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Pablo González

En territorio comanche

Pablo González

Marino y el final del libro

Lo que está haciendo el Sporting es una prueba más de que el fútbol vive de la incertidumbre. Y lo hace muy bien, ya que esa incapacidad que le rodea para predecir lo que ocurrirá cada jornada no existe en ningún otro deporte, donde el último nunca gana al primero. De ahí el seguimiento que tiene, las filias y fobias que provoca y la pasta que genera. Pocos podían aventurar que el nuevo proyecto del Sporting, con cambio en el generalato de la dirección deportiva y del banquillo, iba a ser de récord con los mismos jugadores que el año pasado decepcionaron a su gente. Entre ellos, entre la Mareona, ya no estará Marino Fernández. El corazón del peñista rojiblanco, el que junto a Tino el Roxu regó Gijón en 1988 con 10.000 millones de las antiguas pesetas gracias al Gordo de la lotería, dijo basta. Honor y gloria para Marino, rojiblanco viajero, crítico en los años de plomo y, sobre todo, buen paisano. En Antequera aún recuerdan cuando Marino hizo feliz a un vecino de la localidad malagueña que por esos caprichos de la vida es del Sporting a muerte si haber pisado Gijón en su vida. Lo invitó a pasar el día con su peña en Córdoba antes de un partido del Sporting en El Arcángel y le presentó a Quini, su ídolo. Era el 2005. Quince años después, su equipo sigue habitando en Segunda. Marino no sabrá si el cuento que están escribiendo los escolinos de la quinta del cole y el resto de la muchachada de Gallego será de los que acaban con un banquete de perdices. La vida no le ha dejado llegar al final del libro. Pero seguro que alguien se lo contará. Buen viaje.

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