Opinión | Fondo Norte
Julio Puente
La peor tarde para acumular torpezas
El Sporting hasta el aguerrido final jugó un mal partido y tuvo que soportar la incapacidad de Gil Manzano
Como en los mejores tiempos periodísticos de Enrique Corripio Monestina, que cada tarde dedicaba un buen trozo de su jornada a la acumulación de stocks, al Sporting se le acumularon ayer en Pamplona las torpezas propias y las ajenas. Las propias, su pobre partido, salvo en la briosa reacción final. Las ajenas, procedentes de un tal Gil Manzano, que ve lo que no es (un fuera de juego de Burgui que termina en gol) y no ve un penalti que un defensa local hace al citado extremo rojiblanco. Amén, claro está, de la acumulación de tarjetas para los del caporal, que llegaron al descanso cargados de amarillas, a juego con las medias, cuando habían hecho cinco faltas por más de veinte los jugadores locales.
La tarde había empezado con la torpeza de Villarreal, donde el ilustre colega del extremeño Gil Manzano no vio cómo Bakambú marcaba en los segundos finales un gol con la mano, y no precisamente la mano de Dios, que le daba a los de Escribá la victoria y dejaba al Leganés sumido en lágrimas. Pudo parecer aquello un buen signo para un Sporting que necesitaba ganar en El Sadar. El empate es, claro, mejor que la derrota que se olfateaba desde el primer gol local, en propia puerta por obra de Jorge Meré, pero sigue dejando a los de Butarque a más de un partido. El "seguimos ahí" de Rubi no se sabe si seguirá valiendo. Pasado mañana, el Espanyol de Quique Sánchez Flores y Javi Fuego, en El Molinón, que, a la vista de las imágenes de la capital navarra, da la impresión de no creer ya en el milagro.
El Sporting de Pamplona empezó bien, pero pronto se vio que la pasión que aquí se reclamó no aparecía por ninguna parte. La defensa aguantó lo justo, hasta la primera llegada de los locales, que con un pase desde la izquierda y el mal despeje de Meré ya estaban en ventaja. Un tiro cruzado y alto de Sergio León en el segundo tiempo fue, además del segundo gol obra del pequeño de los Kodro, la única oportunidad del Osasuna. El Sporting acumuló más llegadas, pero la torpeza de Gil y sus asistentes fue el mejor sistema defensivo rojillo. Cop falló un gol claro y al final la torpeza de Carlos Castro, acertado poco antes en el segundo gol, impidió que se consumara la remontada. La remontada que habría cambiado todo.
Se ve que los extremeños se tocan, en feliz título de una obra teatral de Muñoz Seca. Se tocan porque el tantas veces citado Gil Manzano dio la impresión de perseguir al bueno de Burgui, el nuevo vizconde de Burguillos del Cerro, provincia de Badajoz. Relevado al final para evitar males mayores, lo que ahora sufre el Sporting. Si pregunto, ¿molesto?: ¿qué piensa Esuperio del nivel actual del arbitraje hispano, visto lo visto? Próxima parada, Capuchinos.
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