Apoteósico recibimiento a los medallistas olímpicos en Asturias: "Estoy abrumado, se me saltan las lágrimas"
Germade y Arévalo, emocionados tras conseguir el bronce

Apoteósico recibimiento a los medallistas olímpicos en Asturias / FERNANDO RODRÍGUEZ

El Aeropuerto de Asturias era una fiesta en la tarde de hoy. La expectación para recibir a la piragüistas olímpica Sara Ouzande y los medallistas de bronce en K-4 500 metros masculino Rodrigo Germade y Carlos Arévalo, que compartieron embarcación en París con Saúl Creaviotto y Marcus Cooper, era máxima. También arribaron a la región la atleta de Blimea Bárbara Camblor y el compañero de Cooper en K-2, el madrileño Adrián Del Río. Al entrenador de Germade y Arévalo, el luanquín Miguel García, acudieron a recibirle los jóvenes de la Sociedad Deportiva Gauzón, formando un pasillo con sus remos que transitaron, además de García, Germade y un Arévalo al que, además de su mujer, su hija recién nacida y demás familia, le dieron la bienvenida sus correligionarios en el Regimiento de Infantería número tres Príncipe de Cabo Noval, donde el dos veces medallista olímpico sirve como cabo.
“Estoy abrumado, hasta me están saltando las lágrimas. La mejor recompensa al esfuerzo es el cariño de la gente que te ha apoyado a lo largo del camino”, agradeció Arévalo nada más poner un pie en el Principado. La recepción brindada al gallego por sus compañeros de cuartel fue tal que sonaron marchas militares y hasta estuvo presente un azor, emblema de su brigada. No era para menos porque, como observó el propio piragüista, “una medalla olímpica es muy difícil de conseguir”. Sin embargo, Arévalo ya piensa en Los Ángeles, donde el objetivo, “por supuesto”, es ir a por el primer puesto: “De momento tengo una plata (conseguida en Tokio 2020) y un bronce, así que solo me queda el oro”.

Carlos Arévalo, con la medalla tras aterrizas. / Fernando Rodríguez
Aunque nacido en Betanzos, Arévalo lleva muy dentro su tierra de acogida: “Llevo aquí ya trece o catorce años y me siento tan asturiano como el que más”. Lo mismo le sucede a Rodrigo Germade, originario de Cangas, Galicia, pero afincado en Gijón, donde han nacido sus hijas. “Estoy muy cómodo aquí, es una tierra maravillosa”, expuso Germade, “orgulloso” tras haberse colgado su segunda presea en unos Juegos -fue plata, junto a Arévalo, Cravioto y Cooper en Tokio- y decidido a llevar a cabo un parón “un poco más largo de la habitual” para “reponer fuerzas” y “afrontar otro ciclo”.
Germade y Arévalo tienen la fortuna de remar junto a la leyenda Saúl Craviotto. Ningún español ha estado tantas veces, seis, en un podio olímpico como el ilerdense establecido en Gijón. “Es un lujo y una suerte poder coincidir en un barco con el mayor deportista olímpico español, en tu mismo deporte, además. Es una persona de la que aprendemos muchísimo día a día, es una muy especial, por eso llegó a semejante hito”, sostiene Germade.

Germade sostiene la medalla con su hija en brazos. / Fernando Rodríguez
Pese a su longevidad (36 años), Craviotto no se descarta para los próximos Juegos. “Ya no tengo 20 años, pero, si el cuerpo aguanta, no me descarto para Los Ángeles 2028”, reconoció en una entrevista con LA NUEVA ESPAÑA. “Ya veremos si aguanta, Saúl está loco”, dice medio en broma medio en serio su entrenador, Miguel García. “Vamos a darle un poco de tiempo para que descanse y disfrute. Después ya hablaremos y pensaremos en el futuro, pero se merece un descanso largo”, desarrolla al respecto. Para García, Craviotto “es un fenómeno y a mí me arrastra con él”.
El secreto del éxito de la embarcación española, analiza su técnico, es el “muchísimo trabajo” realizado. “Es cierto que este año salíamos a por todas, se vio bastante bien en la competición. Pero también hay mucha igualdad. Nos sobraron 25 metros, pero sabíamos que esa era nuestra estrategia, salir valientes. El venir con un bronce nos hace coger aire y pensar ya en la revancha”, dijo, desafiante, nada más recibir el calor de los suyos en el Principado.
Más amargo fue el regusto que le dejó a Sara Ouzande su participación en París 2024. Arropada en el aeropuerto por su gente, que le adornó su bienvenida a casa con una pancarta que rezaba “Sara Campeona”, la gijonesa aún digiere lo sucedido hace unos días cuando su kayak y el de Carolina García Otero volcó cuando marchaban terceras en la final B de K-2 500. “Si hubiésemos hecho lo mismo que en la eliminatoria hubiéramos competido por el tercer o cuarto puesto, entonces nos dio un poco de rabia no haber aprovechado la regata para luchar por las medallas. No conseguimos ir tan bien como solíamos ir. El entrenador lo estaba avisando, no podíamos fallar porque un fallo en los Juegos se paga muy caro. Al final pasamos de tener un tiempo para estar terceras a estar sextas. Ahí está todo muy apretado”, explicó Ouzande, que tiene claro que, lejos de desanimarse, tiene claro que su objetivo “a largo plazo” pasa por los Juegos de Los Ángeles 2028.
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