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La historia de Hugo Escobar: de ascender a División de Honor a debutar en Segunda B con el Covadonga

Hugo Escobar, ayer en el campo edl Covadonga antes del entrenamiento. | Luisma Murias

Hugo Escobar (Oviedo, 2004) tira de sincera ironía para explicar sus características como portero. “Mido 1,85, para la portería igual no es mucho... ¡Pero todavía me queda bastante por crecer, ho!”. Lo dice el joven ovetense, que cumplió 17 años el pasado sábado justo antes de cumplir un sueño: debutar con el primer equipo del Covadonga, en Segunda B. “Si me lo dicen a principio de temporada no me lo creo”, confesaba ayer el portero, protagonista indiscutible del día y motivo de orgullo para el club tras la dura derrota ante el Coruxo (2-3), que pone casi imposible las posibilidades de permanencia en la categoría. A Hugo le duele especialmente la situación del equipo, aunque pide mirar hacia el futuro y dar lo mejor en los cuatro partidos que quedan.

Y la situación le duele especialmente porque el chico de moda del Cova es una especie de “rara avis” en el fútbol. Lleva en el equipo ovetense desde benjamines, “toda una vida”, y dice con una frialdad que asusta que él no tiene equipo más que el Cova. “Me gusta el fútbol, pero no soy de ningún equipo más allá del que esté jugando. Solo soy del Cova”, recalca con la misma calma que destila en la portería. Escobar estudia primero de Bachillerato, quiere ser profesor de Educación Física y nunca olvidará esta temporada.

Con el juvenil que milita en Liga Nacional, la categoría que le corresponde por edad, consiguió un ascenso a División de Honor. Meses antes, estuvo con la selección asturiana en el Campeonato de España. Pequeños éxitos que van llegando en una prometedora carrera que el club y los técnicos observan con ilusión. La campaña pasada, sin ir más lejos, Escobar ya se entrenaba con el primer equipo y fue incluso convocado como tercer portero para el play-off de ascenso a Segunda B, aunque no dispuso de minutos.

Esta semana, tras la lesión de Aitor, portero titular, le llegó la esperada oportunidad. Torres, el otro meta, fue operado del menisco hace tres semanas. “En el momento que vi que mi compañero se lesionó en el entrenamiento sabía que podría jugar. Estuve bastante tranquilo hasta el día del partido y mis compañeros me ayudaron”, recalca. También su familia. “Mis padres y mi hermana me apoyan mucho. Me vinieron a ver, aunque mi hermana se pone muy nerviosa por si me hago daño”, bromea. Escobar, pura ambición, no se pone límites, aunque con humildad. “Fermín (entrenador del Covadonga) y mis compañeros me dicen que tenga personalidad y que disfrute de cada momento, que igual no vuelve. Si me toca jugar en los partidos que quedan me lo tomaré como un aprendizaje”, asegura el portero, que pese a llevar toda la vida en el Covadonga tiene ya representante desde esta misma campaña y avisa, “voy a esforzarme para llegar a ser profesional”.

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