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Así era Ricardo Hevia, un mito asturiano del baloncesto marcado por la pasión

El entrenador mierense, mentor de grandes de la canasta española, muere a los 81 años tras una carrera “honesta y temperamental”

RICARDO HEVIA

El técnico mierense Ricardo Hevia, uno de los entrenadores más queridos y que más ha influido en el baloncesto asturiano, falleció ayer en Lugo, ciudad en la que residía, a los 81 años de edad tras una larga enfermedad. Su muerte ha conmocionado a todo el baloncesto nacional, pero especialmente al gallego, ya que Hevia desarrolló allí la mayor parte de su carrera como entrenador dirigiendo al Breogán de Lugo en varias ocasiones, Oar Ferrol y Ourense.

Por la izquierda, Javier Cuesta, Andrés Caramés, Ricardo Hevia, José Ramón Fuertes y José Vitos Natal. | LNE

Nacido en Mieres en 1940, Hevia dedicó toda su vida al baloncesto, primero como jugador en el equipo local, pero pronto se decantó por los banquillos. Hevia dirigió al Gijón Baloncesto dos temporadas (1985-86 y 1986-87) en la entonces Primera División, y las dos siguientes campañas lo hizo como técnico del Tradehi Oviedo, también en Primera, para a continuación fichar por el Breogán de Lugo, en el que estuvo en tres ocasiones (1989-91 y 1992-93, ambas en ACB, y 1995-96, en EBA). Entre medias entrenó al Ferrol (1991-92 y 1993-94), Salamanca (en ACB 1994-95) y posteriormente al Murcia, también en ACB, en la 1996-97. Desde allí regresó a Galicia para hacerse cargo del Ourense (1997-98). En total, más de medio millar de partidos, 236 de ellos en ACB, categoría en la que militó nueve temporadas.

Fallece Ricardo Hevia, un mito marcado por la pasión

Desde su retirada de los banquillos, Ricardo Hevia era comentarista habitual de baloncesto en diversos medios de comunicación gallegos, ya que se había asentado en Lugo de manera definitiva.

Entre los preparadores que más ha influido Ricardo Hevia está Luis Casimiro Palomo, exentrenador del Gijón Baloncesto y actualmente responsable técnico del Betis. Casimiro reconoce que “para mi es un amigo de los de siempre, de los buenos, y como entrenador siempre estuvo dispuesto a enseñarme y a ayudarme. Le estoy muy agradecido por lo que en su día hizo por mi cuando estaba empezando en el mundo del baloncesto profesional”.

Una relación que “comenzó en el baloncesto, pero se convirtió en una gran amistad” que se prolongó hasta el final. Hevia fue el principal responsable de que Luis Casimiro entrenara al Gijón Baloncesto. “Siempre habló bien de mí e intentó abrirme puertas. Es cierto que abrasaba con mi nombre al entonces director deportivo del Gijón Baloncesto Emilio de Diego. Ricardo lo conocía de cuando entrenó allí y me consta que ya le había dado mi nombre algún tiempo antes de que llegase. Ricardo tenía una cosa: cuando quería algo se llegaba a poner muy pesado y con Emilio llegó a ponerse pesado con mi nombre”, relata con mucho cariño Casimiro. Si algo tiene claro el técnico del Betis es que Ricardo Hevia “no dejaba indiferente a nadie: o se le quería o se le odiaba. Cuando ejercía despertaba esas dos tendencias. siempre ha sido muy temperamental y apasionado. Cuando lo veía entrenar trataba de inculcar a sus jugadores esa pasión por el baloncesto. Siempre ha sido querido y respetado por sus jugadores porque era un entrenador que decía las cosas de frente, era honesto y no tenía otro trasfondo. Era como se le veía”. Como reconocimiento a la influencia que tuvo en él, Luis Casimiro, muy emocionado, le dedicó la victoria del Betis sobre el Burgos de la última jornada de Liga cuando Hevia aún se debatía entre la vida y la muerte.

Primero como jugador y luego como ayudante en el CAU, Fernando Sánchez le recuerda como “una persona apasionada por el baloncesto y muy exigente con los jugadores”. Sánchez destaca el trabajo y las innovaciones defensivas que preparaba Ricardo Hevia en su época de entrenador del CAU “hasta el punto de que los grandes entrenadores de aquella época, como Lolo Sáinz o Moncho Monsalve, siempre destacaban ese aspecto del equipo. Eso, y lo difícil que era jugar en nuestra pista porque era una caldera a presión”. Y destaca que “era una persona muy vehemente y alguna vez lo demostraba en los partidos. Recuerdo una vez que en un partido ante el Real Madrid pasó algo con la mesa de anotadores y cronometradores. Fue hacia ellos y con un brazo les tiró todo lo que tenían en la mesa”. Fernando Sánchez mantuvo contacto con Ricardo hasta sus últimos días: “Hablé con él hace poco y me decía que tuviéramos cuidado con el virus. Recordamos a compañeros de aquella época como Carlos Meana y Chuchi Dávila, que fallecieron por culpa del covid-19. Luego, a los pocos días de hablar con él, apareció esta complicación y ya no la pudo superar”.

Hevia entrenaba en una época en la que los jugadores estadounidenses llegaban a la Liga española con bastante prepotencia. En cierta ocasión, el mierense tenía en sus filas a un jugador especialmente prepotente, y ya cansado de sus desplantes se le encaró y le espetó: “¡Oye, chaval, tranquilo!, cuando tus antepasados andaban cazando con arco y flechas aquí ya teníamos universidad”. Solo una muestra de su carácter.

Mierense como él y amigos durante muchos años, Juan José Martínez Cachero, expresidente de la Federación Asturiana de Baloncesto, también se mostró afectado por el desenlace. El dirigente recuerda que “en la gala que hicimos en el primer año de presidencia le dimos un galardón” y también cómo desde la territorial asturiana se propuso a Ricardo Hevia a la Asociación de Entrenadores, que preside Juan María Gavalda, para el premio “Raimundo Saporta”, el reconocimiento más destacado para los entrenadores nacionales. “Se lo dieron y la entrega fue en Asturias”, relata Cachero.

“Hablé con él el día de Navidad por última vez, luego quise volver a hablar con él, pero ya estaba mal y se puso el hijo”, explica Cachero. “Llevaba un tiempo bastante achacoso, pero con ese carácter que tenía peleaba hasta el final”.

El expresidente de la Federación Asturiana prosigue con su semblanza de Hevia: “Tenía un carácter muy fuerte y a veces se las tenía con los árbitros, pero una vez que terminaba el partido se acababa todo y podía presumir de ser amigo de muchos árbitros, como, por ejemplo, de Martín Bertrand, el actual máximo responsable del arbitraje en la ACB”.

La muerte de Ricardo Hevia ha sido sentida en todo el baloncesto español. Son infinidad las condolencias y las muestras de respeto y cariño que se hicieron públicas a lo largo del día de ayer. Desde la propia ACB, hasta diferentes clubes, entre ellos el Unicaja Oviedo Baloncesto y el Círculo Gijón, pero sobre todo de entrenadores y jugadores.

Funeral en la intimidad. Mañana lunes tendrá lugar, a la una de la tarde en la iglesia parroquial de San Juan en Mieres, un funeral que por deseo de sus hijos Iván, Ricardo y Sara será en la más estricta intimidad familiar.

Así lo recuerda Moncho López, técnico del Oporto Baloncesto

Yo estaba entrenando equipos de cantera en El Ferrol –tenía unos 20 años–, cuando Ricardo Hevia era el técnico del primer equipo. Lo veía en los partidos y me gustaba lo que hacía. Pero fue al ver una entrevista que le hicieron en la televisión gallega cuando me quedé prendado de su estilo. Me pareció un auténtico líder. Y despertó en mí el sueño de ser entrenador profesional. Al cabo de un tiempo, el Ferrol me fichó para entrenar la cantera y allí iniciamos una relación por muchos años. Recuerdo que cuando llamaba algunos jugadores míos junior o sub-20 para entrenar con el primer equipo me decía que venían muy bien trabajados. Luego Ricardo se fue para Lugo y yo me quedé en El Ferrol. Pero al cabo de un par de años la Federación Española de Baloncesto abrió en Lugo el proyecto Siglo XXI y me recomendó a Ángel Palmi y a Lolo Sainz. Y me fui a Lugo, donde estuve dos años. Y cuando el Gijón Baloncesto se quedó sin entrenador porque Luis Casimiro se fue para Manresa, Ricardo volvió a recomendarme. Recuerdo que quedé con el entonces presidente José Ramón González a comer en Casa Consuelo, en Otur, y estuvimos hablando de baloncesto. Esa misma tarde me llamó Ricardo para decirme: “Les has gustado y que te van a hacer una oferta”. Por todo esto y mucho más puedo decir que fue mi mentor. No perdimos el contacto. Incluso en el tiempo que estuve en la selección española, en el Campeonato de Europa que fuimos medalla de plata, hablábamos todos los días: le llamaba antes y después de los partidos. Me ayudó mucho. Es una persona a la que siempre tuve mucho cariño. Por eso, al enterarme de su muerte, me ha invadido la tristeza. Descansa en paz, Ricardo.

Así lo recuerda Sabino Suárez, entrenador

Es un día triste para todos los que hemos conocido a un ser humano excepcional como Ricardo Hevia. Una persona que amó y vivió el baloncesto cómo pocos. Prueba de ello es la huella que nos deja a muchos por la manera tan apasionada con la que vivía cada momento para todo lo relacionado con nuestro deporte: análisis, entrenamiento, exigencia, preparación, trato… Palabras que para muchos son un estilo de vida. Ese estilo de vida le llevó a influir en muchas personas, no sólo en entrenadores y jugadores de éxito, sino en mucha gente que sentía un total respeto y cariño por Ricardo. Recuerdo con mucho cariño sus visitas a Gijón para ver a su amigo Moncho López, hoy entrenador del Oporto en Portugal. Moncho entrenó cuatro temporadas al Gijón Baloncesto, llevándolo a alcanzar el Olimpo deportivo con su ascenso a la ACB. Después de cada partido lo llamaba y charlaban de cómo se había jugado, de cuestiones relacionadas con el equipo y su entorno. Su experiencia, opiniones y amistad eran una referencia. Otro entrenador que tuvo el Gijón Baloncesto, Luis Casimiro Palomo, hoy entrenador del Coosur Betis en ACB, discípulo suyo, tenía grandes conversaciones y encuentros con Ricardo. Amigo, compañero y maestro. Y mucho más. Promotor y mentor de cualquier actividad relacionada con nuestro deporte, se volcaba con una energía máxima en cada una de ellas. La misma con la que vivió y entrenó. No le temblaba la voz para llamar la atención con vehemencia a cualquiera de sus jugadores, por muy estrellas que fueran, si no tenían el compromiso adecuado con el equipo. Ricardo consiguió que el baloncesto en Asturias tuviera notoriedad en España. La gente que tuvimos el honor de conocerte, compartir y disfrutar de ti, siempre te tendremos en nuestro corazón. ¡Leyenda para siempre!

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