La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Santi Obaya, el gijonés que dejó la comodidad de un kiosko para dedicarse a las carreras de montaña

Santi Obaya vendió periódicos durante 20 años en El Llano y lo abandonó todo por una disciplina en auge que pide más apoyo institucional: “No somos conscientes de lo que tenemos”

El gijonés Santi Obaya lo deja todo por las carreras de montaña

El gijonés Santi Obaya lo deja todo por las carreras de montaña Miki López

Para ver este vídeo suscríbete a La Nueva España o inicia sesión si ya eres suscriptor.

El gijonés Santi Obaya lo deja todo por las carreras de montaña Xuan Fernández

A Santi Obaya (Gijón, 1971) siempre le gustó la montaña. Se crió entre edificios, en Gijón, pero cuando el colegio organizaba excursiones al monte era un niño feliz. Obaya ya no es un niño. Tiene 49 años y desde hace 8 lo dejó todo para dedicarse a lo que hoy y ahora es su pasión y su modo de vida: las carreras de montaña. En inglés se llaman “trail running”. La suya fue una apuesta de altura que llegó en el mejor momento posible. Porque las carreras de montaña se han hecho mayores de edad -tienen presencia en Asturias desde hace 18 años- mientras viven un auge imparable. Obaya fue pionero y el testigo perfecto de todo el crecimiento de este deporte.

“Pasé de tenerlo como un hobby a dejar mi negocio de siempre y mi sustento. Algunos me decían que estaba loco, pero de lo único que me arrepiento es de no haberlo hecho antes”, confiesa el gijonés, guía de montaña, corredor y entrenador en la compañía “The Bear Outdoor”, en plena forma a sus 49 años. Una especie de superhombre que se entrena seis días a la semana. Pesa 58 kilos y mide 1,70 metros.

Participantes en la pasada edición de la Travesera Miki López

El gijonés regentó más de veinte años un popular kiosko en Gijón, en el barrio de El Llano. Antes había estado con el de su padre, en la calle Fuente del Real. Media vida vendiendo periódicos. Ahora vive dando zancadas por la montaña. “Mientras tenga ilusión…”. Por eso la maldita crisis de 2008 fue también una oportunidad. “Lo pasé mal y era sobrevivir cada día. Por eso no me lo pensé y me lancé. Dejé el kiosko. Llevaba tiempo descontento y la jugada me salió bien”. Y tanto. Obaya, veterano, es uno de los principales exponentes de las carreras de montaña en Asturias, una disciplina que a su vez tiene varias modalidades. Como el “Snow cross”, de la que el gijonés es campeón de España en categoría de veteranos. En las carreras de montaña hay veteranos y noveles, hombres y mujeres, e incluso el covid le ha venido bien a este deporte porque la gente se lanzó al monte tras el encierro.

“Antes de la pandemia en Asturias se organizaban unas 200 carreras al año y de cuatro años hacia aquí la afición se disparó. Cada pueblo montañoso quiere tener su prueba. Las carreras entraron como un elefante en una cacharrería porque la gente lo veía como algo nuevo”, razona Obaya, que da la clave vital sobre el auge de correr en la montaña. “Es vida, es olvidar el asfalto por un momento. Es poner el cuerpo al límite. Es una manera de disfrutar”. Y lo que dice Obaya se comprueba con un vistazo a un simple entrenamiento.

Es miércoles. Pasan las 15.00 horas en el área recreativa de Viapará (Riosa). Pega el viento, pero luce el sol. La vista impacta: a lo lejos se ve Oviedo. Más cerca, El Monsacro y El Angliru. Se oye el mugir de las vacas, que caminan libremente por la carretera y por el monte. Casi no hay nadie, a excepción de una familia con acento andaluz que se mete campo a través y rápidamente se da la vuelta al ver la inclinada pendiente. Santi Obaya (Gijón, 1971) y Xurde Oca (Pola de Lena, 1996) aparecen lejos por el horizonte. Van vestidos de atletas y llevan corriendo montaña a través más de tres horas y media. Casi ni sudan. Un esfuerzo titánico para el común de los mortales supone para ellos un entrenamiento normal, pura rutina. “Hoy fue suave”, bromea Obaya. “Se mantiene bien”, le responde Oca, que tiene 24 años y vive en Gijón. “Un día me apunté con un amigo a una carrera. A partir de ahí fui a más a más y hoy en día es un estilo de vida para mí”, explica.

Santi Obaya y Xurde Oca, corriendo por el alto de Viapará Miki López

En las carreras de montaña hay distintas disciplinas. Se puede correr incluso por parejas. Hay pruebas de 10 kilómetros y de media maratón (21.097). También las de ultradistancia, que consisten en superar los 45. Incluso hay una modalidad especialmente dura en la que se deben correr 1.000 metros de pendiente. “Las de 10 o 20 kilómetros son más explosivas que la de superiores a 40, aunque esas son más duras. Hay que aguantar el ritmo, pero no es simplemente correr. Hay que alimentarse bien y tener una buena base”, explica Oca. “A mí me cambió la vida. Conocí gente y me fui a vivir a Gijón. Me rodeé de gente que se dedica a esto y ahora mi vida es la montaña”, dice el joven corredor, que estudia Tafad (Técnico Superior en Enseñanza y Animación Sociodeportiva).

El perfil de los participantes es variado. Sobre todo hay hombres, aunque cada vez se ven más mujeres. En Asturias corren carreras de montañas alrededor de 2.000 personas y hay unos 1.300 federados. Queda mucho que recorrer para potenciar las carreras de montaña. Se podría explotar mucho más como fuente de turismo. Pero las instituciones se deberían estirar. “En Asturias no somos conscientes de lo que tenemos. Voy por otras regiones y siento envidia de lo que veo. Para correr la Transgrancanaria el Gobierno de Canarias hizo un decreto para autorizar la prueba de noche. Aquí, en Asturias, sucede al revés. Son todo pegas y mucha gente no se atreve a organizar eventos”, se lamenta Obaya. Mirando hacia El Angliru, mientras estira músculos con su pupilo, reflexiona sobre el futuro de la montaña. “Cada vez se están involucrando más los jóvenes. Ahí está la clave de la supervivencia”.

La Travesera, la joya de la corona

En Asturias se corren innumerables carreras de montaña, pero la joya de la corona es sin duda La Travesera. Cruza los tres macizos de los Picos de Europa. En total se recorren más de 74 kilómetros y más de 13 mil metros de desniveles. Este año se celebrará, aunque lo suyo ha costado. Se correrá el 12 de junio y se modificará el plan rector de uso y gestión (PRUG) del parque nacional, debido a que prohíbe las pruebas deportivas de noche. El asunto se llegó a debatir en la Junta General tras la presión ejercida sobre el Gobierno regional por vecinos, alcaldes, empresarios, montañeros y deportistas. Santi Obaya es el encargado del marcaje de la prueba. Junto con su equipo, debe poner 3.000 banderas a lo largo de todo el recorrido. “Me ayudan, no voy solo”, bromea.

Además de La Travesera, también está La Traveserina, hermana menor de la emblemática prueba. Se recorren 45 kilómetros y 7.000 metros de desniveles acumulado. Esta prueba tendrá lugar el próximo 5 de junio.

Compartir el artículo

stats