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Los Torrontegui son una mina: los hijos del fisioterapeuta seguirán su carrera deportiva en Asturias

El regreso del asturiano permite al Santa Olaya fichar a Carlota, campeona de España, y al Sporting a Samuel, ex del Málaga: “Les pido que trabajen a tope, independientemente de los resultados”

Marcelino Torrontegui, entre sus hijos Samuel y Carlota en el puerto de Candás. | Marcos León

El Málaga perdió a un fisioterapeuta para que Asturias ganara a dos prometedores deportistas. Marcelino Torrontegui (Gijón, 1964) decidió este verano hacer las maletas y volver a Candás después de 21 años cuidando las piernas de los futbolistas del club de la Costa del Sol. Con él, su inseparable mujer, Susana, y sus dos hijos: Carlota, de 18 años y Samuel, de 16. La primera, cotizada campeona de España de 200 mariposa, acaba de incorporarse al Club Natación Santa Olaya. El pequeño, delantero formado en el Málaga, lo pescó el Sporting para su juvenil. “Les pido que disfruten y lo den todo. Si cumplen con eso estoy orgulloso, independientemente de los resultados. He visto de todo en el deporte, y para que lleguen los triunfos primero hay que trabajar a tope”, subraya “Torron”.

Crecieron en la normalidad de ver a su padre tratar con Indurain, Rafa Nadal o Gasol. Compartieron juntos vivencias en el vestuario del mejor Málaga de la historia. Escucharon los ecos de cada masaje en Tour de Francia, Giro, Vuelta y más de una veintena de Mundiales de ciclismo. La herencia deportiva de Marcelino Torrontegui es enorme y Carlota y Samuel van camino de aprovecharla. Fisioterapeuta del Comité Olímpico Español, en Tokio sumó su séptima presencia en unos Juegos Olímpicos.

“Hay tiempo a que caiga alguno más”, desliza. Lo curioso es que ahora, en su casa, hablar de ello es tabú. Carlota aspira a poder hacerse con una plaza en París 2024 y Marcelino, que sabe mucho de esto, pide cautela. “En casa no se pueden nombrar los Juegos. No se puede meter esa presión. Objetivos, a corto plazo. Todo lleva un proceso”, insiste. “Torron” se dio cuenta pronto que en ella había madera. “Empezó a ganar campeonatos en Andalucía cuando era alevín. Eso ya te apunta algo, pero si luego no te esfuerzas...”, insiste.

El fútbol con Samuel fue fluyendo. “Había hecho también judo, pero al final eligió la pelota. Puede jugar en cualquier puesto en ataque. Tuvo más cosas, pero si veníamos a Asturias tenía que ser un club de aquí. No queríamos más viajes ni separarnos. Somos como los patos, si nos movemos, nos movemos todos juntos”, comenta, socarrón, Torrontegui. Él, sin embargo, estará a caballo entre Candás y Andalucía. Doctorado en Ciencias de la Salud, continuará dando clase en la Universidad de Málaga, además de colaborar con un máster en la madrileña Universidad de Alfonso X. “Con el ritmo de vida que llevaba antes ahora casi me aburro”, prosigue sin abandonar el humor que le hace ser tan valorado en su profesión. Y es que Torrontegui sólo lleva un año lejos del fútbol y ya lo echa de menos. “Me encantaría volver a trabajar en un equipo. Es donde soy más productivo”, afirma. Atentos Sporting, Oviedo y compañía. Los Torrontegui son una mina.

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