La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Emoción en el homenaje a Antonio Oliva: “Me siento un privilegiado”

Representantes de todos los clubes en los que entrenó participaron en el reconocimiento a la carrera del técnico

Antonio Oliva se dirige a los presentes, con las autoridades y familiares en primera fila. | Ángel González

“Con toda la caña que os metí no pensaba que tanta gente estuviera hoy aquí”, manifestó muy emocionado Antonio García Oliva al final del homenaje que el balonmano asturiano le rindió ayer y que reunió a buena parte de la época dorada de este deporte en Asturias.

Respaldado por sus hermanos Marta y Vicente, Antonio García Oliva comprobó el cariño y respeto con que se le recuerda. En el acto estuvieron representantes de todos los clubes en los que entrenó: colegio Inmaculada, Grupo Covadonga, Villa de Avilés, Naranco, La Calzada y Siero, y de todos recibió regalos y palabras de agradecimiento por el trabajo desarrollado. Los que no pudieron acudir enviaron mensajes de felicitación como Faustino Villamarín, el primer internacional asturiano y que tuvo a sus órdenes en sus inicios; Xavi Pascual, exentrenador del Barcelona y actualmente en Rumanía; Abel García Colorado, ahora en el Atlético Guardés; Juanón de la Puente, Valero Rivera, Juan Carlos Muñiz, Manolo Laguna o el presidente de la Asociación Nacional de Entrenadores de Balonmano, José Julio Espina, entre otros.

Antonio Oliva y Mariano de la Puente se ríen tras contar una anécdota.

En el acto, otros, como Mariano de la Puente, del que Oliva dijo que había sido el mejor defensor que había entrenado; Vicente Moral, el preparador físico Marcos Pons, al que Oliva le dio el mérito de ser uno de los máximo responsables del ascenso del Naranco, o Félix Peñalva, el “Quillo”, quien viajó desde Cádiz expresamente para estar en el homenaje y que defendió la portería del Grupo en la División de Honor.

Javier García Cuesta no quiso perderse el acto e incluso le hizo entrega de una placa de cerámica, la misma que entregaba a los entrenadores rivales durante los Juegos Olímpicos de Barcelona. Recordó que “los partidos entre el Corazón de María y el Inmaculada para nosotros eran como los Juegos Olímpicos”, a lo que Antonio asintió. Con especial emoción agradeció que en el homenaje se acordaran de dos de sus mejores amigos, Marcos Cristóbal y Pachi Prendes, ya fallecidos, y de los que está seguro “que están siguiendo el acto desde el cielo”.

Antonio recibió presentes no solo de los clubes en los que entrenó o ejerció la labor de gerente, sino también de los ayuntamientos de las ciudades de esos clubes representadas por sus concejales de deportes: Jesús Abad, por Siero; Nuria Delmiro, de Avilés, o José Ramón Tuero, de Gijón, así como de la Federación Española y de la Asturiana, que próximamente le hará entrega de la insignia de oro y brillantes, su máxima distinción.

Los organizadores se guardaron para el final una sorpresa. A Antonio García Oliva le gusta escribir, de hecho ha sido colaborador habitual de LA NUEVA ESPAÑA durante muchos años, y tenía en casa una novela manuscrita, “Corre, novato, corre”, sobre tema deportivo aunque no de balonmano. La obra fue editada sin que él se enterase. Fue el último regalo que se hizo extensivo a todos los presentes y que dejó muy emocionado a Antonio. “Me siento un privilegiado”, aseguró Oliva, que tuvo un consejo final para todos, pero especialmente para los jóvenes: “para ser feliz lo que hay que hacer es convertir aquello que más te gusta en tu profesión”.

Compartir el artículo

stats