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De cabeza

Un don nadie

En "The night of", la excelente serie de HBO, el actor John Turturro interpreta a un abogado de poca monta que se busca la vida merodeando comisarías. A la caza de pequeños casos que le sirvan para ir tirando. Como un comercial, deja su tarjeta a quien lo pueda necesitar y en un alarde de importancia hasta se anuncia en el metro. Un don nadie honesto pero un don nadie al fin y al cabo, dirán a su paso. Nada parece que vaya a cambiar en la rutina del abogado hasta que, un poco por azar, se topa con un caso importante, uno de esos casos que los demás piensan que le queda grande pero, consciente de que puede ser la oportunidad de su vida, se agarrará a él como a un clavo ardiendo. Y en cuanto se pone manos a la obra, la condescendencia y el escepticismo empiezan a brotar a su alrededor. De quien no se espera nada, se le exige todo.

Ser el equipo colista de la categoría también puede suponer ser un don nadie honesto. Es curioso cómo la honestidad, muchas veces, se identifica con la desgracia, como decir: con todo lo que le está pasando, al menos será honrado, no regateará el esfuerzo ni la fe. Al igual que John Stone, el abogado que interpreta Turturro, ahora mismo el Oviedo es un don nadie que merodea las comisarías. Da igual que le hables a alguien de tu pasado, la clasificación dice que eres el último. Los buenos casos no se resuelven en el fondo del pozo.

El partido contra el Zaragoza podía ser esa oportunidad para demostrar que eres algo más que un equipo bien encarado y voluntarioso. Los zaragocistas venían luciendo galones. Si quieres que los demás dejen de perdonarte la vida, sal al campo como si te jugaras el liderato. Olvida los malos tragos y la realidad. Yo creo que hay encuentros que se ganan más cerca de la fantasía que del realismo. El Oviedo mostró su mejor cara desde que empezó la Liga, incluso mejor que en no pocos momentos del campeonato pasado. Arruinan los errores individuales que son algo así como que se raje un testigo que habías conseguido para la defensa. A John Stone, en "The night of" le va a costar que se lo tomen en serio. También al Oviedo. No es sólo la indigencia de los tres puntos conseguidos, son los tópicos y los roles que te caen encima por ser el último. En estos casos, la epopeya llama a la insurrección pero, a veces, en pleno éxtasis, pretendes ganar el tercer partido antes que el primero.

El empate a dos es un paso diminuto, cierto, pero algo distinto tuvo que pasar cuando la gente se fue con la sensación de haber dado un paso de gigante. Ya se dijo aquí en otra ocasión: los cambios hay que realizarlos por jugar mal no por perder o no ganar. Haremos caso al entrenador del Granada cuando dice que jugar bien es saber estar a la altura de tus necesidades. Las necesidades del Oviedo son muchas. Habrá que ir cogiendo altura. En medio de la mayor tensión posible, John Stone, nuestro abogado, se para en un puesto callejero a deleitarse con un perrito caliente. Tiene tiempo para bromear con la chica que le sirve un café y con el guardia que está a la puerta de los juzgados. Y eso que depende de él la vida de un acusado. Será profesionalidad, hábito. También confianza en su capacidad. Quizás sea mejor que le sigan viendo como a un don nadie. No hay mejor fiesta a la que acudir que aquella en la que no te esperaban. Aprender el juego desde abajo es algo que no había probado el Oviedo en Segunda División. Todo se simplifica. A pesar de la angustia, está mucho más claro, es mucho más sencillo saber el objetivo.

Así no hay espacio para retóricas ni para sueños. El míster Rozada ya pudo entrenar una semana. La imagen reflejada en el espejo ante el Zaragoza es la de un equipo dispuesto a derrotar esa condescendencia, ese escepticismo.

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