La asturiana Daniela Álvarez Mendoza (Gijón, 27 de noviembre de 2001) se afianza como una de las promesas más firmes del voley playa en España. Junto a su compañera habitual, la madrileña Tania Moreno, acaba de lograr la medalla de oro en el Campeonato de Europa sub-22. En agosto volverá a Estados Unidos para acabar su carrera universitaria y al fondo, como un objetivo irrenunciable, los Juegos Olímpicos de París 2024.
Tras once años jugando al tenis, Daniela Álvarez llegó al voleibol un poco por casualidad. En 2016 empezó a jugar en el equipo de pista del Grupo Covadonga y cuatro meses después ya estaba en el Campeonato de España de selecciones autonómicas. Aunque le faltaban los conceptos básicos del voleibol, su altura llamó la atención a los técnicos de la federación española, que la invitaron a unirse a la concentración de la selección de voley playa en Lorca (Murcia).
Daniela dio el paso, animada porque desde unos meses antes su padre trabajaba en la cercana Cartagena. Y a partir de ahí inició un despegue que tres años después le llevó a colgarse la medalla de bronce del Europeo sub-22, en Turquía, junto a Belén Carro. Su progresión deportiva también le permitió ingresar en la Universidad TCU de Texas, junto a la que desde 2019 es su compañera habitual, Tania Moreno. Con ella logró el bronce en el Europeo sub-20 de 2019 y en el Mundial de 2018.
Álvarez, que cuando llegó a Lorca se encontró rodeada de campeones de España, con participaciones en europeos y mundiales, espera que su progresión le permita optar a su gran objetivo, unos Juegos Olímpicos: “En París 2024 será difícil, pero lo seguiré intentando para Los Ángeles 2028”. Para ello, Tania y ella necesitarán sumar puntos que les permitan colarse entre las quince mejores parejas del mundo. Algo que ve más factible a partir de 2024, cuando acabe su máster en Estados Unidos y pueda dedicarse profesionalmente al voleibol, el deporte que le llegó un poco por casualidad.
