Soto del Barco se vuelca con su remera olímpica: así fue el regreso de Tokio de Vero Rodríguez
“Tengo la suerte de vivir en el mejor pueblo del mundo”, presume la deportista

Vero Rodríguez, en el centro de la imagen con los brazos en alto, en el recibimiento que sus vecinos le hicieron ayer en Soto del Barco. | I. G. / I. GARCÍA
I. GARCÍA
“Tengo la suerte de vivir en el mejor pueblo del mundo y en la mejor comunidad autónoma, que es Asturias y me vuelve loca”. Esa frase es de Vero Rodríguez Pulido, nada más llegar a su localidad, a Soto del Barco, procedente de los Juegos Paralímpicos de Tokio. Fue recibida por más de medio centenar de vecinos que corearon su nombre y llenaron la calle de aplausos para una remera “que lo merece todo”, repetían una y otra vez. Portaban pancartas y derrochaban cariño para una deportista que, como rezaba uno de los estandartes, fue “del chalano a Tokio en dos días”. Esa frase metafórica reconoce el esfuerzo de una deportista que nació con parálisis cerebral hace 33 años y es un ejemplo de superación. Su pueblo lo sabe y lo reconoce y destaca que el hecho de participar en unos Juegos Paralímpicos “ya es un premio” y para nada importa que no consiguiera medallas ni diplomas casi en las antípodas del Soto del Barco de sus amores.
La convocatoria para el recibimiento en la rotonda de entrada al pueblo corrió como la pólvora en grupos de Whatsapp y en llamadas de teléfono. La responsable de la sorpresa fue Mari Carmen Noriega, “Piki”, que destacó de su convecina su tesón y esfuerzo en la vida y en el deporte: “Lo que se propone y lo hace y ahí está, recién llegada de unos Juegos Paralímpicos”.
La primera vez que la paralímpica sotobarquense se subió a un chalano fue en 2017. Era la primera vez que tres mujeres –ella, Alejandra Arias y Paula Calzón– competían en la regata de chalanos del Castillo. Al año siguiente, Rodríguez Pulido consiguió que hubiera competición masculina y femenina y ganó junto a su amiga Cova Cossío y con Juanín Fernández de timonel. Fue una prueba dura para ella ya que su madre, Maige, había fallecido días antes de la prueba. Ahí comenzó a forjarse la deportista que tenía un sueño y lo cumplió, que no era otro que ir a unos Juegos Paralímpicos. Lo cuenta Cossío, que, como Ana García, Ángel Fernández, Begoña Bernardo y así hasta más de cincuenta vecinos, fueron a recibirla.
Sin televisión
Antes de su llegada, cargada de emoción y de más abrazos que besos por culpa del covid, algunos de sus vecinos y amigos protestaban porque las pruebas en las que participó Vero Rodríguez “no fueron televisadas”. “Tuvimos que verla por un canal francés, no hay derecho a que no puedan ver los Paralímpicos en España”, criticaron. “Es nuestra campeona y su historia es superación tras superación, se hace querer”, señala Isa Vázquez.
Belén Álvarez, a su lado, confirma sus palabras y añade que “Vero es una mujer muy luchadora” y que el hecho de haber llegado a Tokio “es ya un triunfo”. “Supone más que el oro y lo consiguió en dos años”, abundó Lucía Fernández.
A Vero la quieren todos en Soto. Mayores y pequeños, como es el caso de Álvaro Álvarez, que en su carricoche lucía los globos que había pintado su abuela, Leo Menéndez, y que rezaban frases como “Feliz retorno”, “Nuestra campeona” y frases alusivas a los Juegos en los que la remera sotobarquense quedó en undécima posición con la selección española e hizo vibrar a un pueblo que ya tiene a una vecina convertida en ídolo.
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