Nueve años después de volver a nacer, Alejandro Nuño puede presumir de lucir la corona de rey de la cuatreada. Este noreñense de 33 años, que durante dos estuvo alejado de los castros a consecuencia de un gravísimo accidente de moto, logró ayer subirse por primera vez a lo más alto del podio de la bolera de Lugones. Lo hizo tras imponerse por 14 a 11 al sierense Pedro Blanco, quien, tras un arranque muy prometedor, terminó viéndose superado por esta especie de ave fénix bolístico.

El inicio fue fulgurante para el de la peña El Chalupu. Blanco se colocó con un 6 a 1 propiciado por excelentes tanteos para el pulgar y un gran tino a la hora de matar los juegos de casi 40 bolos que le mandó a ganar su rival para la mano. Nuño, jugador de la peña El Piles de Gijón, no perdió la compostura y logró rehacerse hasta llegar al cambio de tirada con solo dos juegos por debajo (7 a 5).

A partir de ahí, la final dio un giro radical. Alejandro empezaba a carburar mientras que Pedro se iba diluyendo con inesperados fallos a la hora de matar para el pulgar. Ello se tradujo en cuatro juegos consecutivos para el de la peña gijonesa, el cual no volvería a dejar de mandar hasta alzarse con la victoria.

El marcador se fue hasta un 13 a 9 que parecía definitivo, pero Pedro no había dicho su última palabra. Mandó a ganar 43 y borró 42 para colocarse a solo dos juegos de Nuño. El intento de remontada quedó ahí, pues luego solo puso 28 para la mano, que el canterano de la peña Villa de Noreña borró sin miramientos para conseguir una tan merecida como perseguida victoria, pues esta era su cuarta participación en la Semana Bolística, pero nunca antes se había coronado campeón.

Los contendientes se felicitaron mutuamente y la deportividad reinó en una partida convertida en el mejor homenaje para un jugador con admirable afán de superación, capaz de subirse al trono de los bolos asturianos a pesar de llevar una prótesis en el fémur cuya ruptura estuvo a punto de obligarle a dejar para siempre la práctica bolística.