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Carlos y Andrea, la saga continúa en el Torneo Internacional Villa de Avilés de judo

La hija del director técnico del club organizador y alma del torneo debuta con 12 años en la 25ª edición: "Me gustaría que el judo la ayudase a ser mejor persona"

Carlos Fernández y su hija Andrea, en Avilés.    |

Carlos Fernández y su hija Andrea, en Avilés. | / MARA VILLAMUZA

Antonio Lorca

Antonio Lorca

Avilés

Carlos Fernández (Mieres, 1973) va a tener que tragar saliva en más de una ocasión para controlar sus emociones durante el torneo Villa de Avilés que se va a celebrar el próximo fin de semana. El director técnico del club organizador, uno de sus fundadores y alma del torneo, no solo lleva a la espalda el peso de una edición en la que celebran el 25.º aniversario sino que además verá debutar en él a su hija, Andrea, con tan solo 12 años.

El judo casi desde la cuna

"Empezó pronto, con solo 3 años, pero ya viajó la primera semana después de nacer con el equipo y vio competiciones de altísimo nivel", explica Carlos Fernández sobre la relación de su hija con el judo. Su ambición no es que logre nada en concreto en el complicado mundo de la alta competición, sino "meterle el gusanillo del judo y que luego decida ella". "Me conformaría con que el judo la acompañe, que sus amistades estuvieran relacionadas con el mundo del deporte; la mayor medalla que me llevaría, lo que más me gustaría, es que el judo la ayudase a ser mejor persona", añade.

Más allá de la competición

La parte formativa de las artes marciales y del judo en concreto ocupa siempre un lugar central. La élite es escasa y a los grandes torneos llegan muy pocos, pero lo que aporta en educación y asimilación de unos hábitos saludables es incalculable teniendo en cuenta la cantidad de practicantes que hay por todo el mundo: "Chicos que estuvieron en campeonatos del Mundo conmigo me dicen que lo que se llevan son la educación, las amistades que hicieron y que el judo les alejó de otras cosas".

Un componente emocional

Pasando a lo que supone para él que este torneo llegue a los 25 años, reconoce que, aunque sea "solo una fecha, un número" tiene un componente "emocional". "El pensamiento se te va a otras cosas, es bonito, es un torneo que nació de la ilusión de un montón de gente, con unos pocos locos, y ahora es el de mayor aceptación de toda España", explica.

Estos 25 años le hacen pensar también en lo que tiene de legado de toda una vida: "Si el Villa de Avilés cumple 50 años y lo hace con buena salud será mi mayor legado, en manos de quien sea, pero con buena salud".

Un torneo que es un desafío

Lo que supone organizativamente este torneo para que Andrea y miles de jóvenes más puedan juntarse a practicar judo es todo un desafío: "Trabajamos cien personas, con unos 15 ó 16 coordinadores, luego está la parte externa que llega mañana (por hoy), que son otras 60 ó 70 personas, al final es un equipo enorme". Un volumen que han podido gestionar para que Carlos pueda centrarse en lo importante: "Tengo la suerte de estar tan bien rodeado y para esas tensiones que sufro tengo a gente que me las evita y sé que si suena el teléfono es por algo importante".

Le toca "disfrutar" y competir "sin ninguna responsabilidad"

Quizás sea más difícil evitar la tensión cuando la que salte al tatami sea su hija Andrea, que competirá en categoría sub-15, de menos de 44 kilos. De su participación dice que "va sin ninguna responsabilidad, a vivir el ambiente, a disfrutar, y como el resto de chicos lo más importante es que les enganche y les guste". Espera también que aprenda una lección para el judo y para la vida: "Se pierde muchas más veces de las que se gana".

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