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Me cansa la camiseta, Pepa

Ante el debate que se avecina sobre la nueva equipación del Sporting

Tuve un compañero en esto de los medios de comunicación que en cuanto llegaba a la redacción, y nada más sentarse en su mesa de trabajo, lo primero que hacía era enchufar la cadena Ser y ponerse a escribir sus cosas sin importarle si a los demás nos molestaba, no lo que escribía, sino Pepa Bueno a todo trapo. ¡Que los demás también estábamos con nuestras mierdas, coño!, y a lo mejor el soniquete retorcía el hilo de nuestros pensamientos. Di tú que yo de aquella me dedicaba a poner negritas en los artículos pero, como todo, aunque parezca una pijada, también tenía su aquello. O, al menos, era lo que me decía a mí mismo para conjugar correctamente lo anodino y a Pepa Bueno al viento en las primeras horas de la mañana.

A mí me molestaba profundamente, lo reconozco, pero era el nuevo y en el mundo carca en el que yo aprendí a trabajar, el recién llegado no tenía derecho a abrir la boca más allá de para preguntar: y poquito. Esto viene a cuento porque parece que he superado lo de escribir con soniquete ya que, mientras escribo esto, tengo a Santiago Abascal vociferando en mi televisor y no sólo no he perdido el hilo de mi pensamiento sino que, además, ni siquiera me he tenido que levantar a vomitar. Así que gracias por el entrenamiento intensivo, compañero. Hoy me ha servido para mucho.

Leía en LA NUEVA ESPAÑA del día corriente un artículo firmado por Gelu Cabranes (no, no era él el de la Cadena Ser) sobre la nueva camiseta que lucirá el Real Sporting de Gijón la próxima campaña de Segunda División. Sí, lo sé: es extremadamente redundante juntar en una misma frase Sporting y Segunda División pero, como decía un accionista desde el atril de la última Junta de los ídem, "hay algunos que tenemos un máster en Segunda División". Así que la redundancia sale sola, de la mano, fluida. También he conseguido superar eso de no tragar lo de montar un espectáculo publicitario cada vez que un señor a 10.000 kilómetros de Gijón decide que diseño loco tocará lucir esta campaña que aún no ha amanecido y hasta he conseguido hablar de ello con naturalidad, sin inmutarme ni apenas irritarme.

Desconozco, ciertamente, cuál es el proceso por el cual a un creativo le parece mejor idea presentar una camiseta estrafalaria, totalmente falta de identidad y que vale lo mismo para un equipo del norte de España que para otro de sur de Italia. Desconozco cuál es el proceso mental por el que a un creativo le parece buena idea montar una campaña de marketing en la que la camiseta, la protagonista y por la que el aficionado pagará un buen puñado de euros, aparece abandonada a su suerte al lado de un contenedor y desconozco, también, cuál es el proceso mental que le ha llevado a alguien pensar que es una buena idea montar todo este circo para presentar una camiseta. Así que, después de presumir de desconocimiento, voy a lanzar una idea a lo loco, algo muy español, por otra parte.

Una manera muy interesante de ir recuperando para el aficionado poco a poco este fútbol de hoy en día tan tatuado, tan sintético, tan cien por cien poliéster, sería sacrificar este tipo de espectáculos-presentaciones de camisetas bochornosas y recuperar viejas costumbres. Ya que la de votar presidente no se lleva, al menos, no las perdamos todas. Es cierto que el fútbol de los 70, de los 80, el del pelo en las piernas (también conocí una vez a un futbolista que nos abandonó en plena tertulia radiofónica porque tenía que ir a depilarse, pero eso es otra historia) tampoco es que fuera puro algodón, pero casi a cuarenta años vista a mí me suena a anuncio de detergente, al olor de las nubes. Así que, concluyo, una camiseta rojiblanca con tres rayas rojas y dos blancas intercaladas, con un pantalón azul y unas medias negras con el principio rojiblanco (me valen azules también) serían un buen comienzo para otra temporada que comienza con los mismos mantras que las casi treinta anteriores: y esta, encima, sin Torrecilla y su chándal. Menos mal que nos quedan los vídeos de @juliorsg, al menos.

Pd: Adoro a Pepa Bueno, quede claro.

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