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Messi, un burofax entre sombras

Algunos afirman que es el jugador más importante de la historia del club. Con mucha probabilidad es así, aunque se podría, y más ahora, poner en el fiel de la balanza otros factores que tienen su importancia. Valores, compromiso, implicación, liderazgo, quizá lealtad?

Algo no aparece con la esperada nitidez en el perfil personal de Lionel, futbolista extraordinario con virtudes en el juego que lo acercan a la cima futbolística mundial sin lugar a dudas. El de Rosario no ha conseguido trasladar a la selección argentina su descomunal arsenal futbolístico, siempre le ha faltado ese último peldaño que los elegidos ni contemplan. Y de la misma manera sus críticos ponen el foco en que en sus indudables triunfos en el Barcelona tuvo como acompañantes a ese singular y extraordinario grupo que formaban Puyol, Xavi, Iniesta, incluso Busquets. Ellos sí, triunfadores en cualquier escenario y con los que el destino pusiera a su lado. Líderes contra viento y marea, con la camiseta que les tocara y arrastrando compañeros hasta el podio.

Messi, no. Hay imágenes con la albiceleste que son caricaturas de derrota, todo un síntoma. El día de la reciente debacle ante el Bayern (2-8) no dio la talla pese a algunos destellos en él siempre presentes. En el día más negro de la entidad que, dicen, es más que un club se limitó a caminar apesadumbrado por el césped cuando todavía el marcador concedía esperanzas al Barça.

Ese día el genial Messi renunció a ser el más grande de la historia. El niño de 13 años que llegó de Rosario a Barcelona para curarse de sus males y luego asombrar al mundo del fútbol con sus portentosas cualidades se envolvió en sus sombras y quedó empequeñecido hasta que un burofax confirmó su deserción.

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