El Club de Fútbol Navia es una entidad profundamente familiar. Lo demuestra un dato: hasta cuatro parejas de hermanos juegan en la entidad. El club dio a conocer la historia esta misma tarde. La siguiente.

Les basta una mirada para entenderse. O un simple gesto para adivinar su siguiente movimiento. Es lo que tiene haber crecido juntos. Una complicidad que ahora trasladan al terreno de juego y que ha dado lugar a una situación casi única en la historia del Navia C.F. La de contar con cuatro parejas de hermanos jugando en el primer equipo. Algo que se repite por segunda temporada consecutiva. Un hecho, el de jugar con tu hermano, en el que Bruno y Pedro Fernández García son unos veteranos. Para los boaleses, el Navia C.F. es el tercer club en el que comparten vestuario tras hacerlo en el Boal C.F. y en el Real Tapia C.F. "Lo llevamos muy bien. De hecho, y siempre que él quiera, espero jugar a su lado hasta colgar las botas. Para mí es un placer, un orgullo y un privilegio", afirma Bruno, el mayor de la pareja. Compañeros y confidentes nadie mejor, dicen, para analizar rivales y partidos. "Siempre solemos contrastar opiniones. Sobre todo al acabar. Aunque en realidad suele ser un monólogo mío -reconoce Bruno- nos gusta hablar de nuestro equipo y de fútbol en general", explica el delantero quien, como casi todo hermano mayor, suele llevar la voz cantante. "Mando yo más. Siempre. Ya sea dentro o fuera del campo. El jefe es el jefe", bromea.

Una pugna que se presenta más "reñida" en el caso de los Campoamor Fernández. Entre Yago (el mayor) y Enol la cosa no está tan clara. "Mandamos los dos por igual. Y aunque a veces a Enol le cuesta dar el brazo a torcer, acaba entrando en razón", sonríe el primero de una saga que volvió a reencontrarse la temporada pasada tras compartir estancia en las categorías inferiores de la S.D. Burela y Andés C.F. Y es que eso de jugar con tu hermano, dicen, se lleva "muy bien". "Creo que nos complementamos bastante bien. Llevamos viéndonos jugar toda la vida y sabemos los puntos fuertes y débiles de cada uno", señala Yago. Compartir camiseta sirve para que la comunicación entre ambos sea más intensa. "Solemos hablar de los partidos y de cómo lo hemos hecho para luego corregirnos". En lo que ambas parejas coinciden es en que esta es su primera experiencia dentro de una plantilla tan "familiar".

Parte de "culpa" de esta curiosa y casi interminable plantilla fraternal la tienen también los franquinos Méndez Martínez. Dani, desde la portería e Iván (o Méndez) el más joven, desde la banda. Una situación que este último no había experimentado ni en su etapa en el fútbol base donde "no coincidí con ninguna pareja de hermanos en el equipo", recuerda, ni en el fútbol regional. "En esta etapa lo máximo han sido los hermanos Iván y Cristian en el único año que jugué en La Caridad C.F.". La diferencia de edad con Dani les llevó a no compartir club hasta llegar a Navia. "Al principio me hizo ilusión por la novedad. Llegué al Navia C.F. regional nada más terminar mi etapa cadete y tener su apoyo me sirvió de mucha ayuda", agradece Méndez que no olvida los consejos y las charlas del hermano mayor. "Hablábamos sobre la calidad de los entrenamientos, los fallos o detalles en los partidos, el nivel de los rivales...", relata. El paso del tiempo le hace ver la situación desde otra perspectiva. "Ahora, más que como un hermano le veo como a un compañero con el que peleo por objetivos comunes y la comunicación también es menor. En este caso porque ya no vivimos juntos".

Dos años y seis días separan a Iván de Alba. Los Piedra García forman la cuarta pareja de hermanos del Navia C.F. En su caso comparten colores pero no equipo. La menor de la familia suma su tercera temporada en el Femenino por dos el mayor. Acostumbrados a vestir los mismos colores -"ya habíamos coincidido en el fútbol base del Andés C.F. aunque no en el mismo equipo", explica Alba- no lo estaban tanto a no ser los únicos. Y menos, en la misma categoría. "Nunca nos había pasado algo así", reconocen. Y aunque en su caso el balón rueda en momentos diferentes se "marcan" muy de cerca. "Solemos hablar después de los partidos. De cómo fueron o de los errores que cometimos. Nos llevamos bien pero Iván es muy crítico conmigo", sonríe Alba, la más pequeña de esta particular "familia en rojo y blanco".

Situación inédita

Unos lazos que se confirman como un caso excepcional también para el entrenador del equipo regional, Iván Palacios. "En mi vida me había encontrado con algo similar. Ya es difícil tener dos hermanos en una plantilla así que como para tener tres parejas", advierte. Una situación que no va más allá de lo llamativo. "Los hermanos siempre están conectados pero pienso que todos saben distinguir perfectamente los momentos y no dan importancia al hecho de tener al pequeño o mayor en el mismo vestuario", valora Iván que sólo tiene buenas palabras para todos ellos. "Son unos chavales excepcionales, comprometidos y trabajadores pero sobre todo son buenos chicos con una vida de éxitos por delante. Sólo nos queda quererlos y admirarlos".