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Polideportivo

La familia Piñera Celorio: Una cosecha de talento

Paola Piñera, hija del exfutbolista Isma Piñera y la exbalonmanista Susana Celorio, despunta a nivel internacional en el tenis

Isma Piñera y Susana Celorio, con la pequeña Paola en primer término, en la pomarada familiar en Deva. | Marcos León

Sidra, fútbol y balonmano son los ingredientes que corren por las venas de la joven tenista gijonesa Paola Piñera, llamada a ser uno de los nombres propios del deporte de la raqueta a nivel nacional e internacional en los próximos años. Con apenas una década a sus espaldas, Paola ya se ha alzado como campeona de España y ha debutado a nivel internacional. Su último hito, ganar el “Master Rafa Nadal Tour” en categoría sub-12. Unos triunfos que se celebran sobremanera en el llagar familiar de Deva, pero siempre con cautela. “Lo importante es que ella disfrute y se lo pase bien”, aseguran sus padres, voces autorizadas por ambas vertientes: el de progenitores y el de exdeportistas. Paola es hija del que fuera jugador del Sporting Isma Piñera –que actualmente se desempeña en la secretaría técnica rojiblanca– y Susana Celorio, exjugadora de balonmano –jugó en el Mavi NT de Gijón, el Cleba León y el Itxako de Pamplona–.

Paola vive pegada a una raqueta. No la suelta ni para hablar. Y, en cuanto puede, se pone a pelotear contra una pared. “Se pasa el día así”, coinciden sus padres. Normal. El ejemplo lo tenía en casa. “Me recuerda a mí, que de niño siempre estaba pegando balonazos en las paredes, aquí en el llagar”, explica su padre, a quien una lesión de rodilla le cortó una prometedora progresión. Un futuro que ahora ve en su hija, aunque sin imponerle ningún tipo de presión. Al contrario: lo único que importa en el seno familiar no son los trofeos, sino la felicidad de la pequeña de la casa –Claudia, la hermana mayor, tiene dos años más–.

Paola Piñera posa dentro del llagar. | M. L.

La misma felicidad que le impulsó a ella a elegir el tenis por delante del fútbol o el balonmano que había mamado en casa. “Iba a ver entrenar a mi hermana y veía que se reía y lo pasaba bien, por eso yo también quise apuntarme”, señala risueña Paola. “Se quedaba pegada a la valla viendo cómo entrenaba su hermana, parecía que lo estaba grabando todo”, explica Isma. Eso fue hace cinco años. Y, desde entonces, la progresión no para.

Un avance que también exige sacrificios. Paola vive a caballo entre Gijón, donde entrena en el Real Grupo de Cultura Covadonga, y Barcelona, donde se ejercita en el centro de alto rendimiento TEC Carles Ferrer Salat. Allí vive una vida casi de profesional. Tiene fisioterapeuta, nutricionista y entrena durante horas. “Está más profesionalizada ella con diez años que nosotros cuando jugábamos al máximo nivel”, coinciden sus progenitores. Todo, sin perder de vista los estudios –estudia en Las Dominicas de Gijón–. Ahí, la labor de Susana, que pasa con ella las temporadas en Barcelona, es primordial. “Le ayudo a que se organice para que le dé tiempo a todo”, explica la madre. Su ayuda, y una plataforma online donde sus profesores le mantienen al día de lo acontecido en clase y los deberes a realizar, hacen que pueda compaginar deporte y educación. Algo imprescindible en casa de los Piñera Celorio. “Nosotros lo hicimos, así que entendemos que ella también tiene que hacerlo”, asegura Susana.

Cultura deportiva

Igual que los valores que se respiran en una casa que tradicionalmente se dedicó al deporte. Esa cultura del esfuerzo y de mantener hábitos de vida saludables en cuanto a alimentación y descanso ha calado en la pequeña Paola, que los sigue a rajatabla sin apenas esfuerzo. “No le cuesta hacerlo porque siempre lo vivió”, explica su madre.

Todo, para poder seguir haciendo lo que le gusta. Porque a Paola no cabe duda que el deporte, y en especial el tenis, le encanta. “Me lo paso muy bien jugando”, explica la joven deportista, que probó otras disciplinas como el fútbol o el atletismo –que también practicó su madre– antes de decantarse por la raqueta. “Me gusta porque si aciertas o fallas es tu responsabilidad, no le puedes echar la culpa a nadie”, remarca la joven, con un aplomo impropio de su edad. “Me gusta y lo disfruto, por eso lo hago”, sentencia.

Entre sus ídolos, Paola resalta a Rafa Nadal y Pablo Carreño, con los que coincidió en persona. El primero le entregó el trofeo de su campeonato, animándola a seguir esforzándose como hasta ahora. Con el segundo llegó incluso a pelotear en el Grupo Covadonga. Y un referente femenino: la tenista británica Emma Raducanu, ganadora del US Open. “Tenemos una forma de jugar muy parecida”, asegura la joven Paola sin miramientos. A ellos se suman los dos que tiene en casa: su madre, a la que vio ascender a División de Honor con el Mavi NT La Calzada, cuando iba a verla con su camiseta puesta –“que me quedaba de vestido”, explica Paola–, y su padre, con el que juega a fútbol en casa, portando los guantes que le regaló Diego Mariño.

“No queremos que mire más allá, solo que vaya cada día a entrenar y competir con esa alegría que tiene y que transmite a los demás”, asegura Isma, “ojalá nunca pierda eso”. Susana apostilla otra cuestión más que Paola y Claudia entendieron desde bien pequeñas. “Le decimos que trate a los demás como le gustaría que le trataran a ella”, remarca. Unos aprendizajes que la pequeña lleva tatuados a fuego, como base para progresar en el mundo del tenis. De ahí el “orgullo” que sienten sus padres, que no se puede esconder.

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