La voluntad de Raúl mueve el mundo: la increíble historia de un invidente asturiano que sueña con disputar sus terceros Juegos Paralímpicos... ¡En modalidades distintas!
Raúl Fernández, invidente total, sueña con alcanzar sus terceras olimpiadas en Los Ángeles estrenándose en remo tras hacerlo en Atlanta en ciclismo y en Atenas en judo: "No deberíamos quejarnos tanto"

Raúl Fernández Arrizabalaga, durante el campeonato de España el año pasado en isla Cantabria. / LNE
Javi Viso
A los siete años, un accidente le hizo perder por completo la visión de su ojo derecho. A los 10, una infección en el otro le dejó con apenas un 5 por ciento de capacidad visual. Y, a los 50, llegó el “eclipse total”. La vida no se lo ha puesto fácil a Raúl Fernández Arrizabalaga, que, sin embargo, considera que “lo tiene todo”. Y lo cierto es que es verdad. Natural de Trevías, a lo largo de sus 53 años ha podido disfrutar de su mayor pasión, el deporte, y ha llegado a competir en los Juegos Paralímpicos de Atlanta (1996) y en los de Atenas (2004), como ciclista y judoka, respectivamente. Durante todo ese tiempo ha estado pegado a un tablero, pues el ajedrez es su gran pasatiempo, y entre el caballo y el alfil, por su cabeza está el sueño de clasificarse a las olimpiadas de 2028 en Los Ángeles, esta vez como remero.
El hierro del cierre de una puerta fue el causante de sus problemas y, ni siquiera a través de varias operaciones, consiguió recuperar la visión. “Solo veía la silueta de las personas. A mi madre y a mi padre no los conocía físicamente por la cara, tenía que ampliar sus fotos en el móvil”, confiesa Raúl, que desde hace tres años “no ve luz ni nada”. Su vida cambió y tuvo que dejar de lado algunas de sus pasiones como la cocina o el buceo, pero la clave está en la manera de afrontarlo. “Nunca lo terminas de asimilar, pero cuando me da el bajón pienso en dos buenos amigos que son ciegos y sordos. Ellos están mucho peor y son felices, ¿de qué me tengo que quejar? Yo puedo hacer de todo, de hecho hago el camino de Santiago todos los años”, subraya.
Curiosamente, uno de los aspectos al que más le costó adaptarse fue el ajedrez. “Era desesperante porque me iba dejando las piezas y perdía la mayoría de las partidas. Estuve a punto de dejarlo”, indica. Raúl comenzó su afición por el tablero a los nueve años y más tarde ingresó en uno de los colegios de la ONCE en el que llevó a cabo su formación como ciego. Ahí fue donde aprendió el braille y comenzó a competir en ciertos deportes adaptados.

Raúl Fernández Arrizabalaga. / LNE
En sus inicios, Raúl dependía de su memoria para recordar la posición de las piezas y, con cristales de 24 dioptrías, necesitaba una luz específica para jugar, con mucha más claridad. A día de hoy sigue compitiendo, y lo hace como uno más. De hecho, será el representante asturiano en el Campeonato de España que se celebrará en La Roda, en Albacete, durante el mes de noviembre, y en el que la mayoría de sus participantes son personas videntes. “Disfruto como cualquier otra persona que vea”, destaca.
Raúl, como la mayoría de invidentes, juega en la actualidad con un tablero especial propio en el que las casillas negras están más elevadas que las blancas para diferenciar por el tacto. En todas ellas hay un orificio en el centro para que cada pieza se inserte a través de un vástago, de modo que no se desplazan al tocarlas. “En el ajedrez hay una norma que es ‘pieza tocada, pieza movida’, pero en nuestro caso es ‘pieza levantada, pieza movida’”, explica. Por ello puede jugar todo tipo de modalidades, incluso partidas rápidas.
Un sueño en el horizonte y una gran lección de vida: "No deberíamos quejarnos tanto"
Su vida siempre ha estado ligada al ajedrez, pero también a otros deportes adaptados. Por ello, Raúl consiguió disputar los Juegos Paralímpicos de Atlanta 1996 en la modalidad de ciclismo en tándem, en la que dos ciclistas se suben a una bici, pero el de atrás no tiene el control de la misma (solo puede pedalear). Ocho años después, en Atenas, participó como judoka e incluso consiguió la medalla de bronce tras una brillante actuación. Raúl cayó a la repesca, donde venció al campeón del mundo rondas antes de llevarse la medalla a casa. "Era impensable, fue algo inolvidable y, sin duda, mi mayor éxito deportivo". Ahora, desde el año pasado tiene un nuevo reto. Raúl se unió al club remero de Navia y allí entrena semanalmente. Sus entrenadores le vieron potencial y tras sus primeros meses ya consiguió dos medallas de oro en el Campeonato de España, lo que le impulsó a seguir en el agua.
Su gran sueño es llegar a la próxima edición de los Juegos Paralímpicos: Los Ángeles 2028. De lograrlo, Raúl se convertiría en uno de los pocos deportistas de la historia capaces de participar en tres ediciones distintas y en tres modalidades diferentes. “Ojalá pueda clasificarme y representar a Asturias”, confiesa. Lograrlo sería un hito absoluto, pero sobre todo una muestra de superación y perseverancia frente a cualquier circunstancia. “En el día a día no deberíamos quejarnos tanto; hay personas que tienen motivos reales para hacerlo y aun así son felices, mientras que otros lo tenemos todo y no vivimos en paz”, zanja.
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