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McDonnell, el “señor del OCB”: así es la joya californiana que hace vibrar Pumarín

El ala pívot californiano, vecino de La Corredoria y fan de la saga de Tolkien, se deshace en elogios hacia la afición ovetense: “Cada partido en Pumarín es una fiesta”

McDonell, el “señor del OCB”

Dice Sean McDonnell (Encinitas, California, 1995), el hombre de moda en el Oviedo Baloncesto, que no dudó cuando tuvo que cruzar el charco. Que su sueño era jugar profesionalmente al baloncesto. “Me daba igual quedarme en Estados Unidos, irme a México o a donde fuese. Yo quería jugar y que me pagasen por ello”. Eso fue hace cinco años, cuando el ala pívot californiano que ahora enamora a Pumarín decidió dejar su hogar para triunfar.

De momento, lo logra de lo lindo en Oviedo. Como muestra, la tremenda ovación que se llevó el martes en Pumarín en la victoria del Oviedo Baloncesto ante el Palencia (79-74). Fue su mejor encuentro como jugador de los carbayones: máximo anotador (19 puntos) y máximo reboteador (13). Sin duda, el hombre del encuentro. 28 puntos de valoración. “En Pumarín se vive una fiesta en cada partido. La afición lo vive muy de cerca y eso me gusta. Dan energía y yo, que soy un jugador muy trabajador, estoy encantado y feliz”, explica McDonell, en un más que notable castellano, de descanso tras la importante victoria semanal.

El hombre que lleva en volandas a Pumarín se define como “tranquilo” y “familiar”. Es un tipo simpático y afable que dice matar el tiempo con lectura y buen cine. Es un fan de la saga de “El Señor de los Anillos”, tanto del libro como de las películas, y un gran seguidor de “Forrest Gump”.

McDonell, el “señor del OCB”

Vive en el barrio de La Corredoria y comparte piso con su compañero de equipo Alberto Martín. “Es uno de mis mejores amigos y nos entendemos muy bien. Mi familia todavía no ha podido venir a verme, pero estamos en ello”. McDonell hace memoria y dice que empezó en el baloncesto por su padre, constructor de profesión y buen amante del deporte de la canasta. “Con 3 o 4 años me ponía un balón delante y ya no lo soltaba. Mi padre llegó a jugar en ligas locales”. Con 17 años, McDonell puso rumbo a Santa Bárbara, en la costa central de California. Fue a estudiar Fisioterapia mientras jugaba al baloncesto en la Westmont College. Allí estuvo cuatro años, hasta que recibió la llamada del Cantaires Tortosa, equipo de la categoría Liga EBA, dos por detrás de la LEB Oro. “No era una categoría muy profesional, pero para mí fue cumplir un sueño. Era una oportunidad de dedicarme al baloncesto”. Residiendo en Tarragona duró un año. Al siguiente fichó por el Ponferrada, también en EBA. “Me encantó Ponferrada. Es un sitio pequeño, agradable y la gente me trató fenomenal. Todavía me escriben muchos de allí para felicitarme cuando hago un buen partido”. El Ponferrada ascendió a LEB Plata y McDonell se estrenó en una categoría superior. En total, dos campañas en Ponferrada.

Después, rumbo Palma de Mallorca para jugar en el Imprenta Bahía, ya en LEB Oro. “Palma es una isla muy bonita y me sentí muy bien, aunque coincidió la peor parte del covid. Luego fiché por el Oviedo”. En Asturias, McDonell ha sido una grata sorpresa. Partió en segundo plano y en pocos partidos se metió al público en el bolsillo. “Sobre todo, creo que la gente de aquí valora mi trabajo. Yo llegué a Oviedo con las expectativas muy altas, porque confío mucho en mí mismo y creía que podía jugar a un nivel superior que el año pasado”. De momento, lo está consiguiendo. “Y que siga así...”.

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