Crónica de la última etapa de la Vuelta a Asturias desde el coche escoba que conduce una médica riosana

Así se vive la prueba ciclista desde el vehículo que cierra la carrera, con Ana González al volante

Así fue la tercera etapa de la Vuelta Ciclista a Asturias

Así fue la tercera etapa de la Vuelta Ciclista a Asturias

Fernando Delgado

Fernando Delgado

Acompañar a Ana González García, conductora del furgón que realiza funciones de coche escoba en la Vuelta a Asturias, aporta una perspectiva totalmente diferente de la competición, que hace valorar el gran y poco reconocido esfuerzo de los antihéroes que se descuelgan del pelotón.

Esta riosana de La Juncar, de 45 años, que trabaja como médica en el Centro Comunitario de Transfusión, lleva dos años ejerciendo como conductora del coche escoba que cierra la carrera y es la única mujer chófer de toda la caravana ciclista. "Una experiencia muy enriquecedora", me comenta nada más sentarme como copiloto para compartir la visión de la etapa entre Castropol y Vegadeo.

Detrás del coche escoba, que se identifica con el rotativo "Fin de Carrera", solamente circula un motorista de la Guardia Civil de Trafíco con la bandera verde. Tras la salida de Castropol, se le acerca a su altura un motorista para indicarle “siempre que puedas, dale caña. Quédate con mi referencia para ir siempre doscientos metros delante de mi". Al llegar a Barres, nos detenemos por el pinchazo de un corredor del equipo Kern Pharma que obliga a prolongar la salida lanzada prevista en el kilómetro cero hasta su reincorporación al pelotón.

Ana forma equipo con el motorista de tráfico que porta la bandera verde, quien se acerca para decirle "tú vete tranquila hasta mitad de recorrido". En el cruce de Tapia, nueva parada motivada por una avería de un ciclista del equipo portugués Victoria Sport. Cruzamos Valdepares y al llegar al cruce del hospital de Jarrio, nos detenemos por la caída del joven suizo Tim Riesen, que se retira, pero en lugar de subirse al coche escoba, le recoge su propio equipo. Cruzamos una soleada Navia repleta de público. Nos desviamos para tomar la carretera de Villayón. En San Pelayo, nueva parada motivada por avería de un corredor que se reincorpora y descendemos al embalse de Arbón. El público del occidente asturiano agradeció enormemente el paso de la carrera. "Cuando puedas, dale caña, pocas veces te puede decir eso la Guardia Civil", le indica a Ana un motorista de tráfico con bandera roja.

En el pueblo de Sequeiro, tras ver un cartel porteado por un octogenario lugareño con el texto "Stop Eólicos, por un medio rural vivo", alcanzamos a un corredor muy rezagado, que luego pone pie en tierra para subirse a nuestra furgoneta. El canadiense Henrique Martins, nacido en Brasil, es el primer cliente del día para Ana. Su marido Jesús desciende para introducir la bici en el furgón y el ciclista toma asiento en la parte trasera. Está vacío de fuerzas, nos comenta en inglés.

Apenas un kilómetro más adelante, ascendiendo el alto no puntuable del Acebo, recogemos a nuestro segundo cliente del día: el inglés Hugo Lutz-Atkinson. El canadiense y el inglés comparten asiento trasero del coche escoba, charlan entre ellos y posan sonrientes para una foto que les solicito. Ana les pregunta en inglés si les esperan más adelante sus equipos y ellos responden que sí. Comenzamos a subir La Penouta y Ana les pregunta: "Do you like Asturias?". "Yes", responden ambos al unísono.

Nos detenemos para que el corredor inglés abandone nuestro furgón y se incorpore al coche de su equipo que le estaba esperando. Sigue con nosotros Henrique Martins, a quien dejamos un kilómetro más adelante también en el furgón de su equipo.

Nos volvemos a quedar solos en el coche escoba disfrutando de las montañas del Occidente y en la lejanía, a más altura, vemos al pelotón ascendiendo el Ato de la Bobia y varios kilómetros a nuestra derecha el mar Cantábrico y la villa de Tapia. En la subida a Gargatanda volvemos a detenernos para recoger otros nuevos clientes del coche escoba. En este caso dos rubios gigantes alemanes del mismo equipo: Tiilmann Sarnoswski y Meo Amann, ambos de veinte años. Durante el viaje no paran de charlas entre ellos en alemán.

En las últimas rampas del último puerto encontramos a otros dos rezagados a quien un motorista de tráfico les comunica que están ya fuera de carrera y descienden el puerto en bicicleta hasta el desvío para Taramundi. Allí se bajan de nuestro furgón los espigados alemanes para incorporarlos a los vehículos de sus equipos y se suben a nuestro furgón el rumano Horea-Stefan Precup y el canadiense Louis Raymond.

Después del vertiginoso descenso desde Taramundi a Pontenova, escoltados por la Guardia Civil para acercarnos al pelotón, nos encontramos cuando faltan 24 kilómetros para Vegadeo al último grupo de rezagados integrado por cuatro corredores del Victoria Sport y otro del UAE, del que nos sorprende su presencia. Al consultar su número de dorsal vemos que se trata del emiratí Jasim Saif Jasim Al-Ali. La sorpresa ya deja de ser sorpresa. Circulamos detrás del quinteto hasta la meta de Vegadeo y al llegar ya está el italiano Alessandro Covi, ganador de la etapa, sobre el pódium de vencedores.

Nuestros seis antihéroes no pudieron saborear el pódium, pero disfrutaron la grata compañía de la sonriente y eficaz conductora del coche escoba: la riosana Ana González.

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