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Dos en la carrera / kilómetro 26

Con el gol se avanza

Su acierto ante la meta rival revitaliza al Oviedo mientras el Sporting paga su ineficacia rematadora con un nuevo fracaso en sus salidas

E El remate hay que buscarlo. El 2-0 podía parecer un castigo excesivo para el Sporting, que había planteado el partido con mayor ambición de lo que venía siendo costumbre. Tardó en acoplarse. Durante la primera mitad del primer tiempo mantuvo muy separadas las líneas y el Tenerife se hartó de coger la espalda a los centrocampistas gijoneses gracias a acertados cambios de juego y un buen uso de las bandas por Luis Pérez, Suso y Nahuel. Luego el Sporting ordenó mejor sus efectivos, con Pedro Díaz y Salvador más centrados y con mejores apoyos. Y comenzó a llegar con supuesto peligro al área tinerfeña. Esa tendencia se haría más acusada en el segundo tiempo. Nunca en lo que va de temporada el Sporting habrá alcanzado tantas veces la línea de fondo, casi siempre con Bogdan de protagonista. Pero la mayor parte de esas jugadas no culminaron en un remate a puerta. Una de las grandes carencias del equipo es que llega con pocos efectivos al área contraria. Otra, que sus delanteros de oficio no ejercen de rematadores. Juegan más al fallo que al remate. Djurdjevic no se adelanta casi nunca al primer palo. Espera el balón al segundo, con dos o tres defensas por delante, que impiden que le llegue el balón. Y a veces le acompaña allí el otro delantero, Álvaro Vázquez, en vez de hacer lo que manda el manual, que es repartirse las opciones: uno en cada palo. Carmona, que, cuando llega arriba, irrumpe con decisión en el área, remató más veces y con más peligro que ellos.

E Un gol como ejemplo. El partido llevaba camino de terminar para el Sporting con su décimo cero fuera de casa y otro infamante 2-0 cuando al fin surgió la sorpresa de un gol. Y, por cierto, estupendo. Los elogios cargarían el acento sobre el pase de Pedro Díaz, que fue ciertamente espléndido, pero, como poco, estuvo a la misma altura la aportación de Pablo Pérez, de cuyo intencionado desmarque nació realmente la jugada que, además, supo finalizar con mucho mérito. Parece ser que Djukic busca en Pablo Pérez el delantero que sin duda necesita. Por sus cualidades físicas y técnicas cuesta trabajo verlo en esa función. Pero en Tenerife dio a algunos delanteros de oficio la lección de que el gol hay que ir a buscarlo y no esperar a que llegue.

En el kilómetro 26 de la Maratón de Segunda el comportamiento de los competidores asturianos fue dispar. Mientras el Oviedo lograba al fin reencontrarse con la victoria, y además antes un rival directo, el Sporting regresaba una vez más de vacío de un desplazamiento. El Oviedo ganó porque encontró el goleador que tanto necesitaba y que tenía en casa, como en la plantilla del Sporting estaba el que salió al campo para enseñarles a los goleadores de oficio el camino que no habían sabido encontrar. Acertar o no en ese aspecto clave, el gol, equivale a correr o pararse. Y la consecuencia concreta es que el Oviedo, que ha podido abandonar la condición de colista, se acerque al Sporting, que vuelve a mirar hacia abajo en vez de hacerlo hacia arriba.

EL OVIEDO, LO QUE NECESITABA, Y MÁS

El Oviedo consiguió ante el Albacete no solo lo que desde hace tanto tiempo necesitaba, sino incluso algo más. Lo principal era la victoria, por supuesto, pero tampoco le vendrá mal la satisfacción de haberse mostrado superior en juego y en capacidad a un competidor directo, al que además supera en el goal-average, tras haberle vencido en los dos campos, el contrario y el propio. Por si fuera poco, lo logró ante una afición recrecida en número y en ánimo. Todo junto debería contribuir a dar al equipo azul ese plus de confianza que necesita para convencerse de que puede aspirar a algo más que a sufrir en la cola del pelotón.

E Superior con reparos. El partido mostró dos contendientes con un perfil anímico bien diferenciado. Las trayectorias recientes de ambos eran parecidas. Los dos llevaban muchas jornadas sin ganar: el Oviedo seis y el Albacete ocho. Los que salieron al terreno de juego del Carlos Tartiere -por cierto, mejorado- eran dos equipos acuciados por la necesidad. Pero en seguida se pudo advertir que la asumían de forma diferente. Ante un Oviedo animoso y decidido, el Albacete ofrecía la imagen de un conjunto en crisis, parco en ideas y más conformista que atrevido: el típico equipo que transmite la sensación de habérsele ido de las manos a su entrenador. Si hubiera sido más atrevido y capaz quizás hubiera sacado más provecho de las facilidades que, fiel a su trayectoria en esta temporada, no dejó de ofrecer el Oviedo, que, con sus fallos defensivos, obsequió a su rival con un penalty y un par de ocasiones clamorosas. También es verdad que el Albacete correspondió generosamente a ese derroche. Por poner dos ejemplos, el córner del que surgió el primer gol del Oviedo fue un regalo de la defensa manchega y en el primer gol oviedista el portero se quedó a media salida.

E Razones oviedistas. Sin hacer un partido redondo, el Oviedo mandó casi siempre en el juego y mostró más ambición que el Albacete. Fueron importantes su mayor solidez en el centro del campo y la recuperación de Berjón en su papel de líder, que siempre abre buenas expectativas para el equipo. Y, sobre todo, decisivo, el hallazgo del goleador que añoraba desde hacía tanto tiempo y que, paradójicamente, lo tenía ahí, calentando banquillo.

E Ibra, dos y dos más. Parece absurdo que se admitan cesiones entre equipos de la misma categoría. Pero lo cierto es que no solo existen, sino que proliferan cada vez más. Algunas incluyen la llamada "cláusula del miedo", que impiden al futbolista jugar contra el club propietario de sus derechos. Por ese motivo el Oviedo no pudo alinear a Ortuño ante el equipo al que pertenece. En el Albacete deben de estar tirándose de los pelos por haber ejercido la cláusula. Ortuño lleva meses de sequía goleadora y quien le sustituyó no pudo hacerlo con más provecho para su equipo. Ibrahima seguramente no hubiera jugado el domingo, al menos de salida, si Javi Rozada hubiera podido contar con Ortuño, pues ahí estaba además el recién fichado Rodri para hacer de segundo delantero. Podría decirse que Ibra entró en la alineación porque no había otro. Y es que el otro, Joselu, está ahora en el Tenerife, donde ha marcado cuatro goles en cuatro partidos, lo que está muy bien, pero parece poco si se lo compara con lo que fue capaz de hacer Ibra ante el Albacete, al que marcó dos goles validados por el árbitro y otros dos que fueron anulados tras la revisión del VAR después de que Gorostegui Fernández los hubiera dado inicialmente por válidos. En esos dos goles anulados hubo, efectivamente, fuera de juego, pero por tan pocos centímetros que, sin el auxilio tecnológico que ahora se utiliza, habrían subido al marcador e Ibra habría podido presumir de la infrecuente hazaña haber hecho un póker de goles, o un tute si se quiere algo más castizo.

E Fichajes que mejoran. Los recién llegados están contribuyendo a mejorar al Oviedo. Luismi volvió a hacer otro partido serio. El debutante Rodri estuvo a punto de marcar con un buen cabezazo y provocó el penalty que no logró aprovechar Berjón. Quizá quien, por ahora, mejores sensaciones despierta sea Lunin. Es rápido de reflejos y ágil -lo demostró en el penalty detenido en primera instancia-, y decidido y fuerte en las salidas. Y tiene unas manos firmes. Lo acreditó su respuesta al cañonazo a bocajarro con que Zozulia correspondió en el minuto 88 al regalo de Christian y Mossa, último error de la defensa azul en un partido en el que el Oviedo pudo permitírselos sin consecuencias graves.

E Cuanto más, mejor. Con todo, desde la perspectiva oviedista, quizá lo más positivo del partido fue la afluencia de público al Carlos Tartiere, muy superior a la que venía siendo habitual en esta temporada. La recrecida afición oviedista encontró la satisfacción de la victoria, que es la mejor forma para crear adicción. Más aún que incorporar nuevos fichajes al Oviedo le vendrá bien reforzar el jugador número 12.

EL SPORTING, ENTRE LO FATAL Y LO QUE LE FALTA

El Sporting parece abonado a la fatalidad, sobre todo en sus partidos fuera de casa. Es una constante, al margen de quien se siente en el banquillo. Desde que lo hace Djukic cuenta por derrotas las salidas y no hay forma de que cambie. Su equipo sigue regalando al rival estupendas ocasiones en jugadas de estrategia. Pero no es esa su única limitación. Cuando trata de jugar con ambición y llega reiteradamente al área contraria, exhibe una incapacidad clamorosa para culminar con acierto las jugadas. Lo uno y lo otro se pudo ver ante el Tenerife en el Heliodoro Rodríguez.

E Un córner basta. El equipo local solo necesitó un córner para hurgar en la herida abierta que son para el Sporting de esta temporada las jugadas de estrategia. Forzado por Nahuel en el minuto 7, el saque de esquina lo lanzó espléndidamente Luis Milla al sitio justo y a la altura adecuada para que acudiera a disfrutarlo uno de los centrales de su equipo, el más alto, un gigante serbio cuyo apellido es Sipcic. Djukic, entrenador del Sporting, y su ayudante, Pandurovic, que se encarga de las jugadas de estrategia, y son serbios también, seguro que son capaces de escribir su apellido a la primera, poniendo cada acento sobre la consonante adecuada. Pero no dieron con la fórmula para frenarle o, si la transmitieron a los suyos, estos no supieron aplicarla. Sipcic no se colocó en primera línea de remate, sino un poco rezagado, para arrancar en perpendicular a la portería cuando el balón volaba hacia al área. Valiente y Babin, por ese orden, trataron de salir a su encuentro. Dio la sensación de que se estorbaron. En cualquier caso, se quedaron cortos. Su oponente llegó con claridad al balón y cabeceó hacia abajo, con más fuerza que colocación. Era sin duda un balón difícil de atajar, aunque a Mariño se le ha visto hacer milagros mayores. Y se convirtió en un gol de esos que, por lo tempranos, marcan un partido.

E Joselu remacha. Hace muchos años estuvo de moda una canción de las llamadas "de verano" que pregonaba que Tenerife tiene seguro de sol. Joselu, al que el mercado de invierno ha permitido cambiar de aires, pasando de Oviedo a Santa Cruz, parece haber suscrito, a favor de ambiente, una póliza que le garantiza seguro de gol. En el Oviedo de la sequía goleadora no contaba porque no veía puerta. En Tenerife sale a gol por partido. Ante el Sporting supo sacar provecho de un grave error de Babin, que en el balón que le llegó en un despeje largo de la defensa tinerfeña dudó entre ceder a Mariño o despejar hacia atrás, flojito. Adoptó la peor decisión y Joselu aprovechó con sagacidad y decisión aquel regalo. Se metió con rapidez en el área y tiró con acierto, por bajo y ajustado al palo derecho. Se jugaba el tiempo de prolongación de la primera parte y el Tenerife se iba al descanso con los deberes hechos.

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