Al margen de otros temas menores, la semana estuvo marcada por la Champions y la locura (chifladura, en oportuna definición del que mandaba la tropa) de superar el 4-0 de la ida parisina y entrar en cuartos gracias a un impensado 6-1 logrado al límite de la campana y en un Camp Nou que hizo saltar literalmente los sismógrafos más cercanos. Gesta con varios claroscuros arbitrales que parece que apartan al germano-turco Aytekin de la gloria de las siguientes rondas europeas, que Pierluigi Collina no gusta de los errores de trazo grueso.
Previamente también el Madrid había salvado los muebles en Nápoles, en otro flojo encuentro con los tres tenores en escena, y que renueva el debate sobre la conveniencia de un equipo más coral. Pero mientras se sustancia la cuestión entre los gustos y debilidades del presidente y las necesidades de Zizou, la solución brota de la cabeza del capitán de manera inapelable. Otra vez. No le ha bastado con usurparle a Renato Cesarini su zona, sino que se prodiga en la hazaña. Ahora los investigadores del tema han dado con la clave del asunto, que no es otra que el de Camas oficiaba de delantero en sus inicios. Así cualquiera, puede pensar más de un desavisado.
También la clave del Sporting está, o estaba, en ganar, pero ahora no solo es ganar sino que pierdan los que van por delante. No está de más que lo recuerden algunos que han vendido ya varias pieles de oso en esta deriva rojiblanca.
Hoy no será fácil el asalto matinal a un Valencia que se ha rehecho de sus desvaríos iniciales y que ha puesto tierra de por medio con el descenso con un entrenador de la casa, tras los fracasos de Ayestarán y Prandelli. Curioso caso el de Voro, que no es nuevo en esa tarea reparadora para los del Turia. Una solución intramuros, sin búsquedas lejanas, exóticas y caras.
