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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

Águilas, ballenas y Superligas

Los dueños del negocio del balompié son insaciables y quieren más

El alma calvinista del capitalismo dispone que el principio del placer sea sustituido por el principio de la productividad. Y el fútbol moderno es un producto del capitalismo. El alma proletaria del fútbol solo es un bonito recuerdo, y al fútbol moderno le importa tato el placer como al gato Silvestre le importa la Declaración de Derechos de los Canarios Amarillos con la Cabeza Grande. ¿A alguien le sorprende la aberrante idea de una Superliga europea, o algo así, con ascensos y descensos y que se jugaría los fines de semana, condenado al olvido a un Eibar-Getafe? La Liga de Campeones ya se nos ha ido de las manos a los futboleros, pero los dueños del negocio son insaciables y quieren más. Mucho más. Productividad, acumulación capitalista en favor de los más grandes. Quizás la única solución auténticamente futbolera sea volver a los orígenes de frío y barro, negarse a escuchar ese himno de la Liga de Campeones que funciona como los cantos de sirena que llevaban a la perdición a barcos y marineros, dejar las gradas vacías como protesta cuando un club paga cifras asquerosas por jugadores maravillosos, rellenar la quiniela para luchar contra las casas de apuestas, explicar a los niños que juegan al fútbol en el recreo que después de marcar un gol no es necesario celebrarlo con una coreografía digna de "Fama, a bailar"? Todo eso.

Ya sé que no. Y yo, el primero. La gran Eloísa dice en una de sus cartas a Pedro Abelardo que ojalá el corazón doliente estuviera tan pronto a obedecer como la mano del que escribe. A muchos nos duele el corazón futbolero ante tanta Superliga y tantos superfichajes, pero me temo que ese corazón no está tan dispuesto a obedecer como la mano que escribe este artículo. Seguiremos siendo futboleros hasta que el fútbol estalle como seguiremos viviendo en nuestra burbuja capitalista hasta que el mundo explote. ¿Cómo luchar contra las malas ideas como la Superliga que tienen toda la pinta de ser un éxito si se empeñan los que financian el Monopoly? Los marines estadounidenses instalaron puestos de reclutamiento en las puertas de los cines donde se proyectaba la película "Top Gun", protagonizada por Tom Cruise o, más exactamente, por la sonrisa de Tom Cruise. ¿Cómo se puede luchar contra la sonrisa de Tom Cruise en un avión chulísimo y rapidísimo? Imaginemos que la dichosa Superliga sale adelante. ¿Cómo luchar contra un cartel con los nombres del Barça, del Real Madrid, del Manchester United, del Liverpool, del Manchester City, del París Saint-Germain, de la Juventus, del Inter de Milán, del Bayern de Múnich o del Oporto? ¿Se imaginan que los chicos de la UEFA instalen puestos de reclutamiento para la Superliga a las puertas de los estadios de fútbol donde juegan Messi, Ronaldo, Mbappé o Pogba? ¿Qué se puede hacer contra eso? Todos a la aviación para volar con Tom Cruise. Todos al estadio los fines de semana para ver volar a Messi contra Ronaldo en la Superliga.

El filósofo francés Helvétius no solo decía que los hombres buscan, por necesidad, la satisfacción de sus intereses egoístas (los grandes clubes de fútbol buscan sus intereses, que coinciden con los de la UEFA, no los intereses de sus aficionados) sino que advertía que es ridículo tomar por una no-libertad nuestra impotencia de atravesar las nubes como el águila, o de vivir bajo el agua como las ballenas. De acuerdo, amigo Helvétius, pero los hombres ya atravesamos las nubes con Tom Cruise y vivimos bajo el agua con el capitán Nemo. Helvétius también habría dicho que no hay que tomar como no-libertad la impotencia de los futboleros para dedicar los fines de semana a dos competiciones tan contradictorias como la Liga y la Superliga. Pero lo haremos, atravesaremos las nubes de la Superliga mientras vivimos bajo el agua con la Liga. Hasta el colapso final.

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