¿Mejor para los dos?

El empate entre Oviedo y Sporting puede estimular las expectativas de ambos

Guille Rosas trata de evitar un centro de Alemão. | IRMA COLLÍN

Guille Rosas trata de evitar un centro de Alemão. | IRMA COLLÍN

Melchor Fernández

Melchor Fernández

LA NUEVA ESPAÑA nos recordaba el sábado que esa noche Oviedo y Sporting disputarían su centésimo partido de competición oficial, o sea de Liga y Copa. Pocos derbies futbolísticos españoles podrán presumir de tan abundantes antecedentes, que han traído hasta nuestros días el acontecimiento con pleno vigor. Casi se diría que demasiado, a la vista de los problemas que creó la mejor entrada de la temporada para el acceso al campo, aunque cada vez parece más claro que el problema está en el emplazamiento del nuevo Carlos Tartiere, que dista mucho de ser el más adecuado, por razones puramente topográficas. Los cientos de aficionados, quien sabe si más de mil, que no pudieron llegar a tiempo a su localidad, pese a encontrarse al lado del campo bastante antes de las nueve de la noche, quizá se consolaron cuando, al ocupar al fin su localidad, les dijeran que, salvo el meritorio despliegue de los prolegómenos, siempre agradable de disfrutar, no se habían perdido gran cosa de un partido cuyo primer tiro a puerta no llegaría hasta el minuto 37. Y no fue propiamente un tiro a gol, sino un saque de falta, lateral, a cargo de José Ángel que, buscando con toda probabilidad el remate de sus compañeros, llevó el balón al larguero después de que el roce en los dedos a Aarón evitara que se introdujera en la portería muy cerca de la escuadra.

El respeto mutuo de los dos equipos había hecho del partido hasta entonces un enfrentamiento cerrado, en el que no había lugar para nada futbolísticamente atractivo. Quien sabe si fue el apasionado aburrimiento de algunos aficionados azules lo que les llevó a buscar una diversión con lo que quedaba del gran "tifo" exhibido en los prolegómenos del partido y que había sido convertido en trozos de papel. Convertidos a su vez en bolas, esos restos sirvieron para que algunos los usaran como elementos arrojadizos contra los jugadores del Sporting que se acercaban a la banda para sacar un "faut" o lanzar una falta. Obviamente, no hacían daño, aunque sí podían molestar o distraer. Sesma Espinosa, el joven árbitro riojano, decidió cortar por lo sano y, tras dos advertencias, interrumpió el desarrollo del juego y mandó que los jugadores se retiraran a los vestuarios, mientras los altavoces del estadio anunciaban que, en caso de repetirse los incidentes, se suspendería el partido. No habría tal.

LOS DOS PUDIERON RESOLVER. El partido comenzaría tras el descanso. Las salidas fulgurantes del Oviedo en el segundo tiempo no son una novedad. No habían pasado veinte segundos cuando un cabezazo de Colombatto a centro de Luengo obligó a Yáñez a hacer su primera parada en el partido. Dos minutos después no pudo hacer nada, sin embargo, para evitar que un tiro intencionado de Hassan, habilitado espléndidamente por Alemão, llegara a la red. El partido estaba abierto y empezó a tener alternativas. El Oviedo crearía nuevas oportunidades de gol. La más importante, un remate de Alemão, a pase de Colombatto, que llevó a Yáñez a hacer la parada del partido.

Es más que probable que si el balón hubiera terminado en la red sportinguista en esa jugada del minuto 68 el Oviedo hubiera ganado el partido. No fue así y al Sporting le llegaron sus oportunidades. Una la materializó Gelabert con el que fue su primer gol en la temporada. Y otra pudo estar en los pies de Queipo, que se desmarcó netamente a la salida de un córner contra su equipo, pero sus compañeros no le vieron. El empate no contentaría a ninguno de los dos equipos pero seguro que no les disgustaría del todo, pues tienen argumentos para ello. El Oviedo conserva una clara ventaja sobre el Sporting y este tiene a favor el marcador particular, que decide en caso de empate.

¿Y AHORA? El derby de vuelta se disputó justo al comienzo de la segunda vuelta de una categoría en la que la lucha por el ascenso parece disputada como pocas veces. En lo que va de Liga, Oviedo y Sporting han estado juntos cuatro veces entre los seis primeros puestos de la categoría. Ahora los azules se han distanciado hasta cinco puntos de los rojiblancos. Los dos han flaqueado en las últimas seis jornadas; el Oviedo con dos derrotas en casa, y el Sporting, con una trayectoria más bien desastrosa, pues solo ha sumado seis puntos de los dieciocho disputados. Pero, obviamente, todo está por decidir y quedan nada menos que veinte partidos para aspirar a lo mejor. Ahora que los dos líderes del fútbol asturiano ya no pueden hacerse daño mutuamente, ¿por qué no pensar que el resultado de su última confrontación directa en la temporada haya sido lo mejor que pudo ocurrirles?

Hassan y Dubasin fueron decisivos en el partido

Uno de los atractivos de este Oviedo-Sporting era ver el rendimiento de los dos jugadores, Hassan y Dubasin, que este verano cambiaron de camiseta para ponerse la que en la temporada pasada era la del rival asturiano. Y no defraudaron, pues ambos asumieron un protagonismo evidente.

Curiosamente, Hassan no figuraba en la alineación inicial. Pero en cuanto salió al campo, que fue al comienzo del segundo tiempo, no tardó en hacerse notar. Iban dos minutos de juego cuando Pomares metió en diagonal un centro raso sobre el área del Sporting. Colombatto dejó pasar el balón, que llegó a Alemão, el cual aguantó el acoso de un defensa rojiblanco –¿Diego Sánchez?–, lo que favoreció el desmarque de Hassan, que recibió el balón en una situación muy favorable. No la desaprovechó. Optó por asegurar el disparo, con un toque con el interior del pie que buscó más la colocación que la fuerza. Y Yáñez no pudo llegar al balón. Poco después el franco-egipcio hizo por la banda derecha una colada de las suyas y tras desbordar a José Ángel dejó un centro raso a favor de Portillo, que venía lanzado y remató con más convicción que puntería. El disparo le salió fuerte pero alto.

Hassan tuvo también que ver en el gol del Sporting que supondría el empate, pues fue a él a quien Queipo le arrebató el balón en el centro del campo, junto a la banda. Por cierto, Hassan protestó, pero el árbitro no le hizo caso. Queipo retrasó el balón a Pablo García, quien lo alargó por la banda hacia Dubasin, que en ese momento estaba solo. El Pingüino cortó en diagonal hacia el área oviedista y vio en ella el desmarque de Gelabert, que recibió el balón con seguridad para afrontar la media salida de Aarón. Su disparo rozó el cuerpo del portero oviedista, pero el balón siguió hacia la red. Era el primer gol de Gelabert en la temporada y la enésima jugada decisiva que Dubasin ha aportado al Sporting desde que cambió el azul por el rojiblanco.

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