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De cabeza

La presión

Sobre la lección que dejó la victoria del Oviedo en el Tartiere ante el Rayo Vallecano de Paco Jémez

Paco Jémez lo dijo al acabar el partido: el Oviedo supo jugar mucho mejor con la presión. Lo dijo el entrenador del Rayo y Nacho Azparren lo subrayó en este mismo periódico. Cuando los problemas se acumulan también se acumulan los visitantes no esperados: polizones en una travesía sin rumbo. La presión no la ves pero la palpas, juega su propio partido. Hace muchos años que el Oviedo no pelea por evitar la zona de descenso y sería conveniente refrescar la memoria. Ya sé que recordar los malos momentos no le gusta a nadie pero ganar a la presión, ese nuevo rival, es un objetivo primordial. Hay quien dice que la mejor manera de superarla es no pensar en ella, y puede que tenga razón, aunque es complicado evitar a un compañero de piso al que te encuentras nada más levantarte vaciando la exigua nevera.

Lo que sobra a partir de ahora son los relatos extraordinarios, la literatura fantástica. No es que pelear por no bajar sea un cuento de Bukowski en el que los domingos matan a más personas que las bombas. Una aficionada oviedista tiene en la foto de su whatsapp a varios futbolistas azules celebrando con rabia un gol. Le digo que me gusta la foto que ha escogido y me responde: "Después del frío y el sufrimiento que pasamos en el Tartiere cada domingo..." y acompaña el comentario con los iconos de dos caras llorando de risa.

La otra presión: la que surge de pensar en los aficionados que nunca faltan a su cita. De los que nunca pasan por el campo hay poco que decir. Son días de agobio y es cuando más se agradece el ánimo. Y si a jugadores y club se les pida realismo, también deberíamos pedírnoslo a nosotros. El Rayo no ha empezado bien la Liga pero tiene una plantilla casi de Primera. Aún así fue mucho menos equipo que el Oviedo.

Costó ganar pero como bien dijo Ortuño, se dio un paso adelante. Sería bueno no volver a dar un paso atrás o dar otro nuevo paso adelante. El objetivo es evitar el descenso y no me hago ilusiones: nos vemos peleando casi hasta el final y ya quisiera yo poder equivocarme. La presión es adaptarnos todos a una nueva realidad y no adoptar actitudes del tipo: esto no va conmigo. El pasado domingo me sorprendió y me cabreó escuchar, justo antes del penalti a Nieto, que el partido es una pachanga, que son todos muy malos, y afirmarlo con una condescendencia impropia de alguien que sigue al Oviedo desde hace años en el caso de que sea así. Prefiero al sufridor que hace de sus colores un drama. Al menos no deja abandonar su cariño. El verano es una página en blanco. Nadie quiere pensar en ese periodo que vaya a suceder lo que ahora sucede. En el verano se pueden escribir los versos más alegres y nadie te reprochará nada. Es ahora, cuando el invierno acecha, cuando la estepa se cubre de nieve, cuando la tarde se concentra alrededor de una estufa o del fuego de una chimenea, cuando el maestro Chéjov aspira a contar la historia de un día en la vida de un hombre y de una mujer en la que no pasa nada, salvo el tiempo y la propia vida.

Es importante saber jugar con la presión, por supuesto. Importante abrigarse para salir a la calle. Importante no desesperar por tanta lluvia. Pero también celebrar una victoria aunque no nos saque de pobres. Mi aspiración es llegar a junio dignamente, sin tener que pedir prestado a un usurero.

Ojalá, si al final el Oviedo mantiene la categoría, que la experiencia de esta temporada sirva de lección. Soy escéptico. De momento, reduzcamos la escala de lo que tiene importancia. Es importante volver a casa al final de la jornada, levantarse al día siguiente con las ganas intactas. Actuar sin presión, precisamente porque abunda.

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