El objetivo que todo equipo busca en el mercado de invierno es el de la corrección. Por tanto, se puede decir que el volumen de movimientos es directamente proporcional a los desajustes o errores cometidos en tiempo estival, en pretemporada, que es cuando se asientan los proyectos. La idoneidad de los cambios mínimos ya no es sólo por lo futbolístico, pues la parte económica también sale trastocada, circunstancia, esta, que no deja de ser motivo de la caída generalizada de estas transacciones.
Lo que ha quedado patente es que el mercado invernal ha sido escasamente resolutivo, incluso desde antes de su regulación en el primer lustro de los 90. Tanto en la élite –Marcelo, Dani Alves, Casemiro…– como en el resto de niveles, las históricas excepciones se reducen al mínimo. Así ocurre también con los principales equipos asturianos, dos de cuyos emblemas, Quini y Berto, empezaron sus andaduras a mitad de temporada; uno, en 1968, y otro, en 1984, cuando la terminología de mercado no se asociaba tanto al fútbol.
En el caso del Real Avilés, jugadores de período invernal –se consideran los debutantes entre los meses de diciembre y abril, ambos inclusive– con aporte de buen rendimiento son, asimismo, como la aguja y el pajar. Prueba de ello es que más de la mitad (53%) no llegarían a presentar hojas de servicios con cifra superior a los 10 partidos. La excepción más flagrante, y reciente, es la encarnada por el valenciano Natalio Lorenzo, que suma 62 partidos desde su llegada en el enero previo a la pandemia. Le siguen el guardameta Borja Piquero (59), el atacante Álex García (54) y el zaguero uruguayo Nico Pandiani (48), quien también protagoniza la llamativa circunstancia de ser único fichaje no gestionado en un invierno, sino en dos (2017-2018 y 2018-2019).
El apartado realizador también lo encabeza Natalio, con 33 goles, para un interesante promedio de uno cada 169 minutos. Por detrás quedan, muy distanciados, Álex García (18), Rubén Menéndez (11), Xavi Cencillo (10) y el mierense Vicente Borge, que hace 30 años anotaba 8 dianas en sólo media campaña, eso sí, en Segunda División.
Los primeros fichajes correctores de la historia blanquiazul fueron otros tres jugadores nacidos en la provincia de Valencia, el cancerbero Ximo Cháfer, el central Juan Timor y el extremo Terry Pascual, todos en la temporada 1983-1984, la primera de la existencia del Club. Desde entonces, se estima en 78 las contrataciones invernales, en las que no se incluyen debutantes canteranos, recuperados de cesiones o algunos casos especiales, como son Canito Pérez y Aitor Fernández, dos jugadores del occidente astur arribados muy avanzada la primavera, en lo compases finalísimos de las temporadas 1990-1991 y 2015-2016, respectivamente.
Por el número de entradas, el ejercicio más movido fue el 2019-2020, motivado por la situación agónica de un equipo que, en vísperas de la irrupción de la covid, llevaba camino de precipitarse a Preferente. Ya bajo la gestión de Diego Baeza, se producían hasta 13 contrataciones, destinadas a evitar un desastre que acabó desapareciendo tras la obligada parada de la competición. En los dos inviernos anteriores a aquel tan frenético también se registraban grandes sacudidas, en este caso como consecuencia de unas planificaciones (2017-2018 y 2018-2019) delirantes.
Por el contrario, no se producía ni un solo movimiento durante el grueso del último lustro de los 80. Por entonces, además de transcurrir tiempos muy diferentes, el equipo marchaba de maravilla y no tenía necesidad de ser corregido. Otros momentos sin alteraciones fueron las campañas 1993-1994 y 1996-1997, el cuatrienio 1998-2002 y el largo período de 7 temporadas (de 2004-2005 a 2010-2011) en el que, si no se producían, no era por falta de necesidad, sino por una precariedad que impedía la mejora.
Aparte de su falta de rendimiento, el mercado de invierno seguirá siendo uno de los momentos de la temporada que más atención suscita.
