El sportinguismo disfruta del liderato compartido poniendo en marcha la máquina de los debates, algunos de ellos tan conocidos como cansinos. El principal, el de la euforia o su moderación ante el pleno de victorias en las dos primeras jornadas frente a dos recién ascendidos. No debería irse más allá de considerar el éxito como una misión cumplida. Hasta ahí los alardes. Si el Sporting quiere aspirar a algo, tanto al ascenso como a los 50 puntos, no puede dejar escapar vivos a esta clase de rivales. Pero hay que "roelo" y hacer algo más que comparecer. Línea por línea, los rojiblancos van mostrando cosas. Una, que se puede montar una defensa bien aseada con dos laterales bisoños, al margen de la santidad, de nuevo salvadora, de Mariño. Otra, que en la casa se sigue fabricando talento. Ahí está la conexión más allá del gol de Pedro y Gragera. Sin olvidar el mérito de los estudiosos de la pizarra. Por ahora, Gallego está haciendo brotar maná de la herencia que le ha sido entregada, Djuka incluido. Su Sporting también saca adelante las misiones secundarias encomendadas desde la comandancia del proyecto de los "Javis" (Rico y Fernández): mostrar que Carmona todavía vale y que se puede vivir sin Nacho Méndez. El pulso con el luanquín lo va ganando el club ya que los puntos, además de taparlo todo, engrandecen lo colectivo y entierran los debates individuales. Lo dicho, misión cumplida. El Sporting pasa de pantalla.
