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Pero es un derbi

Los estados de ánimo de Sporting y Oviedo ante un choque extraño, histórico e inescrutable

Hoy es el primer lunes de verano, laborable, y se va a jugar un partido en El Molinón en horario casi de ir para la cama, sin público y con pausas para la hidratación a ¿15 grados? ¿20 a lo sumo? Pero es un derbi.

Es un fútbol “pachanguizado” con aficionados de mentira plantados por ordenador en las gradas y con sonido virtual enlatado. Ciencia ficción, pero es un derbi.

Esta terrible pandemia que ha arrasado con tantas cosas y ha causado tanto dolor nos ha servido a muchos para resituar prioridades, al menos por un tiempo. Mientras nos importó lo importante, nos olvidamos de Oviedo y Sporting y casi que fue de agradecer. Pero es un derbi.

El Oviedo lleva dos partidos consecutivos sin ganar en su estadio. El Sporting lleva dos fuera de casa bien apañados. El Oviedo, en descenso y de bajón. El Sporting, con la esperanza puesta en el play-off y de subidón. Pero es un derbi.

No está de más recordar las calamidades compartidas esta temporada. El Oviedo, tres entrenadores y dos directores deportivos. El Sporting, dos entrenadores y dos directores deportivos. El último recuerdo, un 0-0 intragable. Pero es un derbi.

Aunque no es de dónde se viene sino a dónde se va. Por lo visto estas semanas, parece que el cielo aguarda por unos y el infierno por otros. Pero es un derbi.

Institucionalmente, poca novedad. Acercamientos en privado, pero cero pasos para retomar públicamente la normalidad. La culpa siempre es de ellos, que no quieren. Así que, oficialmente, continúa la vida interrumpida, macabra metáfora en estos tiempos de desgarro. Ese enfurruñamiento absurdo que se mantiene para congratular al tribunero y avergonzar al sentido común, que lo cuentas por ahí y es la risión. Habrá comitiva azul en el palco, pero no hará falta insistir en la distancia de seguridad. Ni una pandemia global ha podido con el insufrible cainismo local. Pero es un derbi.

Económicamente, similares estrecheces, distinto marketing. El Sporting redujo sueldos porque no le quedaba otra. El Oviedo no lo hizo porque así lo decidió Carlos Slim para sus empresas y muchísima suerte, para estas cosas, que el club azul sea una de ellas. El Sporting no quiere devolver a sus socios la parte proporcional de los abonos. El Oviedo tampoco quiere, pero al menos les da la opción. Los dos tienen parecidas urgencias en el bolsillo. Vienen curvas en los próximos meses para los dos, pero ya vendrán y lo de hoy es un derbi.

Al Sporting le gusta Tebas. Al Oviedo no le gusta Tebas. Aunque los dos avancen en el carril del mandamás, a ninguno le gusta este fútbol amputado. Pero es un derbi.

Djukic, entrenador del Sporting, es de Stitar, Serbia. Ziganda, entrenador del Oviedo, es de Larraintzar, Navarra. Carmona, capitán del Sporting, es de Palma de Mallorca. Tejera, hoy capitán del Oviedo, es de Barcelona. Pero es un derbi.

Hoy no habrá público en las gradas. Hace ya más de un año que no hay comida de directivas. Hace mucho más tiempo que no hay actos conjuntos entre los clubes o las plantillas en la semana previa. Hace todavía más que el corteo de las aficiones rivales el día del partido no existe. Hace no se sabe cuánto que este derbi no es como aquellos derbis. Pero es un derbi.

Y, encima, será un derbi histórico.

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