La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alberto Menéndez

Cuestión de fe

Voluntad, toda; juego, menos. El Oviedo logró ayer un empate que le mantiene ahí, en la zona de arriba de la tabla, con opciones de meterse en los puestos que dan opción a disputar los partidos de promoción. El Granada demostró en el Carlos Tartiere por qué está donde está, luchando por el ascenso directo. Los granadinos son segundos por algo. Sus argumentos futbolísticos son serios. Fundamentalmente en defensa. Pero, paradojas del deporte, después de ir controlando el partido ante los azules sin mayores problemas durante todo el segundo tiempo, fue precisamente un garrafal error defensivo de Germán el que permitió a Ibra obtener el tanto del empate en el minuto 87. Eso sí, el delantero oviedista finalizó la jugada con gran brillantez.

En los primeros 45 minutos los discípulos de Egea mantuvieron el tipo e incluso se podría decir que fueron superiores a los jugadores de Diego Martínez. Así fue mientras las fuerzas les acompañaron para presionar a los granadinos en su propio campo, no dejándoles espacios ni tiempo para pensar. Los oviedistas apenas pasaron por momentos de peligro en todo el primer tiempo. Pero las cosas cambiaron en la segunda parte, una vez que Fede Vico marcó el gol visitante a los cinco minutos de la reanudación. Una vez más, un error defensivo, un mal despeje de cabeza hacia el borde del área de Carlos Hernández, dejó un balón franco para el remate que no desaprovechó el andaluz. A partir de ahí los nervios atenazaron a los de Egea, conscientes de lo complicado que es hacerle un gol al Granada, y más cuando se adelanta en el marcador. Mientras que a los azules les costaba un mundo acercarse al área de Rui Silva, los granadinos sumaban oportunidades falladas para ampliar la ventaja y sentenciar de esa manera el encuentro ante la meta de Champagne.

Si en el Oviedo hay un jugador voluntarioso y que nunca decae en el esfuerzo ese es Ibra. No es en la primera vez que lo demuestra. Con más fortuna o con menos. En El Molinón, en el último derbi, fue también a por todas, pero el árbitro le anuló el gol del empate cuando el partido llegaba al final. Ayer, también cuando faltaban pocos minutos para que el Oviedo acabara perdiendo el partido, la fortuna le sonrió poniéndole en los pies un balón de oro que no desaprovechó.

Ibra y el resto de sus compañeros tuvieron ante el Granada la suerte de cara que les faltó, por ejemplo, ante Las Palmas y el Córdoba. Pero el juego desarrollado por los azules corrió parejo en los tres casos, tanto antes con Anquela como técnico como ahora con Egea. Algo lógico. Sí, hay cambio de sistema, el equipo es teóricamente más ambicioso. Pero todo necesita su tiempo para madurar. Lo bueno para el nuevo entrenador es que, aunque sea con fortuna, aún no conoce la derrota y el Oviedo continúa con las mismas opciones de disputar el play-off de ascenso a Primera que antes de enfrentarse al Granada.

Después de visto el partido, el punto ante los de Los Cármenes se puede considerar un buen botín. También es cierto que Ibra pudo incluso dar los tres puntos a los asturianos. Por suerte, no por merecimiento. Ahora, el goleador azul, Egea y resto de los plantilla tienen la oportunidad de desquitarse del juego cargado de impaciencia de ayer en el próximo encuentro, ante otro de los gallitos de la división, el Málaga.

Compartir el artículo

stats