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El reto cumplido de Adolfo Uría: subir una vez al mes, durante un año, al techo de Asturias

El montañero, cantante y monologuista de Cangas del Narcea puso en la cima del Torrecerredo sus aspiraciones y ha tardado cuatro años en lograrlo

Adolfo Uría, en la cima del Torrecerredo. | A.U.

Adolfo Uría, un minero jubilado de Cangas del Narcea que es también monologuista y cantante de tonada, cumplió este mes de abril un reto que llevaba persiguiendo desde hace cuatro años: subir al Torrecerredo, el techo de Asturias con 2.650 metros, una vez al mes durante un año seguido. Un desafío único, ya que es la primera vez que se consigue. Adolfo Uría, de 50 años, señala que se planteó el reto “porque no había nadie que lo hubiese realizado. Hago mucha montaña y consideraba que era algo que podía realizar”.

Admite que no le resultó fácil. “Lo conseguí al cuarto intento en tres años. Por unas causas u otras, siempre hubo circunstancias que lo impidieron, en especial las nevadas en invierno y la pandemia”. Pero al final, lo consiguió. Realizó la primera subida en mayo de 2020 y la última este mes de abril. Adolfo Uría reconoce que pasó por dificultades para lograrlo. “En enero nevó mucho, con más de dos metros de altura de la nieve y eso en altitud es muy complicado. Prueba ello es que la ascensión la tuve que hacer en dos días, la primera hasta el Refugio de Cabrones -tardé seis horas-, y luego desde allí a la cima, ocho horas más subir y bajar. A eso hay que unir los horarios para cumplir con las restricciones de la pandemia, de seis de la mañana a diez de la noche, con lo que fue todo un cúmulo de dificultades.

Las subidas a la cima no las realizó solo, siempre tuvo acompañantes que se fueron alternando, caso de Javier Brandy, Sergiy Miklov o Manuel Aumente Cadenas. Éste último le acompañó en diez de las doce ascensiones. La ruta para iniciar la subida tuvo varios puntos de partida, unas veces desde Poncebos, desde Bulnes, el Refugio de Urriellu, Caín…. Adolfo Uría considera que la más difícil es la que parte de Poncebos: “Son 32 kilómetros, con 3.000 metros de desnivel positivo”.

Lograr el reto admite que fue “una satisfacción total. Se me metió en la cabeza y pensé que no lo podía conseguir. Por dos veces estuve a punto de suspenderlo. Hubo veces que lo conseguí el último día del mes, como ocurrió en octubre del año pasado”. A la hora de señalar las principales dificultades que presenta la ascensión, Adolfo Uría señala que “en verano presenta menos problemas. El último tramo es el más difícil, ya que tiene una trepada expuesta, con mucha caída. En invierno eso se transforma en nieve, con 400 metros de caída y las dificultades son mucho mayores”. De cara al futuro, Adolfo Uría quiere seguir intentando nuevas metas, entre ellas “poder subir al Aconcagua, el pico más alto de América. Esperemos que la pandemia se acabe de una vez y nos permita realizarlo”.

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