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A pesar de todo, normalidad en la grada: lo que no se vio del derbi asturiano

Oviedistas y sportinguistas conviven en la grada en un clima de rivalidad sin incidentes | Unos 100 rojiblancos fueron reubicados en el fondo sur

Dos seguidores del Sporting, ayer en el Tartiere, entre aficionados del Oviedo. | | IRMA COLLÍN / ÁNGEL GONZÁLEZ

Quedaba una hora cuando un grupo de siete sportinguistas, camisetas al descubierto y bufanda en mano, lanzaban consignas de apoyo a su equipo mientras buscaban la puerta de acceso al estadio. Alguna mirada de sorpresa y poco más. Ni reprobación ni problemas. Porque la rivalidad entre Oviedo y Sporting, dispositivos al margen, se desarrolló con completa normalidad. El derbi de la grada dio un ejemplo a las directivas, que una vez más no supieron estar a la altura del escenario que se presentaba.

No era el primer derbi sin, en teoría, presencia sportinguista en la grada. En teoría porque esa era la postura oficial rojiblanca, en consonancia con sus peñistas. La razón, la protesta por el férreo dispositivo policial que, en opinión del Sporting, no tenía justificación. Pero a la hora de la verdad hubo muchos que no se quisieron perder el derbi. La situación fue clavada a la de 2019, el anterior en el que hubo gradas llenas en el Tartiere.

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Ambiente de las aficiones en el derbi Julián Rus/Ángel González

Así que los responsables de seguridad del estadio municipal ovetense lo tenían claro. En teoría, al tratarse de un partido declarado de “alto riesgo”, la seguridad tenía la potestad dejar sin acceso al estadio a aquellos que portaran distintivos sportinguistas. En teoría, tras rechazar las entradas visitantes, no estaba habilitada la zona visitante en el estadio. Pero, como en 2019, se optó por flexibilizar el criterio y a los grupos de aficionados del Sporting desperdigados por el estadio se les instó a reubicarse en la zona visitante del fondo sur del estadio.

Así que sí que hubo colorido de ambas aficiones, con el azul muy predominante, pero quedó la sensación de que la fiesta podría haber sido mayor. Que con otras 500 gargantas visitantes el asunto hubiera quedado mucho más lucido. Faltó algo de derbi. Los cruces de cánticos, por ejemplo. Los abucheos y referencias al rival. El salseo típico de los duelos entre las dos instituciones deportivas más representativas del Principado.

El partido dejó alegría repartida en forma de un tanto para cada equipo, aunque el final pareció regalar un sabor más dulce para la parroquia visitante, por eso de ir por detrás en el marcador. Al final, ovación de unos y otros para el esfuerzo de sus gladiadores.

Pero el derbi no acabó con el minuto 90. El grupo de rojiblancos emplazado en la grada sur tuvieron que esperar, cosas del protocolo, media hora a ser desalojados del estadio. Acortaron la espera con cánticos y recibieron el aplauso de sus futbolistas. A cambio, la megafonía del Tartiere les amenizó la espera con el himno del conjunto azul en eterna repetición. Una y otra vez. Cosas del derbi.

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