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Bernardo Romay | Fundador del Judo Club Coruña

"El ‘Villa de Avilés’ es el mejor torneo que se hace en nuestro país"

"Nuestra filosofía es que hay que ganar como un caballero, haciendo buen judo y disfrutando"

Bernardo Romay, junto a su nieto Daniel López Romay, después de que este ganase el Campeonato de España juvenil. | Bernardo Romay

Hay niños que nacen con un pan debajo del brazo. Otros, como Bernardo Romay (Ribeira, La Coruña, 72 años) vienen al mundo con el kimono puesto. El veterano cinturón negro, pionero del judo español, fundó el Judo Club Coruña hace ya 48 años. Campeón de España, su hija Noemí replicó logro en 1991 y su nieto, Daniel, acaba de ganar el campeonato de España juvenil este mismo año.

En la mañana de hoy, el primero de esta saga de judokas campeones impartirá una masterclass a los jóvenes del campus de verano del Judo Club Avilés, coincidiendo con la celebración del torneo "Villa de Avilés".

–No se ha perdido ninguna de las veintidós ediciones del "Villa de Avilés". ¿Qué significa para usted volver aquí?

–Es un placer venir a Avilés a estar con los niños. Todo empezó hace unos 30 años. Hicimos un intercambio entre judokas de Avilés y de Coruña... y hasta hoy. Estoy muy contento por todo lo que hemos logrado y el enorme crecimiento del "Villa de Avilés".

–¿Cómo surge la idea de organizar el torneo?

–¡Al principio apuntábamos las eliminatorias en un folio! Esta es una historia de sentimientos, y lo sentimientos no se explican. Necesitamos pasión para hacer las cosas.

–¿Cómo valora el estado actual del "Villa de Avilés"?

–En mi opinión, es el mejor campeonato que se organiza en España. Tanto es así que el presidente de la Federación de Judo, que tonto no es, ha copiado el mismo formato para el torneo de Pamplona.

–¿Existe una filosofía compartida entre el Judo Club Coruña y el Avilés?

–Sí. Nuestra filosofía es que no vale ganar de cualquier forma: hay que ganar como un caballero, haciendo buen judo y disfrutando con lo que hacemos. Lo más importante es la educación y el respeto de los alumnos. Un delincuente no podría hacer judo, porque nuestro deporte requiere de orden, disciplina y trabajo; así se forjan los buenos judokas y las buenas personas.

–Cuando usted empezó, el judo apenas era conocido en España.

–¡Nada, nada! 55 años llevo en el judo. El principio fue muy bonito. A mí me encantaba tocar la guitarra, y tenía un amigo músico que me enseñaba. En aquella época, el conservatorio y el primer gimnasio de judo de Coruña estaban en el mismo edificio. Un día, me equivoqué de puerta y entré al gimnasio judoka. Allí me encontré a otro amigo, que me animó a probar, y me dejó mi primer kimono: ¡estaba hecho de sacos de azúcar!

–¿Cómo fue su ascenso en el judo?

–Me enganché rápido, y un año después de empezar gané el campeonato de Galicia que se celebró en la sala de bodas de fiestas de un hotel. Pesaba poco, pero tenía buena técnica. Luego, en la mili, di clases de defensa personal a los oficiales del Ejército y gané el campeonato de España militar de judo. En aquella época, en los 70, mis amigos iban de guateque, mientras yo me iba a entrenar.

–Su historia con Asturias empezó poco después...

–Así es. Fui al trofeo Shu Taira, en Oviedo, donde me enfrenté a los mejores de España, y gané. Le tengo muchísimo cariño a Asturias, por todo.

–Su hija Noemí y su nieto Daniel son también campeones de España. ¿Qué siente al ver sus logros?

–Es muy bonito que los tres seamos campeones de España. Para un profesor, que su hija y su nieto sean campeones es un absoluto orgullo. Estos logros se han dado por el ambiente sano y de trabajo que tenemos en el club, donde prima la humildad: nadie va de campeón de nada.

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