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Balonmano

La gran jugada de las Faría: Marizza y su hija Yeruti comparten pretemporada con el equipo de La Calzada

Las dos sueñan con coincidir en un partido oficial

Yeruti Giménez y Marizza Faría, en el pabellón gijonés de La Tejerona. | Ángel González

Hace un par de temporadas la central de La Cazada de balonmano Marizza Faría manifestó que seguiría en activo hasta que jugase un partido oficial junto a su hija Yeruti Giménez. Esa fecha cada vez está más cerca, ya que Yeruti es una de las juveniles a las que la entrenadora Cristina Cabeza citó para hacer la pretemporada con el primer equipo. Madre e hija comparten entrenamientos esperando el momento de coincidir en la cancha.

La paraguaya Marizza Faría inicia su sexta temporada en las filas del club gijonés, pero ya es la décima cuarta en el balonmano nacional, en el que es una de las jugadoras más respetadas no solo por sus rivales de demarcación, sino por todas las jugadoras en general. En las filas del entonces Mavi Gijón se proclamó campeona de la Copa de la Reina. Curiosamente, su hija Yeruti también formó parte del equipo cadete que una temporada más tarde ganó la mini Copa, competición que se desarrolla de manera paralela y destinada a la categoría cadete de los equipos que disputan la categoría senior.

Yeruti comenzó la práctica del balonmano cuando Marizza militaba en las filas del Elda y continuó en las de La Calzada, incluso un tiempo a las órdenes de su madre cuando entrenaba al equipo infantil. “Estoy muy contenta de poder hacer la pretemporada con mi hija. De ahí a que juegue es otra cosa, pero, claro, para mí es una pretemporada muy especial”, reconoce Faría, que tiene claro que Yeruti “aún es juvenil de primer año y le queda muchísimo por aprender”. La central, sin lugar a dudas la mejor jugadora de balonmano en la historia de su país, cree que “para Yeruti es muy duro porque siempre la comparan con la madre y ella tiene que hacerse su propio camino. En ello está”. Entrenar a los 16 años con el primer equipo tiene sus inconvenientes pero también muchas ventajas. Eso lo tiene claro Marizza: “Lo bueno es que tanto ella como el resto de juveniles que están haciendo la pretemporada van a aprender mucho al entrenar con las mayores”.

Evidentemente, Marizza es la que mejor conoce a Yeruti y sabe cómo va evolucionando su juego. “Sé que siempre intenta aprender de mí, pero yo le veo que hace cosas diferentes”, apunta. Su afición surgió de muy pequeña, recuerda la madre: “iba conmigo a los pabellones cuando yo entrenaba y empezó a hacerlo ella también cuando yo jugaba en Elda y ella era benjamín. Luego nos vinimos aquí y ella siguió en el equipo alevín. El balonmano fue algo que siempre le gustó”.

La propia Yeruti quiere dejar claro que “aunque la gente pueda pensar que juego al balonmano casi obligada por mi madre, eso no es así ni mucho menos, hice otras cosas como tenis o ballet. Juego al balonmano porque es lo que me gusta y lo que quiero hacer”. La joven jugadora no parece muy consciente de la rareza que supone la coincidencia en un mismo equipo, aunque sea en el trabajo de pretemporada, de una madre y una hija. “Estoy siempre con ella, me gusta el balonmano y me gusta estar con mi madre, así que poder hacer las dos cosas está muy bien”, manifiesta.

Yeruti no se atreve a definirse como jugadora y repite lo dicho por su madre: “Soy jugadora juvenil de primer año y me queda mucho por aprender. Voy a seguir luchando”, apunta, antes de expresar un deseo: “A ver si mi madre sigue uno o dos años más jugando y podemos hacerlo juntas en un partido oficial”. Inevitablemente Yeruti tiene como referencia deportiva a Marizza, pero no solo a ella. “Claro que me fijo en mi madre, pero también en otras centrales como Cecilia Cacheda, sin salir del club. A mi madre la tengo como ejemplo de fuerza porque vino desde tan lejos a jugar, pero también me fijo en lo que hacen otras jugadoras”, asegura la joven.

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