TENIS
Carlos Alcaraz, la vida divertida y los rigores del tenis: "Anda que habría corrido cinco horas si entrenara solo a ratitos"
El mundo del tenis debate sobre los beneficios y prejuicios de combinar la disciplina profesional y el ocio juvenil a raíz del documental de Netflix en que el tenista murciano aboga por disfrutar más allá de las pistas

Alcaraz, con los recogepelotas de Roland Garros.

Después de elevar el trofeo de campeón, de someterse a los rituales del ganador y de valorar tantas veces como se le reclamó la remontada en la final más larga de Roland Garros, Carlos Alcaraz avisó que esa noche quería fiesta. Ya eran ganas después de más de cinco horas corriendo detrás de la bola peluda que le envió a toda velocidad Jannik Sinner, pero a los 22 años, en su estado de forma, se debe poder con todo.
Alcaraz está demostrando que a su edad se puede combinar los rigores del tenis con un poco de vida lúdica, que no hace falta una dedicación estajanovista como ha sido siempre preceptivo, que se puede ser el número 1 y ganar Grand Slams dándose un respiro de la raqueta y actuando de vez en cuando como un veinteañero convencional.
El tenis mundial viene de lustros admirando la disciplina militar de Rafa Nadal, de Roger Federer e incluso del más extrovertido del ‘Big 3’, Novak Djokovic, y ahora irrumpe un Alcaraz que proclama que necesita airearse y si conviene, irse a Ibiza, a un barco o una discoteca. Es un tema que ha creado opiniones interesantes y también patosas desde que el murciano confesara que no quiere prescindir de sus ratos de diversión durante su carrera. Lo hizo en el documental de Netflix, cuyo título es suficientemente ilustrativo: 'A mi manera'.
"Cada jugador es diferente. Pero yo, para alcanzar mi mejor nivel, tengo que separar la parte profesional de la personal. Tengo que tener mis días libres para disfrutar, para olvidar que soy un tenista profesional. Estar con mis amigos, con mi familia, estar calmado, descansar un poco y aparcar la raqueta”, ahondó en una reciente rueda de prensa. Lo tiene muy hablado con su equipo, de ahí que Juan Carlos Ferrero, su entrenador, ni parpadeara cuando escuchó en París que el chico quería fiesta para celebrar el título. “Bueno, le dejase o no, se iba a ir de todas maneras…”.
Reflejo generacional
Alcaraz es, seguramente, un reflejo generacional. Se puede hablar de Lamine Yamal, de Nico Williams, de profesionales que acatan los sacrificios del deporte sin ocultar que necesitan otros entretenimientos para desconectar, que quieren ser felices dentro y fuera de la pista. En el caso de Alcaraz, tanta transparencia y honestidad ha conllevado cierta exageración, hasta el punto de coserle una fama de fiestero que no casa con la fortaleza física que exhibió en la Philippe-Chatrier.

Carlos Alcaraz se abraza a Jannik Sinner tras concluir la final de Roland Garros. / Associated Press/LaPresse / LAP
"Yo creo que el tenis de máximo nivel demanda mucho. No creo que Carlos vaya a ganar Grand Slams acostándose a las siete de la mañana. Seguro que poco a poco se va a dar cuenta de lo que necesita para estar a ese nivel y lo va a implementar", advirtió el mes pasado el tenista Roberto Bautista en Madrid. El éxito rotundo en Roland Garros ha permitido que este tipo de consideraciones se desinflaran.
Hoy día puede que el tenista de El Palmar aún esté dando los últimos coletazos de su celebración. Resultaría antinatural cerrar el partidazo del siglo con un encierro monacal. “Está desconectando”, dijo Ferrero el lunes por la noche a ‘El Larguero’, de la cadena SER. “Ayer le dije que lo pasara bien, que se lo merecía, pero que se acordara de que es tenista en todo momento. Ya sabemos cómo es y le va bien. Cuando vuelve, vuelve bien de cabeza, renovado. Y ya no es la palabra fiesta, es por la desconexión de estar con sus amigos, de no pensar en tenis y de ser una criatura de 22 años en su normalidad", dijo.
El calendario corre y en nada empieza la temporada de hierba. Primero, Queen’s, y luego, Wimbledon, y el objetivo de un sexto Grand Slam. El año pasado, después de conquistar su primer Roland Garros, se escapó unos días a Ibiza. Se le vio en alguna de esas discotecas de fama internacional pasándolo estupendamente. ¿Pasó factura o le benefició? Pues lo segundo, a la vista del resultado: volvió y levantó la copa en la catedral británica.
El mito de la vida en martirio
Compartimentar su vida le funciona y de alguna forma rompe el mito de que en el tenis todo es sacrificio y martirio. “Ser profesional de élite de cualquier deporte viene aparejado un sacrificio. No pueden hacer lo mismo que sus amigos. Ahora bien, salir puntualmente a esas edades, o cuando están de vacaciones, no hace daño porque se recuperan enseguida. Además, hay muchas formas de salir y lo importante es que recuerden siempre que son tenistas”, explica a EL PERIÓDICO Javier Duarte, que ha entrenado a una infinidad de jugadores españoles que alcanzaron la élite como Àlex Corretja, Alberto Berasategui, Carlos Costa, Pablo Carreño o Nico Almagro.
“A algunos les gusta pasarlo bien y dentro de un orden se puede combinar. Anda que se aguantan cinco horas con esa intensidad física y mental entrenando solo unos ratitos”.
Berasategui considera que Alcaraz no es un caso singular de saber mezclar el tenis y el ocio. “Va con el carácter del deportista”, expone a este diario el que fuera subcampeón de Roland Garros. “A algunos les gusta pasarlo bien y dentro de un orden se puede combinar. Carlos Moyá es de los que jugadores que más ha sabido disfrutar de la vida y mira qué carrera tuvo, llegó a número 1. Si no descansas bien y no te cuidas a la larga te puedes perjudicar con lesiones, pero hay deportistas que a nivel mental necesitan una vida social. Puede ser perfectamente compatible y muy sano”. Y en el caso concreto de Alcaraz, Berasategui explicita una evidencia: “Anda que se aguantan cinco horas con esa intensidad física y mental entrenando solo unos ratitos”.
El extenista Tomàs Carbonell opina que el debate sobre los hábitos de Alcaraz “parte de un punto de partido erróneo. Se quiere dar la imagen de que es un jugador diferente a Nadal y que cuando quiere disfrutar, disfruta, y se ha llevado a un extremo que no toca. Que salga algún día es normal, también lo hacía Rafa. Pero que Carlos es un enorme profesional no hay duda alguna. Ya te digo yo que cuando hay torneos no sale”. Carbonell considera, en este sentido, que un tenista requiere de más disciplina que, por ejemplo, un futbolista. “Es un deporte de máxima precisión y si te desajustas unos milímetros la bola sale fuera. Cada mínima sensación la pelota la percibe”.
"Se quiere dar la imagen de que es un jugador diferente a Nadal y que cuando quiere disfrutar, disfruta, y se ha llevado a un extremo que no toca. Que salga algún día es normal, también lo hacía Rafa. Pero que Carlos es un enorme profesional no hay duda alguna"
En el documental de Netflix se trasluce que algunas decisiones de Alcaraz han generado discusiones internas. "Carlos [tiene que entender que no es un chaval normal de 22 años", asegura Albert Molina, representante del jugador. Pero Alcaraz ha decidido que solo hay una vida y que el tenis es primordial, pero no exclusivo. "Aunque el documental hable de a su manera, realmente la manera de Carlos es entrenar. Siempre ha entrenado al 100%", aclara Ferrero, consciente de que un mal Roland Garros habría agriado el debate sobre el estilo de vida.

Alcaraz junto a Ferrero / LAP
El socarrón Corretja, que estaba en la entrevista de la cadena SER, coló el tema por el filtrador del humor. Le espetó a Ferrero: “¡Pero cómo le dices que no salga, si cuando ganábamos la Copa Davis nos pegábamos un fiestón que lo quemábamos todo!”. Y Ferrero, riendo: “¡Que no se entere Carlos!”.
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