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Radiografía del deporte asturiano en la pandemia: El árbitro ya no pita nada

“Es duro”, dice Carlos Fuente, uno de los colegiados afectados por el parón de las ligas de categorías inferiores y regionales

Carlos, árbitro asturiano Irma Collín

El deporte de competición necesita de alguien que se encargue de hacer cumplir las normas que dan sentido a cada una de las disciplinas. Un árbitro que tenga la formación adecuada para impartir justicia y que esté en un estado de forma adecuado para seguir de cerca a los contendientes. De todos ellos, los que están más arriba, los que ganan más dinero y tienen más reconocimiento sí que están ejerciendo su labor en las competiciones de categoría nacional. Sin embargo, en Asturias todo el entramado de colegiados que se dedicaban a pitar en las categorías inferiores y en las regionales están parados, sin saber cuándo podrán volver a hacer sonar sus silbatos.

Uno de ellos es Carlos Fuente, ovetense de 21 años que dirige partidos de categorías inferiores de fútbol y que esta temporada aspiraba a pitar ya en Segunda Regional. El carbayón empezó a arbitrar hace tres años y medio. Lo peor de todo es la incertidumbre, unas veces dicen una cosa y luego todo cambia y uno ya no sabe a qué atenerse”, dice el colegiado asturiano. Y es que, añade, “el árbitro tiene que entrenarse igual porque si te dicen que te toca volver tienes que estar preparado”.

Estudiante de Magisterio Infantil, Carlos Fuente reconoce que haber perdido los ingresos por arbitrar no es un drama económico porque tiene un respaldo familiar. Aun así, ese dinero que percibía sí que le permitía cierta independencia económica, algo que, asegura “ayudaba bastante”. Pero lo peor es no poder hacer lo que le gusta y a lo que le ha dedicado tanto tiempo. “En mi caso es peor el tema de la cabeza; me entreno, me cuido, me esfuerzo por correr todos los días y es duro sabiendo que no vas a poder pitar, la verdad es que lo echo de menos”, añade. La semana para él estaba enfocada a los partidos del fin de semana y esperaba con ilusión que cada miércoles le dijeran a quién le iba a tocar arbitrar, siempre con la esperanza de que fuera un partido en el que se enfrentaran los equipos de arriba de la clasificación. También echa en falta las reuniones con sus colegas, en las que comentaban cómo les había ido durante el partido, qué dificultades habían encontrado o hablaban de alguna acción concreta. “Ahora todas las reuniones son por internet, pero no es lo mismo, presta conocer a los compañeros nuevos con los que no hemos coincidido”, añade.

Como le sucede a los futbolistas, también los árbitros quieren llegar lo más arriba que puedan y una temporada perdida es un pesado lastre: “Siempre quieres llegar lo más alto posible y claro que un año perdido es importante, también es cierto que cuando ves a los árbitros de categorías superiores te das cuenta de lo buenos que son y de lo complicado que es llegar”. Esta situación tiene bastante “desesperado” a Carlos Fuente, que considera que “la administración solo se fija en los que hacen ruido”, mientras que deja a otros sectores desamparados. “Está claro que puede haber contagios en cualquier parte y seguro que en una competición deportiva también, pero parece más seguro que otros ámbitos. Además, el deporte es algo bueno, es hasta un factor de integración para gente que viene de fuera y que se adapta gracias al equipo de fútbol”, señala Fuente, que considera que lo normal sería “que se regule todo lo máximo posible, pero que los chavales puedan entrenarse y jugar”.

El arbitraje es una de esas labores de las que nadie se acuerda cuando se piensa en los problemas que está habiendo en Asturias con la pandemia y el deporte. “La administración no es consciente de todo lo que hay detrás del deporte”, dice un colegiado al que no le dejan realizar su función: “Tenemos que seguir entrenando, repasando las reglas… hay mucho trabajo detrás del que nadie se acuerda, que nadie ve”. A pesar de todo, Carlos seguirá esperando a que el fútbol regrese y a que vuelvan esos miércoles en los que se enteraba de qué partido iba a pitar: “Solo nos queda tener paciencia”.

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