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Análisis

Los retos después de los estatutos: el futuro del balompié femenino

Marta Carro, futbolista del Valencia; Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol; José Manuel Franco, presidente del CSD; Lola Romero, directora general del Atlético de Madrid Femenino, y Sheila Elorza, jugadora del Eibar, tras la firma de los estatutos de la Liga profesional de fútbol femenina. | Europa Press

“Ahora ya no depende de nosotros”, responden desde el CSD cuando se preguntaba por lo que sucedería a partir de ahora con la Liga femenina de fútbol, una vez aprobados los estatutos que ratifican la histórica profesionalización de la competición. Un hecho que todos los agentes implicados celebraron, aunque casi ninguno de ellos está plenamente satisfecho con la redacción final. Todos han tenido que ceder en algo.

Esta aprobación era una estación ineludible para que el Gobierno cumpliera su promesa de igualar el estatus de las principales competiciones de fútbol de hombres y mujeres (también con la Liga ACB, el otro torneo que cuenta en España con esta consideración), pero todavía restan muchas tareas pendientes antes de la primera edición de esa Liga profesional, la que arrancará tras el verano. El CSD pasa ahora a un segundo plano, tanto por voluntad propia como porque es el papel que le corresponde. Las negociaciones en los últimos nueve meses han sido complejas y durante mucho tiempo con temor a que pudieran saltar por los aires, dado el enroque de las partes implicadas. Se empeñó el Gobierno, con José Manuel Franco al frente, en alcanzar unanimidad en los estatutos, algo que por momento parecía casi imposible, y lo ha logrado.

Ahora bien, lo que se viene por delante en los próximos meses no apunta a ser un camino sencillo, dado que todavía resta que se alcancen muchos acuerdos entre agentes no siempre bien avenidos y con diferencias sustanciales. “Los estatutos reflejan mucha voluntad, pero ahora hay que ver cómo se concreta en hechos y cómo conseguimos una competición viable”, resumían este lunes desde uno de los 16 clubes de la competición.

Este paso no debería dar muchos quebraderos de cabeza, pero el siguiente sí que lo dará: la elección de una junta directiva. El CSD presiona para que la presidenta sea una mujer y así parece que será, pero no está claro qué mujer será. Ainhoa Tirapu fue la primera precandidata que ha saltado al ruedo y el lunes lo hizo María Teixidor, directiva del Barça entre 2015 y 2020. Los nombres de María Tato y Ana Muñoz, ambas con amplia experiencia en la gestión del fútbol femenino, suenan desde hace semanas, pero ninguna ha dado un paso al frente.

Llegados a este punto, es relevante que los clubes se han asociado en dos bandos diferenciados en los últimos años, a imagen de lo que ocurre en el fútbol masculino. Por un lado, FC Barcelona, Real Madrid y Athletic; por el otro, todos los demás salvo el Madrid CFF, que va por libre. Estos últimos son mayoría y bien podrían imponer una presidenta al resto si alcanzan un acuerdo en este punto.

Una vez se solvente el proceso electoral, la nueva Liga femenina se sumergirá en dos negociaciones diferentes. Una con la Federación Española para acordar un convenio de coordinación entre los dos estamentos y otra con los sindicatos para pactar un nuevo convenio colectivo. Sobre la primera de ellas, Luis Rubiales ya dejó caer que la Federación apoyará con lealtad a la Liga “siempre que se ajuste a las normas de la RFEF, la UEFA y la FIFA”. Un sutil aviso a navegantes sobre la determinación del organismo que preside de conservar intactas sus competencias, aunque ahora lo sean menos dado que deja de ser el organizador de la máxima competición de fútbol femenino español. Este convenio de coordinación regula materias capitales del torneo, como el número de ascensos y descensos, la aprobación del calendario, el precio de las licencias, el número de extracomunitarias permitido o los pagos que deberá hacer la nueva Liga por servicios prestados por la RFEF, como la designación de árbitros.

El otro gran frente que se abrirá ante los clubes es el relativo a los derechos laborales de las jugadoras. Actualmente está en vigor el que fue el primer convenio colectivo de la historia del fútbol femenino, que se encuentra en periodo de ultraactividad. En su día fue un gran hito, pero apenas año y medio después ya ha quedado desfasado.

Las elecciones sindicales de finales del diciembre concedieron la mayoría sindical a Futpro, el nuevo sindicato que preside Amanda Gutiérrez y que está formado íntegramente por mujeres. Gozan de seis asientos en el banco social, por cuatro de AFE y uno para Futbolistas ON, UGT y CCOO. El acuerdo original fue negociado con la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino, pero ahora deberá ser acordado con la Liga que se constituya. Su profesionalización permitirá que se acabe con la parcialidad (prohibida por ley en ligas profesionales), un recurso que algunos clubes aprovechaban para pagar a sus jugadoras un sueldo inferior al SMI. La conciliación y los derechos de imagen serán otros de los puntos capitales del nuevo texto. El nuevo convenio tiene que partir de la premisa de un incremento significativo de los ingresos de los clubes. Y más allá de los 31 millones de euros procedentes de los Fondos Europeos que va a aportar el CSD para mejora de infraestructuras, la madre del cordero estará en la capacidad de la nueva Liga para firmar un contrato de televisión que cubra sus expectativas. En la actualidad, debido a la guerra entre clubes, la Primera Iberdrola es una competición casi clandestina en lo mediático, con Teledeporte como única pantalla no privada (hay clubes que ofrecen sus propios partidos en Youtube) gracias a un acuerdo alcanzado por la RFEF al que se incorporaron Barça, Athletic, Real Madrid, Alavés y Madrid CFF, pero con Mediapro fuera de juego tras años de apuesta por el fútbol femenino.

A falta de conocer la letra pequeña de los estatutos, ya se ha filtrado que Athletic, Real Madrid y Barcelona han logrado una suerte de derecho de veto para los acuerdos comerciales, consistente en la exigencia de un 90% de votos favorables (15 de 16, en la práctica) para sellarlos.

En definitiva, las próximas semanas deberán demostrar si las muestras colectivas de alegría y satisfacción exhibida durante el acto en el CSD fueron postureo o realidad. Quedan muchos capítulos por escribir antes de que se juegue el primer partido de fútbol femenino profesional en España y ninguno de ellos parece que vaya a ser de escritura sencilla.

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