Al Unicaja Banco Oviedo jamás hay que darlo por muerto, ni cuando pierde un partido por nueve puntos (70-61) a cinco minutos del final, como el que terminó ganando ayer al Palencia, uno de los mejores equipos de la LEB Oro, ni cuando a mitad de temporada se queda sin su mejor jugador, Harald Frey. Ni parecía que en Palencia tuviera capacidad para reaccionar ante un equipazo que había sido mejor hasta ese momento en un partido clave para entrar en el play-off de ascenso a la ACB ni tampoco que tras la marcha de Frey hubiera mimbres suficientes para que alcanzar una de esas ansiadas nueve primeras plazas. Pero ni lo uno ni lo otro es verdad.
Y no lo es porque no hay partido que se pueda dar por perdido si se cuenta en la plantilla con jugadores con tanta voluntad y hambre de victoria como Sean McDonnell, que se partió la cara por cada rebote para dar más opciones a sus compañeros de consumar la gesta, y tampoco lo es porque la dirección deportiva del club fue capaz una vez más de hacer de la necesidad virtud, de dar un giro al equipo tras la salida del base noruego con la llegada al OCB de jugadores como Hansel Atencia, una maravillosa sorpresa que destrozó al Palencia en la espectacular remontada de los últimos cinco minutos; y a Olle Lundqvist, un jugador exquisito; y a Paul Jorgensen, un anotador de rachas que puede desatascar al equipo cuando más lo necesita.
El partido empezó muy mal para el OCB, que enseguida se dio cuenta de que su rival había hecho los deberes defendiendo bien a Lundqvist y Jorgensen, y obligando al OCB a entrar en una batalla física de la que, con Barro y Fall en el otro lado, tenía difícil ganar. Encima con gente como Speight, Noah Allen y Prince Ali, anotadores compulsivos que castigaban sin piedad. Una canasta de Fall elevó la ventaja a diez puntos (20-10) a 1.33 del final del primer cuarto. La mejor noticia fue que el trabajo de Elechi y un par de tiros libres de Kabasele contuvieron la sangría (20-14) al final de los diez primeros minutos.
El segundo cuarto parecía que podía ir por el mismo camino, pero el OCB se empezó a sentir más cómodo, Jorgensen anotó algunos buenos tiros, Atencia empezó a aparecer, la defensa subió bastante su nivel y al descanso la diferencia era de solo dos puntos a favor de Palencia (39-37). Pero el castellano es un equipo con mucho oficio, bien trabajado, que supo darle otro giro al duelo, con un Ali desatado y con una defensa que asfixió al OCB, le dejó sin ideas, anotando solo gracias a buenas acciones individuales de Lundqvist o Jorgensen. Todo ello elevó la distancia a once puntos (62-51) para disputar los diez últimos minutos. Palencia tenía el control.
Un par de canastas nada más salir de Lundqvist y Atencia obligaron al entrenador rival, Pedro Rivero, a pedir tiempo muerto. Enseguida Blumbergs devolvió los diez puntos de ventaja (65-55) a 8.26 del final. A cada intento de recortar distancias del OCB, el Palencia respondía, como en el triple de Allen que ponía la distancia 70-61 a 5.16 para acabar. Y ahí, cuando otros pueden bajar los brazos, llegaron los de Lezkano para endosar un parcial de 0-15 al Palencia, seis de los puntos de un McDonnell descomunal, dejando el partido 70-76 a 35 segundos del final. Los tiros que a Palencia le entraban al principio se le iban fuera y Atencia, ante el arreón final de los castellanos, culminó su partidazo anotando los últimos cuatro tiros libres de los que dispuso. El OCB tiró de corazón para sumar una victoria que le acerca a la gesta de cada temporada.
