Entrevista | Arturo Álvarez Entrenador asistente en el Estrella Roja de baloncesto
"Temí por mi vida cuando secuestraron el autobús de nuestro equipo en Brasil"
"Trabajar junto a Dusko Ivanovic, uno de los mejores entrenadores del mundo, es un premio, una alegría y un orgullo"

Arturo Álvarez, durante su etapa como entrenador del Melilla, en un partido contra el Estudiantes en el WiZink Center. | Movistar Estudiantes / Javier Sámano Lucas

Arturo Álvarez (Mieres, 46 años) atiende a LA NUEVA ESPAÑA a apenas unos días de sentarse, como primer asistente de la leyenda Dusko Ivanovic, en el banquillo del Estrella Roja. Antes de partir hacia Belgrado para disfrutar de su primera experiencia en la Euroliga, la máxima élite del baloncesto europeo, Álvarez repasa su extensísima trayectoria, trufada de requiebros, aprendizajes y vivencias, algunas de ellas inverosímiles.
–Después de haber entrenado en Brasil y Paraguay, irse a Belgrado le parecerá un paseo.
–Sí, sí (se ríe). A mí me da igual el país que sea, voy siempre detrás del balón. Me adapto fácilmente.
–¿Cómo se fraguó su fichaje por el Estrella Roja?
–Me llamó mi representante y me dijo que Dusko quería un nuevo ayudante y que yo era una posibilidad. Nos reunimos en Barcelona y estuvimos más de una hora hablando, conociéndonos personalmente. Había más candidatos para el puesto. Al cabo de unas semanas, me llevé una sorpresa increíble cuando me comunicó que me había seleccionado.
–Va a ser su mano derecha.
–Intentaré ayudar en lo que pueda. Estoy muy contento, voy a trabajar con uno de los mejores entrenadores del mundo: es un premio, una alegría y un orgullo. Estar junto a él va a ser un máster avanzado.
–¿Qué cree que vio en usted?
–Intenté expresarle mi amor por el basket y que, como mucha gente, admiro mucho su trabajo. Me dijo que le gustaba tener siempre un entrenador español en el staff, creo que eso ha sido determinante también, aunque se le preguntaré más detenidamente cuando tenga ocasión en Belgrado (se ríe).
–¿Por qué esa querencia a tener ayudantes españoles?
–Llegó joven a España, supongo que se habituó a nuestra manera de trabajar y se sintió cómodo, por eso tiene siempre asistentes españoles. El año pasado año tuvo a Carles Marco, antes a Aleix Duran, a Xavi Pascual en el Barça… me lo dijo en la entrevista, que le gustaba tener un entrenador español de ayudante.
–¿Qué le puede aportar usted a un técnico tan contrastado como Ivanovic?
–Aparte del trabajo y de todo lo que me pida, gracias a mi experiencia de tantos años en ligas distintas puedo aportar una visión diferente, además de mi lealtad y mi honestidad.
–En el banquillo, Ivanovic no esconde su temperamento. ¿Cómo es en la distancia corta?
–En mi, de momento, poca experiencia con él me he encontrado con un hombre educado y agradable, no tengo más que buenas palabras. Ahora bien, en el campo ya sabemos cómo es, lo he sufrido en contra muchas veces. Tiene muchísimo carácter.
–Es su primera vez en un banquillo de Euroliga.
–Estoy muy ilusionado. Después de tantos años, muchos entrenadores no consiguen este premio. Es una oportunidad enorme, el mayor desafío de mi carrera deportiva.
–En los últimos años, el Estrella Roja ha estado cerca de entrar en el playoff de la Euroliga. ¿Están preparados para alcanzar el top 8?
–Hemos hecho muy buenos fichajes este verano, como Hanga, Tobey y Teodosic: el listón está muy alto. El año pasado, en Liga Adriática se perdió la final en el quinto partido contra el Partizán, en Liga Serbia el equipo salió campeón y en Euroliga se acabó en décima posición, muy cerquita del objetivo. Queremos ir hacia arriba.
–¿Qué cabe esperar del equipo en el aspecto táctico?
–Siendo un equipo de Dusko, crecer desde la defensa está asegurado. Queremos ser un equipo tácticamente muy rico, con muchas opciones, pero la defensa va a ser nuestra seña de identidad.
–En Belgrado se vive el baloncesto con especial intensidad.
–Serbia es la cuna del baloncesto: en Belgrado, el basket es una religión, el deporte rey. La gente conoce a los jugadores, hay una rivalidad máxima con el Partizán, todo el mundo está pendiente. Todo eso es nuevo para mí, va a ser muy bonito.
–A lo largo de su trayectoria, ha alternado el rol de primer entrenador con el de asistente. ¿Qué diferencias existen entre ambas funciones?
–El trabajo de asistente es muy laborioso. Tienes que encargarte del análisis total de tu equipo y de los rivales, de hacer informes, montar vídeos, darle más información a aquellos jugadores que lo soliciten… Mi misión es descargar a Dusko de todas estas labores. Soy una especie de oficina del entrenador, debo tenerlo todo preparado para que tanto a Dusko como a la plantilla no les falte de nada. Es un trabajo de 25 horas al día. No tiene nada que ver con el papel de entrenador principal, que es el que toma las decisiones.
–Supongo que será muy diferente el hecho de trabajar con uno u otro entrenador.
–Cada entrenador tiene su filosofía. Algunos te encargan parcelas específicas, como el ataque o la defensa; otros el trabajo técnico con los jugadores, otros solo el vídeo… Yo he tenido mucha suerte en mi carrera. Estuve con Pablo Laso en Lobos Cantabria y San Sebastián, donde ascendimos a la ACB. Pablo a nivel humano es excelente, y además comparte y ama el baloncesto. En el Estrella Roja somos cuatro ayudantes, gente de mucho nivel, del staff de la selección serbia, exjugadores de la Euroliga…
–Profundice en su etapa junto a Laso.
–Fue una experiencia buenísima. Pablo es una persona que vive el baloncesto todo el tiempo, habla de baloncesto las 24 horas del día los siete días de la semana. Siempre está innovando, sabe llegar muy bien al jugador… aprendí muchísimo a su lado, fueron tres años fantásticos. En su staff, yo me encargaba del scouting. Ya entonces, en sus comienzos, estaba claro que iba a ser un súper entrenador. Cuando fichó por el Bayern intercambiamos mensajes, aún mantenemos el contacto.
–La Euroliga cada vez sufre más para mantener a los grandes jugadores, en especial a las jóvenes promesas.
–Es difícil que se queden. Aday Mara, por ejemplo, se fue a UCLA este verano. Este escenario provoca dudas en los grandes equipos europeos. Luchar contra la NBA y la NCAA (la Liga universitaria) es muy difícil por la diferencia de nivel económico.
–¿Existen formas de corregir esta tendencia?
–La primera pregunta que debemos plantearnos es si se puede competir con la ilusión del jugador de estar en la NBA. Sentimentalmente es muy difícil. Los equipos europeos firman contratos largos a las jóvenes promesas, pero casi todos con cláusula de salida a la NBA, como Nnaji (pívot del Barcelona). Los clubes lo hacen lo mejor posible para que los jugadores no se vayan, pero no creo que tengamos armas para luchar contra la ilusión de los jugadores de ir a la NBA, estamos rendidos ante ese deseo de querer jugar en América y ser estrellas.
–Su trabajo le ha llevado a cambiar constantemente de lugar de residencia. ¿Cómo afecta esa inestabilidad a su vida personal?
–Esta conversación la tuve con Dusko. Tiene cosas muy buenas, como dedicarte a lo que te gusta, que es un placer que mucha gente no tiene, pero implica estar lejos de la familia, dificultad para tener pareja e hijos… yo, por ejemplo, sigo soltero. A nivel personal cuesta mucho arrancar cada año en un sitio nuevo, con gente nueva y costumbres nuevas. Intento enriquecerme con ello y vivirlo como una experiencia más en mi bagaje vital, aunque deje atrás cosas muy valiosas. Ha habido momentos en los que incluso he valorado si merecía la pena seguir con esto, he estado cerca de dejarlo alguna vez.
–El baloncesto le ha llevado incluso a vivir en otro continente.
–Sí. Estuve entrenando a la selección paraguaya y después en dos clubes brasileños. La vida en Sudamérica es muy distinta. En Brasil me secuestraron yendo a jugar un partido.
–¿Un secuestro?
–Fue cuando entrenaba al Uberlândia. Íbamos en autobús de camino a São Paulo para allí coger un avión a Fortaleza, donde jugábamos. El trayecto hasta el aeropuerto era de unas 5 horas. En un momento dado, empecé a oír disparos. El autobús se paró y se subieron cinco encapuchados. Estuvimos 7 u 8 horas secuestrados. Nos llevaron a un descampado, nos robaron todo… fueron momentos muy duros, muy difíciles.
–¿Temió por su vida?
–Sí. Solo podía pensar en que se fueran. Se paseaban con la pistola en la mano por el bus, golpearon a algún jugador que se enfrentó a ellos. Fueron las 7 horas más largas de mi vida. Cuando los secuestradores se fueron, algunos jugadores rompieron la luna a golpes y salimos corriendo a la autopista a pedir ayuda. Después de eso, estuve 2 meses más y volví a España. Tenía un año más de contrato, pero no quise seguir; la presión de la inseguridad pudo conmigo.
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