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Mario Antuña

Esplendor en la hierba

Andaba el sportinguismo sin ilusión, el alimento del aficionado. Melancólico y nostálgico de tiempos pasados. Musitando resignado los versos de William Wordsworth: "Aunque nada se pueda hacer para que vuelva la hora de aquel esplendor en la hierba y la gloria en las flores, no debemos afligirnos porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo". Padeciendo un equipo de segunda, en Segunda. Mascando aún el amargo resultado del último derbi... Pero hete aquí, cosas del fútbol, que casi con los mismos jugadores, con un entrenador y un director deportivo con acervo futbolero limitado, casi en prácticas, el Sporting arranca la temporada sólido y efectivo, con cuatro victorias de cuatro posibles, y líder. Será por la necesidad de la escasez de perres o por convicción. Ojalá sea por convencimiento. El Sporting acierta cuando invoca el mantra de la cantera, se mira al ombligo de Mareo y deja de cazar ballenas blancas que acaban siendo calderones varados en el Piles. Lo dicho es todo y nada. Tiene el valor del papel cuando se encara un derbi. El Sporting nos debe el triunfo por tanta ignominia pasada y para encarar el futuro sin melancolía ni nostalgia. David Gallego afirma con acierto que lo hecho es solo un paso en un largo camino. Cuando se afronta un derbi hay que recurrir a los clásicos. El Cholo Simeone, a pesar de su idiosincrasia argentina, lejos de florituras lingüísticas y adornos semánticos, señala con su tosquedad la senda para recobrar el esplendor en la hierba: "Hay que ir partido a partido". La pluma del gallego Valle-Inclán le otorgó categoría literaria: "El presente es la puerta de la eternidad". Abrámosla hoy en el Tartiere.

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