Otros 90 minutos por una corona, la del fútbol asturiano. La pequeña final (de Champions o el fin del mundo para Babin, una cuestión de orgullo en todo caso para todos) se disputa en el Carlos Tartiere (21.00 horas, Vamos) con una novedad respecto a los más inmediatos precedentes: esta vez, ahora sí, con público en la grada. Azul de manera mayoritaria, por otro capítulo en la “guerra fría” que Oviedo y Sporting mantienen desde 2019, pero con color, ruido y cánticos desde la grada. El regreso a la esencia de un derbi. Y, otra novedad, con los dos en una situación de privilegio: el Sporting, en posición de ascenso directo; el Oviedo, acechando el play-off. Los dos llegan al choque al alza.
Uno puede imaginarse a José Ángel Ziganda abriendo el viejo libro de recetas para el derbi. Ese que usa un par de veces al año. Repasando el conjuro que tantas alegrías que le ha dado al oviedismo. Ya saben, defensa granítica, orden, un equipo con armadura y aprovechar las que caen arriba. Solidez y oportunismo. Esa fórmula que en los tres últimos años, con el Cuco al timón, ha terminado de la misma manera: con sonrisa en el rostro tras sendos 1-0 para los azules. No necesita más la parroquia azul para gozar del duelo más esperado.
Para hoy se espera más de lo mismo. Más eficacia que florituras. Fútbol gregario antes que una propuesta estética. Le sirve al Oviedo de momento para merodear la zona de play-off, allí donde se supone que debe pelear esta temporada. Pero a los de Ziganda aún les queda un paso pendiente. Una prueba de madurez: debe demostrar en el Tartiere las buenas sensaciones a domicilio. Y confirmarse en el derbi parece el mejor golpe de efecto posible.
Para acometer esta colosal misión, el Oviedo tendrá un aliado importante: un Carlos Tartiere en ebullición. Adiós a las restricciones de público, hola al viejo fútbol. El de pasión en la grada, cánticos y colorido (aunque solo azul en este caso). Con mascarillas, sí, pero el Tartiere, que previsiblemente superará los 20.000 espectadores (se han vendido en torno 9.000 entradas, al margen de los socios), volverá a rugir como en los mejores momentos. El derbi merece recuperar el colorido.
Ziganda ha tratado de mantener a sus chicos al margen del ruido. El de los aficionados y el institucional. En El Requexón, siempre con el candado puesto salvo los 15 minutos diarios de cortesía para los medios, se respira solo fútbol. En la lista de tareas del entrenador, una trascendente: encontrar reemplazo al indiscutible Cornud, lesionado. El cambio más lógico es el de alinear a Mossa, como ya sucedió en Zaragoza, en el carril izquierdo de la zaga. El valenciano tiene buenos recuerdos del Sporting: él fue el protagonista con un doblete en 2018. Pocas novedades se esperan en el once. Una, obligada. Jirka, novedad en La Romareda, está convocado con Eslovaquia.
A cambio, Ziganda recupera a Obeng tras cumplir sanción por su expulsión ante el Girona. Pieza por pieza y reubicación de Viti, que regresará al extremo derecho, su sitio más natural para explotar su endiablada velocidad. El ghanés formará con Bastón la pareja atacante que más alegrías le ha dado al Oviedo. Tampoco estará el lesionado Luismi.
Con todo, los azules podrían formar esta noche con Femenías; Lucas, David Costas, Calvo, Mossa; Viti, Jimmy, Brugman, Borja Sánchez; Borja Bastón y Obeng. Completan la lista de 21: Tomeu Nadal, Carlos Isaac, Arribas, Christian, Joselu (centrocampista del filial), Javi Mier, Sangalli (novedad tras superar su lesión), Jony Montiel, Pombo y Matheus.
El Sporting quiere cambiar la tendencia. Los rojiblancos, en ascenso directo y líderes hasta la pasada jornada, llegan en un momento dulce también a nivel de juego. En el bando rojiblanco hay motivos para confiar en reconquistar un derbi que se resiste desde hace dos año y medio, con aquel gol en propia puerta de Christian Fernández en El Molinón. Veinte años hay que remontarse para encontrar el último en el Tartiere. Demasiado tiempo, aunque por el medio hubiera casi quince años de ausencia de duelos regionales. Los futbolistas lo saben.
El Sporting llega con tres bajas. Dos se las llevó el “virus FIFA”, con la llamada de la sub-21 a Gaspar Campos y de Panamá a Puma Rodríguez, y la tercera, se supone. Christian Rivera, con un proceso de lumbalgia, no se entrenó ayer, por lo que apunta a engordar las ausencias. En cuanto a novedades, un nombre importante: Guille Rosas vuelve a estar disponible superada su lesión. Gallego no ha facilitado lista de convocados, pero se espera la presencia de algún refuerzo del filial. Al menos, la del extremo César García, que ayer no participó en la goleada al Caudal.
Y es que está ahí, en los extremos, el gran dilema. De los tres habituales en esta demarcación, el Sporting se ha quedado con solo uno: Aitor García. La alternativa utilizada por el entrenador en anteriores partidos ha sido la de tirar de Campuzano como acompañante de Djuka y mandar a uno de los costados a Fran Villalba. No se descarta que repita. Tampoco que innove. La única certeza es que en los dos últimos ensayos a Villalba se le ha visto más como mediapunta que en banda.
En defensa también puede haber algún cambio. Además del posible regreso a la titularidad de Guille Rosas en el lateral derecho, el poso de Marc Valiente para la salida de balón puede ser otro de los valores que estudie recuperar el técnico rojiblanco. Más tras el partido de Juan Berrocal en Lezama, señalado en el tanto del Amorebieta. Veremos. El que está en plenas en condiciones es Mariño tras superar las molestias musculares con las que inició la semana.
El Sporting podría saltar al Tartiere con Mariño; Guille Rosas, Babin, Valiente, Kravets; Pedro Díaz, Gragera; Fran Villalba, Campuzano, Aitor García; y Djuka. Completarán la lista: Cuéllar, Bogdan, Pablo García, Berrocal, Borja López, Nacho Méndez, Berto y Pablo Pérez.
