Colegio de árbitros
Cuando el insulto lleva a la suspensión de un partido
El protocolo contra la violencia verbal incluye la posibilidad de detener de forma definitiva un encuentro si se cumplen los tres pasos previstos

Protocolo contra la violencia verbal / LNE
La imagen más comentada del último derbi asturiano fue la de los jugadores y árbitro retirándose a los vestuarios por indicación del colegiado tras el segundo lanzamiento de objetos -bolas de papel, en este caso- sobre el terreno de juego. Se estaba cumpliendo el protocolo de lanzamiento de objetos, de moda en los últimos tiempos desde que en un Atlético-Real Madrid también se invocara al mismo para detener momentáneamente el choque. Pero lo que no es tan conocido es que existe un protocolo análogo para cuando se dan insultos y descalificaciones en cualquier encuentro de fútbol, no solo en el ámbito profesional.
"Es un protocolo de aplicación en una situación continuada de insultos de carácter racista, sexista o que atenten contra la dignidad de la persona", aclaran desde el Comité Técnico de Árbitros (CTA) de la Real Federación de Fútbol del Principado de Asturias.
Los pasos a seguir son los mismos que con el lanzamiento de objetos, los que se siguieron en el Atlético-Madrid o en el Oviedo-Sporting ya comentados, y que en ambos casos solo se llegó al segundo punto.
El primer paso cuando se constatan insultos desde la grada consiste en que "el árbitro detendrá el partido y comunicará al delegado de campo la existencia de violencia verbal continuada. El delegado, a través de la megafonía del campo o personalmente, advertirá a los autores para que depongan su actitud", según el protocolo.
Desde el CTA se asegura que situaciones como esta se suelen dar con cierta frecuencia los fines de semana en los campos regionales, pero que son "casos excepcionales" a la vista de la cantidad de partidos que se disputan cada jornada.
Si los insultos continuaran, se da paso al segundo punto: "Si persiste la violencia verbal habiendo sido advertido el público con anterioridad, el árbitro suspenderá temporalmente el partido e invitará a los equipos a retirarse a los vestuarios". Además se deben de repetir los mensajes de advertencia desde la megafonía o en el caso de los campos más humildes, con el aviso del delegado a los alborotadores. El árbitro debe acordar con el equipo local las acciones necesarias para evitar que se repitan los insultos, lo que puede incluir la expulsión de los culpables.
También se han dado caso, dicen desde el CTA, de encuentros regionales que llegan hasta este segundo paso, "solo de vez en cuando", pero la cosa suele detenerse aquí. Porque llegar al tercer punto sí podría tener consecuencias importantes para el club local. "Si los autores de los actos de violencia verbal no pudieran ser expulsados o si se reprodujeran otros actos semejantes por nuevos espectadores una vez aplicadas las medidas anteriores, el árbitro acordará la suspensión definitiva del partido". Si se llegara a la suspensión del encuentro, entonces sería el Comité de Competición el que debe decidir las consecuencias.
"La aplicación del protocolo es un acierto", señalan desde el CTA, "en Asturias la violencia física con los árbitros es poco frecuente pero sí tenemos un problema evidente con la violencia verbal, pero con el protocolo esperamos que mejore la situación".
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