de una agresión sexual, porque nunca se habría podido solucionar con el perdón del acusado, aunque alguna de las futbolistas declarara que habría servido para rebajar la tensión. También recurrió a unas declaraciones de la capitana Ivana Andrés en las que lamentaba que lo ocurrido se sacara de quicio. "Nadie con una mínima sensibilidad consideraría que una agresión sexual se está sacando de quicio", alegó.

"Yo sí te creo" fuera de la justicia

La abogada se permitió hasta responder a la fiscal y señaló que a ella tampoco le "gusta tener que indagar" sobre el comportamiento de las víctimas de delitos sexuales, pero cuando ejerce la acusación particular, a las mujeres que le confían sus derechos les explica que el examen de las redes sociales que hacen las defensas no es para revictimizarlas, sino porque "hay un derecho de defensa" y pueden obtenerse "elementos que sirvan a las tesis exculpatorias". A continuación enmarcó las palabras de la teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Marta Durántez, en el "Yo sí te creo" para añadir: "Si hay un espacio al que no puede llevarse es al de los tribunales, donde las penas deben desprenderse no de delitos creídos, sino de delitos demostrados".

La abogada también consideró acreditado el consentimiento en la prueba pericial realizada por un perito sordo que dijo haber leído en los labios de Rubiales un "¿te puedo dar un besito?" Afirmó que si las acusaciones no habían presentado un contrainforme era porque "habían tanteado el resultado y no les favorecía".

Reclamó "una labor pedagógica", porque un "juicio moral no siempre conlleva una sanción penal" y explicó que Rubiales admitió ante el tribunal haber metido "la pata, pero no porque cometió una agresión sexual, sino porque no se comportó como un representante institucional". Además, sostuvo que la jurisprudencia del Tribunal Supremo evocada por las acusaciones para tratar de conseguir la condena no es de aplicación al caso, y aseguró que para imponer una pena a Rubiales por el beso sería imprescindible que hubiera habido ánimo libidinoso, extremo que el acusado negó con un "jamás" ante el juez.

Respecto a las coacciones por las que las acusaciones piden año y medio de cárcel para cada uno de los acusados (el propio Rubiales, el exseleccionadora nacional Jorge Vilda, el exdirector deportivo de la masculina Albert Luque y el exdirector de marketing Rubén Rivera), se limitó a negarlas, porque "no sabe si hubo, pero eficaces no fueron", ya que la jugadora se negó a confirmar en un vídeo que había dado su consentimiento. Con evidente ironía acabó preguntando por qué no se había imputado a la actual seleccionadora, Montse Tomé, cuando es la que hace posible las "consecuencias" con las que se presionó a la futbolista, al no convocarla.