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Fallece Luis Balagué, histórico del ciclismo de Asturias y su gregario más querido

Nacido en Oviedo y residente en Mieres, trabajó para leyendas como Anquetil o Luis Ocaña

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Imágenes de la vida del exciclista Luis Balagué, ilustre gregario fallecido ayer tras una larga enfermedad LNE / J. E. C.

El ciclismo asturiano se vio golpeado ayer por la triste noticia del fallecimiento de Luis Balagué a los 76 años de edad en el hospital Álvarez Buylla de Mieres tras una larga enfermedad. Balagué, nacido en Oviedo y vecino de la localidad mierense de Ujo, fue un ciclista ilustre que se dio a conocer como gregario de lujo de estrellas como Anquetil, José Pérez Francés o Agustín Tamames. Pero si hubo una leyenda de la que Balagué fue escudero y amigo esa fue Luis Ocaña. De hecho, hoy en el féretro de Balagué se colocará un maillot de la selección española que vistió en el Mundial de Barcelona de 1973 corriendo al servicio del conquense, que fue medalla de bronce.

Balagué, apodado “El Bala”, era además presidente de la Asociación de Exciclistas de Asturias desde 2004. El ovetense destacó durante su carrera por ser un excepcional escalador. A pesar de su condición de gregario, como profesional logró victorias importantes en etapas de la Vuelta a los Valles Mineros, de la Vuelta a Asturias y de La Rioja. Una de sus grandes hazañas fue ganar la etapa Manresa-Zaragoza de La Vuelta a España de 1972 tras 259 kilómetros escapado en solitario. Saltó nada más salir y, bajo un fuerte viento, acabó ganando en la escapada más larga que se ha dado en la historia de la ronda española. En su palmarés también tienen un lugar de honor su tercer puesto en un campeonato de España de Montaña y su octavo plaza en la general de la Vuelta a España 1973.

Pero, más allá de sus victorias, Balagué, que fue dueño de una empresa de tapicería, será rememorado como un gran corredor de equipo que se empleaba a fondo al servicio de los líderes en los grandes puertos de Tour de Francia, Giro de Italia y Vuelta a España. Formó parte de los equipos profesionales del Bic, Werner, La Casera, SuperSer y Teka y su carrera profesional se extendió de 1969 a 1977.

Fue en 1973 cuando Luis Ocaña le adoptó como su escudero y el asturiano cumplió a la perfección, siendo un apoyo fundamental durante la competición y también después de bajarse de la bicicleta por su forma alegre de tomarse la vida. Balagué era alguien capaz de levantar el ánimo de los compañeros en las duras concentraciones y en las largas estancias en los hoteles. Ocaña, con el que compartía habitación en las competiciones, le tenía casi como su confesor. Una amistad que duró hasta el fallecimiento del conquense en 1994.

El ejemplo de fiel escudero que fue Balagué para Ocaña sirvió después a otros ciclistas asturianos como Antonio Menéndez para José Manuel Fuente, “El Tarangu”, o Chechu Rubiera, Dani Navarro y Benjamín Noval para Lance Armstrong y Alberto Contador. Tras su carrera profesional, Balagué fue un importante apoyo para muchos aficionados, a los que aconsejaba y a los que, en algunos casos, ayudó a pasar a ser profesionales.

En aficionados ganó todas las carreras importantes de España, fue muy bueno

Antonio Menéndez - Exciclista

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Uno de los que coincidió varios años con Balagué en el pelotón fue Antonio Menéndez, aunque nunca estuvieron en el mismo equipo. El excorredor de Cangas del Narcea, profesional desde 1970 a 1979, lamentaba ayer profundamente el fallecimiento de Balagué: “Éramos más que amigos, tanto o más que López Carril o El Tarangu, nunca coincidimos en un equipo profesional pero siempre que salíamos a correr íbamos juntos en el coche. Siempre tuvimos una relación muy especial”, decía. Donde sí coincidieron fue de aficionados en el equipo Ferrys: “En aficionados ganó todas las carreras importantes de España, entre ellas la Vuelta a Asturias. Fue muy bueno. Los mejores años de nuestra vida los pasamos juntos”, lamentaba.

Para los ciclistas asturianos era un referente; al que se quedaba sin equipo siempre le echaba una mano

Jesús López Carril - Exciclista

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Jesús López Carril, hermano del fallecido Vicente, también tiene gratos recuerdos de Balagué. “Para los ciclistas asturianos era un referente, nos ayudó a muchos porque tenía contacto con todos los directores y al que se quedaba sin equipo siempre le echaba una mano. Yo fiché con el Werner amateur gracias a una gestión suya y ahí corrimos en el año 1969 Fuente, Casas y yo. Era una persona muy abierta”, señala.

Siempre estuvo en los mejores equipos de aquella época, con ciclistas como Ocaña o Anquetil

Luis Alberto Ordiales - Exciclista

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Luis Alberto Ordiales también coincidió con Balagué en sus últimas temporadas de profesional. Le rememora “como un gran luchador”: “Siempre estuvo en grandes equipos profesionales, los mejores de aquella época, y con ciclistas de la talla de Anquetil o Luis Ocaña, era un gregario de lujo”. Ordiales destaca también que “era una gran persona y un buen amigo”. ¡

Le cogí mucho cariño, lo pasábamos muy bien con él, era muy divertido, alguien entrañable

Chechu Rubiera - Exciclista

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El también exciclista Chechu Rubiera, mucho más joven, no tiene recuerdos del Balagué corredor pero sí de su importancia posterior en el ciclismo asturiano: “Le cogí mucho cariño, en las reuniones de la Asociación de Exciclistas lo pasábamos muy bien con él, era muy divertido y siempre bromeaba mucho con su estado de salud, se reía comentando que había enterrado a muchos médicos, era entrañable”. Una de las anécdotas que le escuchó Chechu Rubiera fue una en la que Balagué contaba que apostó con sus compañeros a que subía los Lagos de Covadonga con el plato grande y el piñón pequeño: “Lo consiguió y nos contó que el dinero que ganó lo invirtió en botellas de champán para las cenas del equipo”.

Te podías pasar ocho horas escuchándole contar anécdotas, que no te aburrías

José Antonio Díaz - Presidente de la Federación Asturiana de Ciclismo

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El presidente de la Federación Asturiana de Ciclismo, José Antonio Díaz, destaca sus méritos deportivos: “En su día fue uno de los mejores ciclistas de Asturias y ganó carreras importante”. Pero también hace pronto una referencia a su bonhomía: “Como persona era de lo mejor que había, se ponía enseguida a contar anécdotas de su época y te podías pasar ocho horas escuchándole que no te aburrías”. Una persona que, explica Díaz, “aparecía por las carreras” y que hace cinco años recibió el mejor homenaje que se le pude hacer a un ciclista, sobre todo a un escalador: darle el nombre de un puerto, Así se hizo con el Alto de Carabanzo, en su querida Cuenca del Caudal.

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